Buenas noticias económicas…falta mucho por recuperar
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 08 noviembre, 2021
En estos días tanto el Informe de Política Monetaria (IPM) del BCCR como la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del INEC, ambos con datos al tercer trimestre de este año, nos proporcionan muy positiva información.
El IPM nos indica que se espera un crecimiento mayor del PIB en 2021 y en 2022 al que se pronosticaba a mediados de este año.
El PIB de 2021 se considera ahora que crecerá un 5,4% frente al 3,9% de la Revisión del Programa Macroeconómico de hace cuatro meses que ya lo había aumentado respecto al pronóstico inicial de 3,6%. Esta nueva estimación del BCCR coincide con el Informe de la Misión del FMI que visitó el país hace un mes para revisar el cumplimiento de las metas del acuerdo de nuestro país con esa institución, pues ese informe también elevó significativamente su estimación de crecimiento del PIB.
Ya para el tercer trimestre de este año el PIB alcanzó el nivel de producción anterior a la pandemia, y la mayoría de los sectores productivos también lo hicieron. No han alcanzado ese nivel los sectores de minas, administración pública, comercio, transportes y la más rezagada que es hoteles y restaurantes afectada por su fuerte dependencia del turismo y por los cierres y otras medidas de limitación a la movilidad y a las actividades sociales generadas para disminuir los contagios de la covid-19. Las exportaciones principalmente por el muy elevado crecimiento de las generadas por los regímenes especiales de comercio (zonas francas y perfeccionamiento activo) pero también las de manufacturas del régimen definitivo, y la inversión privada son los principales impulsores del crecimiento para este año, mientras la inversión pública es el rubro de gasto que tiene mayor disminución
El mayor aporte al incremento en las estimaciones para este año lo producen los sectores de restaurantes y de construcción. Eso se da en parte por la base tan baja de la que parten esos sectores dada la gran caída que tuvieron en 2020, y por un mejor arribo de turistas con relación a las estimaciones previas.
Concordante con esos mejores resultados se da un incremento en el crédito para el sector privado, constituido por crédito en colones pues en moneda extranjera sigue disminuyendo su volumen. Sin embargo, la tasa de crecimiento del crédito sigue siendo baja.
Para 2022 también aumenta su proyección de crecimiento el BCCR. A mediados de año estimó un aumento del PIB para el siguiente año de un 3,7% que ahora lo eleva a 4,5%. Ese es un buen resultado si se toma en cuenta que el promedio de los 10 años previos a la pandemia fue de solo 3,4%, aunque ciertamente se da después de la caída del crecimiento en 2020, cuando el PIB está por debajo de su nivel potencial y hay un muy alto desempleo.
Estos son resultados muy alentadores, pero debemos ser conscientes de que no hemos superado el empobrecimiento que nos acarreó el SARS-CoV-2. Recuperar en 2021 el nivel de ingreso de 2019 significa que hemos perdido dos años de la producción esperada. Aún con el muy bajo nivel de crecimiento de los 3 años previos a la pandemia si esa enfermedad no nos hubiera afectado y se hubiera mantenido en 2020 y 2021 ese crecimiento previo, el PIB sería un 4,7% mayor. Continuando después de 2022 con la misma tasa de crecimiento de 4,5% que el BCCR estima para 2022, se alcanzaría hasta en 2025 el PIB que se habría dado de continuarse sin caídas con la baja tasa de crecimiento de 3,033%, que fue el promedio de 2017, 2018 y 2019. El empobrecimiento causado por la covid-19 se puede medir como la pérdida de producción acumulada desde 2020 hasta 2025.
Tal como lo han venido señalando los informes mensuales del Ministerio de Hacienda, el IPM también señala los resultados fiscales mejor a los esperados que se han venido produciendo este año.
