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Alianzas contra natura

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 11 septiembre, 2014


¿Dónde estará ese sol que le dé fuerza, calor y luz? (al Presidente) ¿A la izquierda o a la derecha?


De cal y de arena

Alianzas contra natura

Obvio, el presidente Solís busca la fuente del poder político sólido, convincente y confiable que Acción Ciudadana no está en condiciones de proveerle. ¿Dónde estará ese sol que le dé fuerza, calor y luz? ¿A la izquierda o a la derecha? Guiños, coqueteos, indudablemente los hubo al inicio de la administración Solís, cuando el Presidente y la cúpula de ese poder fáctico que es la Unión de Cámaras de la Empresa Privada sondeaban posiciones y medían cuánta proximidad podía haber entre un flanco y otro a efectos de determinar dónde y cuándo podía haber un entendimiento.
El mandatario, aupado por un caudal de votos casi sin precedentes en la historia pero con soportes políticos anémicos, no podía pasar por alto la influencia de la gran empresa que decidió la suerte del TLC y pegó contra las cuerdas al Frente Amplio.
Le era mejor no provocar el renacer de aquellas iras. Tal vez creyó que aquel sol estaba en ese poder fáctico y que los guiños podrían ser una idónea herramienta para forjar el clima de coexistencia necesario para compartir las mieles que tanto gustan a los empresarios.
Atrás quedaron los fantasmas del miedo que despertaran las ideas de Ottón Solís en torno al trato fiscal para las zonas francas. Luego vino el discurso de asunción del mando cuando abundó en coincidencias con las políticas fiscales y económicas del gran empresariado.
Poco después participó del periplo a Wall Street concertado para reafirmar la fe en el modelo de desarrollo económico. Toda esa aproximación de posiciones fue como una luna de miel que soterraba las diferencias y temores derivados de ciertas posiciones del Solís de la campaña, de su descoyuntado gabinete y de su difusa línea de trabajo en temas sociales, económicos, fiscales y políticos que se asoman.
La luna de miel fue efímera. No más el Presidente se le salió del saco a la cúpula empresarial, en particular por el manejo del gasto público, la inflación, ciertos tributos, la ley procesal laboral y la resistencia a admitir que debe haber cambios en el gabinete, los cañones se han asomado por las claraboyas.
Vemos al Presidente correr a cobijarse con la bandera del Estado Social de Derecho y guiñar a los críticos del modelo de desarrollo de corte neoliberal. Y sin precisar con quién es la bronca, denuncia que hay quienes no quieren dejarlo gobernar, vacilaciones y contradicciones que le pueden costar caro.
Mejor le iría si se hubiese ocupado de sondear la firmeza del suelo que pisaba y de rememorar al sociólogo Robert Michels cuando advertía de la ley de hierro de las oligarquías: no aflojan ni a puñetas el poder de que disponen. A don Pepe Figueres —señor Presidente— cuando aún se oían los últimos disparos flotando en el aire, lo visitaron los representantes del diario La Nación, es decir, de los intereses conservadores y reaccionarios del país —así lo escribió— para hacerle la propuesta, envuelta en frases equívocas y sibilinas, de derogar la Reforma Social, a cambio del apoyo del gran capital y la prensa para que se quedara con la Presidencia de la República y desconociera la elección de don Otilio Ulate.

Álvaro Madrigal

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