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Bastó una borrasca

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 12 marzo, 2009


De cal y de arena
Bastó una borrasca

Alvaro Madrigal

Cual frágil invernadero, bastó una ligera borrasca para tumbarlo. Antes, una intensa campaña de propaganda sostenida con las asesorías pagadas por el Banco Centroamericano de Integración Económica, incluidas las de palaciegos y también de comunicadores que renunciaron a toda noción de la crítica e independencia, había simulado la imagen de un edificio modelo de perfección estructural donde trabajaban en las propuestas para el cuatrienio mil selectos cerebros. Se iniciaba un nuevo gobierno de fino olfato político, probada capacidad administrativa y ejemplar probidad, ceñido a un catecismo con las rígidas exigencias morales a las cuales tenían que atar su desempeño todos quienes fuesen llamados al sacrificio por la patria. Pero como ocurre con toda edificación levantada sobre suelos inestables y con malos materiales, una ligera borrasca acabó con la ficción y el segundo mandato de don Oscar Arias —ya sin corifeos pagados por el BCIE y rota la luna de miel con la gran prensa— quedó como el mandril de rabo alzado.

Ni Madame Gandara pronosticaría que el equipo de gobierno caería en barrena. Y no por graciosa ventura pues casi todos los dimitidos debieron picar tiquete por algún escándalo moral o político, evidencia de ineptitud o de hipócrita adhesión a aquella normativa ética promulgada no más iniciarse el mandato. La codicia desafía la ley y la moral. Solo Laura Chinchilla y Alfredo Volio se fueron por la libre, en claro contraste con Kasas, Berrocal, Zumbado, Solórzano, Dobles y otros más, tras los cuales hay quienes hacen cola. Se salvan la Ministra de Salud y el Ministro de Hacienda, ella por el dominio y la seriedad con que atiende su cartera y este por la confianza que ha sabido labrarse, aunque resta saber si pagará algún precio por haber dicho el año pasado que la crisis económica en Estados Unidos es “un temblor” y que no ve grandes sobresaltos para la economía costarricense en 2009 por gracia del superávit fiscal acumulado (el cofre lleno que legó el “abelato”, los efectos de los impuestos a los combustibles y la gran recaudación en aduanas que dejó el manoseo del tipo de cambio). Otros ministros se sostienen asidos a un clavo ardiente: la de Vivienda, debilitada por la ausencia de rubor en el incidente del almuerzo; la de Seguridad Pública, que no ha sido capaz de aceptar su incompetencia ni de entender que le han puesto un “sombra” para contener tanta torta; y la de Obras Públicas, porque la varilla y el cemento de que se vanagloria son otra herencia del “abelato” (ver LA REPUBLICA, 16-2-09) y porque solo la carencia de control político le ha permitido sortear esa inelegante y triste alcahuetería mostrada con Alterra, sellada días atrás con la insensata e impertinente gestión de negocios a favor del contratista particular. No sobra citar al Ministro de la Presidencia, que ha tenido que acudir in extremis a la Sala Constitucional para que contenga la indagatoria que le preparó la Contraloría de la República; al presidente del Banco Central cuyos enfoques son tenidos como nocivos para la economía nacional; ni al presidente de Japdeva que va camino a arder en la pira insuflada con las torpezas de los de arriba.

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