Abriendo camino al andar
Mónica Araya maraya@cadexco.net | Miércoles 08 marzo, 2017
Abriendo camino al andar
Cuando queremos buscar a alguien para una tarea, cualquiera que esta sea, lo primero que nos fijamos es en qué características, cualidades y facultades tiene para desempeñar el puesto. Hoy quiero nombrar varias de esas características con las que nacemos las mujeres. Por supuesto que algunas las pueden desarrollar más que otras, dependiendo de sus experiencias de vida y reconociendo que siempre hay excepciones a la regla.
La mujer es por lo general una administradora natural, esa cualidad se ha desarrollado por años en la historia, sin importar la cultura. Tanto así, que se nos ha encargado por diferentes razones, administrarla familia, la comida, la casa, las finanzas, etc. Para muchos esto será un insulto o discriminatorio, pero al final de cuentas no deja de ser una realidad. En lo personal no creo que sea una casualidad, por algo sigue siendo así hoy en día. Si una mujer logra reconocer quién es verdaderamente, sus cualidades y su valor, le resulta mucho más sencillo ser intencional en la dirección de su vida, donde el aporte al desarrollo de la sociedad, la familia y el gobierno se vuelve esencial. Cuando una mujer se propone tomar las riendas logra ser ejemplo como empresaria, gerente, diputada, ministra, jueza, nos adaptamos fácilmente a las condiciones de trabajo en el sector privado o en el sector público.
¿Qué implica que sepamos administrar? Puede que se nos pasen por alto muchos detalles si no analizamos bien el significado etimológico del término, el cual proviene del latín. Tiene su origen en el verbo administro, administras, administrāre, administravi, administratum. Sus componentes léxicos son: el prefijo ad que significa hacia, o cercano, dirección, tendencia que se agrega al verbo ministro, ministrare, ministravi, ministratum cuyo significado es servir, suministrar, proporcionar, cumplir, ejecutar. Este verbo a su vez está relacionado con minister, ministri (servidor, criado). Por tanto, debe considerarse como el concepto original de este vocablo aquel quien está en una posición de liderazgo con subordinados a cargo.
Desde Eva a María, de la Madre Teresa a Malala Yousafzai, desde Margaret Thatcher a Eva Perón, a su hermana, su hija, amiga, esposa, colega; cada una de ellas son parte importante de la historia que se escribe y rompen camino todos los días y aún más en la era de la tecnología.
La mujer, por más desarrollo tecnológico, acuerdos o desacuerdos, seguimos teniendo el papel central de la reproducción humana, capacidad que va más allá de tener hijos. Por eso, hacemos milagros de multiplicación con lo que ponen en nuestras manos. Nosotras seguimos siendo las primeras forjadoras de la personalidad de los niños; entonces qué no podemos hacer en una empresa, en un gobierno, en un emprendimiento, si reconocemos que nuestra naturaleza es formar, edificar y multiplicar.
El problema está en el momento en que desconocemos el molde original y dejamos que nos destruyan nuestra verdadera identidad, cuando aceptamos menos de lo que verdaderamente somos y valemos, cuando permitimos que entre en nuestra mente la mentira de que somos el sexo débil.
Aunque pueden decir: “¡Falta mucho por conquistar!”; prefiero meditar en lo que ya hemos logrado. Estoy segura que mi hija y nietas tendrán claro qué pueden y no pueden hacer de sus vidas.
Ahora bien, no podemos caer en los mismos errores del pasado, todo lo anterior es posible por el trabajo en equipo, ya que ninguna labor se puede o debe llevar a cabo solo. El ser humano, sea hombre o mujer es un ser de relaciones, es un sistema. Cuando creemos que somos las amazonas y lo llevamos a los extremos, encontramos a mujeres que se sienten cansadas de luchar contra la corriente. Muchas veces esto será necesario para romper paradigmas de la sociedad que no son de acuerdo a nuestro propósito, pero tiene un límite. No se trata de menospreciar al hombre, todo lo contrario, es darle su lugar para que juntos podamos crecer en una sociedad más ordenada, respetuosa, incluyente y justa. Sin mentiras, sin velos, sin disfraces; amándonos, respetándonos y trabajando en equipo, reconociendo nuestras fortalezas, debilidades y diferencias para un mundo con más luz y más armonía.
Hoy celebramos de la mujer que a todos nos encanta tener cerca: “se ciñe firmemente la cintura y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche”. (proverbios 31:17,18)
Nos inclinamos con gratitud ante todas las mujeres que trabajan duro para hacer que el mundo sea un lugar maravilloso; mujeres que rompen camino liderando con el corazón y trabajo fuerte, aquellas que lideran con el ejemplo, en servicio y no por la fuerza o la división.
Mónica Araya Esquivel
Empresaria, Administradora de Empresas
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