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¡Ah caray, doña Sarita!

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 09 octubre, 2008


VERICUETOS
¡Ah caray, doña Sarita!

Tomás Nassar

El debate de los candidatos a vicepresidente de Estados Unidos de la semana pasada fue un verdadero fiasco para los que esperaban ver rodar la cabeza de la postulante republicana ante un Joe Biden más agresivo y, por supuesto, con mucha más espuela y preparación.
El papelón de doña Sarita en los programas de entrevistas previos al debate hacía presagiar un baño de sangre como nunca antes se había visto en la historia de las elecciones televisadas. Yo llegué incluso a cuestionarme si la censura debería intervenir ante tan cruenta masacre anunciada, ya fuera para imponer un horario nocturno o bien para tirar la toalla a la mitad del primer round.
Los republicanos, se dice, sometieron a su candidata a un entrenamiento super intensivo y los resultados saltaron a la luz. Claro que no era posible en pocos días superar las carencias fundamentales en su preparación política, por lo que el reto era asegurar una sonrisa permanente y una mirada fija a las cámaras de televisión. De todas maneras, Sari ya habría pasado por similares avatares cuando tuvo que enfrentarse al escrutinio popular como concursante de reinados de belleza. No se nos olvide que fue electa Miss Wasilla, torneo en el que recibió también el premio de Miss Simpatía.
En definitiva se trataba de una lección bastante básica: sonría siempre y no le quite la mirada a la lucecita roja de las cámaras. No importa lo que diga, pero dígalo bonito, dígalo con clase.
Y así fue. Lo logró. Biden se comportó como es debido para un caballero con una dama; no vaya a ser que lo acusen de no respetar su venerable condición de mujer, madre, cazadora y piloto de hidroavión.
Al final del debate, que no fue tan debatido en realidad, ambos debatidores se saludaron con la cortesía que dictan las mismas reglas, presagio, era de esperar, de una actitud moderada y respetuosa durante el resto de la campaña. Después de todo, los candidatos se llaman entre si John y Barak, se llaman por teléfono, se tutean y se ponen de acuerdo en temas fundamentales, como cuánto cargarles a los contribuyentes por el “casino” financiero de Wall Street.
Sorpresa, no era tal la cortesía sino la rabia que le tenía.
Los republicanos le tenían preparada una misión bastante más ruda a Sarita. No iban por supuesto a desperdiciar su afición por disparar ni su pasión por la cacería. Le asignaron la ingrata tarea de volarle bala a Obama (¿tiro al blanco?) de una manera que a mí me parece descortés, es decir, que no me gusta para nada, aunque claro, no creo que a doña Sarah le vayan a doler los riñones por lo que yo pueda pensar o dejar de pensar.
La señora Palin ha acusado a Obama de tener relaciones con terroristas. Los hechos: Obama fue vecino en Chicago de William Ayers, profesor universitario fundador del Weather Underground durante la guerra de Vietnam, una organización que promovió y realizó atentados contra el Pentágono y el Capitolio en la década de los 70. Lo que la candidata no dice es que Obama tenía ocho años cuando se produjo el principal atentado de ese grupo facineroso. ¡O sea! Dramática reacción a las encuestas, respuesta de pesadilla a la pérdida de popularidad, triste comprobación de falta de ideas y argumentos.
Ah caray doña Sarah, quien la ve tan modosita.
Yo no sé ustedes, pero a mí se me pone la carne de gallina con solo pensar que esta señora pueda llegar a ocupar un día la posición política más importante del planeta. Protégenos, Señor.

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