El BCCR en este informe presenta los resultados fiscales a setiembre, con los datos de ingresos y gastos de 2020 y 2021 ajustados para que sean comparables, lo que lastimosamente no hace el Ministerio de Hacienda en sus reportes, pues se contenta con señalar las dificultades para su comparación por los cambios ocurridos en la presupuestación por la incorporación de los órganos desconcentrados, por las modificaciones en los períodos de cobro del impuesto sobre la renta y por la generación de ingresos extraordinarios este año. El resultado a setiembre de este año resulta en un déficit primario de 0,3% del PIB que se compara con 3% del PIB en 2020. El déficit financiero disminuye de 6,9% a 4,4% del PIB. Para el año 2021 completo el IPM estima que el déficit primario disminuirá respecto a 2020, de 3,9 a 0,9% del PIB y el déficit financiero de 8,6 a 5,8% del PIB. Para el año entrante ya se tendría un superávit primario de 0,3% del PIB y el déficit financiero bajaría a 4,6% del PIB. Con relación a las estimaciones de medio año los resultados financieros de este y el año entrante mejorarían en 0,4 puntos porcentuales del PIB. Claro, estos resultados dependen de la aprobación de las leyes pendientes relacionadas con el acuerdo con el FMI y del cumplimiento estricto de la regla fiscal para seguir conteniendo el gasto público a pesar del aumento de la carga por intereses.
La ECE del tercer trimestre de este año también genera noticias positivas pero que deben analizarse en el marco del enorme desempleo que estamos sufriendo.
En el trimestre terminado en setiembre 2021 la población ocupada creció por tercer mes consecutivo llegando a 2.093.648 personas, pero aún quedan 133.592 personas menos con empleo que en el mes anterior a la pandemia. Ese nivel de ocupación apenas alcanza a la que se tenía a finales de 2016, cuando la fuerza laboral era casi un 8% menor.
Los hombres tienen ahora 5,63% menos ocupaciones que en febrero de 2020, y las mujeres a pesar de disfrutar en este trimestre de un gran incremento en el número de empleos (41.081) siguen sufriendo una mayor proporción de pérdida de puestos ocupados, 6,58%.
La tasa de desempleo bajó de su nivel máximo de 24,4% en el trimestre terminado en julio de 2020 a 15,3%, pero para las mujeres aún está en 19,8%.
La situación remanente es aún más grave si consideramos la caída en las tasas de participación y de ocupación.
En el trimestre terminado en febrero de 2020 la tasa de ocupación (porcentaje de la población ocupada respecto a la población en edad de trabajar) fue de 56,1% pero bajó a 51,6 en setiembre pasado. No es un cambio que se produzca porque aumenta la población que prosigue estudios, sino porque los desempleados son más de los captados por el ECE, pues muchos dejan de buscar trabajo. Para evitar efectos estacionales o accidentales de un año podemos tomar el promedio de la tasa de ocupación en setiembre de los tres años previos a la pandemia, que es de 54,5%.
¿Cuál habría sido el desempleo con relación al nivel de ocupación que se habría dado manteniendo esa tasa de ocupación previa a la pandemia?
Con relación al empleo que se habría generado con esa tasa de ocupación de 54,5%, el pasado mes de setiembre la tasa de desempleo en lugar de ser 15,3% habría sido 19,1%. Con un cálculo similar (tomando las tasas de ocupación correspondientes a hombres y a mujeres) la tasa de desempleo para hombres habría sido de 17% y la de mujeres de 22,1%, con relación a que se hubiera mantenido la tasa de ocupación de la fuerza laboral promedio de setiembre de 2017, 2018 y 2019.
Así como a pesar del mayor crecimiento del PIB tardaríamos hasta 2025 para alcanzar el nivel de producción que se habría dado sin la pandemia, todavía nos falta generar 494.148 puestos de trabajo para alcanzar un nivel de ocupación similar al que teníamos antes de la covid-19, y no los 378 130 que nos indica la ECE. A esa cifra debemos añadir los puestos adicionales que genere el crecimiento de la población trabajadora.
Hemos progresado y debemos estar satisfechos, pero todavía tendremos que actuar muchos años con inteligencia y empeño para revertir el empobrecimiento sufrido por la pandemia.
Si no reconocemos esta dura y triste realidad, difícilmente podremos corregirla.
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