ALERTA: no nos dejemos engañar
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 27 agosto, 2018
ALERTA: no nos dejemos engañar
El miedo al extranjero y el odio que ese miedo genera, son casi tan viejos como la humanidad.
Oí de mi muy bien recordado profesor, Constantino Láscaris, que en griego antiguo la palabra enemigo y extranjero era la misma. Y de mi papá el cuento de mi abuela colombiana que, a principios del siglo XX, salía al vecindario cerca de la Estación al Atlántico con el periódico a enseñar que un robo u otro delito no era de colombiano o nica, sino de tico.
Recordé esas enseñanzas con los abominables hechos del pequeño grupo que el pasado sábado 18 insultó y atacó a los ciudadanos nicaragüenses, mayoritariamente pobres, que se reúnen a intercambiar en el Parque La Merced.
Desde hace días vengo preocupado de que se intente exacerbar los sentimientos xenófobos que anidan en el corazón de algunas personas. Y los muchos mensajes de odio que con mentiras se han difundido en las redes sociales agrandaron mi preocupación.
El trabajo de comunicación que todos debemos hacer para que NO ENGAÑEN a la gente es inmenso. Las redes sociales están llenas de falsedades sobre la delincuencia de los nicaragüenses (su proporción en prisión no es mayor a su proporción en la población del país, y Nicaragua tiene índices de delincuencia menores a los nuestros), sobre su abuso de la seguridad social (con relación a su pago hacen menor uso de los servicios que los costarricenses), sobre que reciben gran parte de las ayudas sociales del gobierno (es insignificante lo que reciben), sobre que se les construyen residenciales (no hay ningún caso), que nos quitan el trabajo a los ticos (algunos traen recursos e invierten y otros hacen trabajos que nosotros no queremos realizar) y contribuyen los extranjeros con un 12% del PIB según datos de la OCDE
¿Quiénes pueden estar promoviendo el odio y la xenofobia? Políticos irresponsables tratando de atraer agua a sus molinos, mentes enfermizas que gozan con hacer sufrir a sus semejantes, intereses extranjeros que pretenden promover actos vandálicos para internacionalizar sus conflictos y distraer la atención de sus pueblos de las atrocidades que sufren.
¿Quiénes pueden caer en esas trampas? Ingenuos bien intencionados que se creen los cuentos que se difunden; personas resentidas que buscan cómo externar sus frustraciones; maleantes sin oficio que gozan de hacer daño.
Esas falsedades y predicas del mal tropiezan con la generosidad, la amabilidad y la visión de los costarricenses que acogen y ayudan a nuestros hermanos. Hemos visto a las iglesias, a asociaciones y fundaciones filantrópicas dedicarse a buscar alojamiento y alimentación para quienes llegan sin recursos. Y han recibido la colaboración de miles de costarricenses. Por eso no prevalecerán ni el odio ni la xenofobia.
Pero debemos estar alertas y cada uno cumplir nuestra tarea.
La mejor solución es que Nicaragua recupere la democracia, el respeto a los derechos humanos y el Estado de derecho. Y nuestro gobierno tiene una ingente tarea que cumplir con esa finalidad en los organismos internacionales.
A lo interior, por supuesto que la inseguridad que hoy sufrimos en Costa Rica no es un cuento. Y como lo señalaron los expresidentes en su Convocatoria a la Paz “tenemos el derecho y la obligación de proteger nuestra cultura y nuestra identidad y de recuperar la seguridad ciudadana”. Y para ello falta mucho por hacer.
Las medidas migratorias deben ser extremas para saber quiénes entran a nuestro territorio y para controlar el flujo migratorio. Pero no nos engañemos: Ni EE.UU. con el mayor ejército del mundo ha podido evitar la inmigración ilegal.
Eso no quiere decir que no debamos mejorar la política migratoria, los controles fronterizos en puestos y caminos en medio de las montañas, y sobre todo las informaciones de seguridad y de inteligencia para prevenir que nos infiltren saboteadores o delincuentes, como hizo Fidel Castro cuando el Mariel en 1980.
El gobierno tiene una enorme tarea por delante y podemos con derecho exigir mejoras migratorias, en servicios de inteligencia y de los cuerpos policiales. Pero con odio y prejuicios no se construyen soluciones y se puede llevar un país al desastre. No caigamos en la tentación xenofóbica.
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