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Miércoles, 27 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Buenos resultados de 2021 exigen serios compromisos de candidatos con el país

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 31 enero, 2022


Muchas familias han pagado sufriendo pobreza, desempleo e informalidad los costos de las políticas fiscales de los últimos gobiernos y su agravamiento con la pandemia. El crecimiento económico y los resultados fiscales que se nos reportaron por el BCCR y el Ministerio de Hacienda la semana que acaba de pasar nos indican que estamos en camino de recuperar lo que se venía perdiendo. En estas circunstancias las elecciones del próximo domingo tienen enorme importancia para no desandar lo andado.

Sería extremadamente perjudicial para el bienestar de los costarricenses, y en especial para las familias con menores ingresos, elegir miembros de los supremos poderes que estén en contra de mantener la regla fiscal, de aprobar la Ley de Empleo Público, de mantener vigente el acuerdo con el FMI y para ello favorecer el aumento de ingresos necesario para alcanzar las metas propuestas en ese convenio, o en su defecto acordar medidas alternativas equivalentes que permitan alcanzar las metas fijadas.

Hace 3 días el Presidente del BCCR en su informe económico nos informó que el PIB en 2021 creció un 7,6% (había caído 4,1% en 2020), lo que indica que no solo se recuperó lo perdido en 2020 con la pandemia, sino que estamos con una producción 3,2% mayor a la de 2019. Antes de la pandemia traíamos una baja tasa de crecimiento. A pesar de ello y del alto incremento de la producción de este año, aún no hemos alcanzado la producción que antes de la pandemia el BCCR proyectaba tendríamos en 2021 y no la alcanzaremos hasta el 2024. Pero, hemos gozado de una recuperación mejor a la de la economía mundial y a la gran mayoría de los países de América Latina. Este acelerado crecimiento es el mayor de los últimos 14 años, aunque se debe tomar en cuenta el efecto causado por partir de la muy baja base de 2020 cuando se sufrió la pérdida de producción que produjo la covid-19.

Este acelerado crecimiento permitió que también el Ingreso Nacional Disponible creciera en un 4,8%, más que recuperando la pérdida en 2020 de 3,3%. Es de destacar que este aumento se da a pesar del efecto negativo en el ingreso por pérdida en los términos de intercambio, pues los aumentos en el petróleo, alimentos y metales, así como en fletes, hicieron perder poder de compra a nuestras exportaciones; y a pesar de que por el extraordinario crecimiento de las exportaciones de los regímenes especiales y por el crecimiento de la deuda pública aumentó el pago a factores externos. Este crecimiento del ingreso permitió un muy buen aumento del consumo privado (5,8% en 2021) que más que compensó la pérdida sufrida en 2020 y que se convirtió en el principal impulsor del crecimiento nacional en 2021. Los otros impulsores fueron la recuperación de la inversión privada, y el gran aumento de las exportaciones que permitió un igualmente grande incremento en las importaciones.

También la semana que recién concluyó el Ministerio de Hacienda presentó su informe sobre las cifras fiscales del gobierno central de 2021. Señaló: “Al cierre del ejercicio económico del 2021 se cumplen y exceden las metas indicativas de balance primario y saldo de deuda establecidas en el Memorándum de Políticas Económicas y Financieras acordadas entre el Gobierno de la República y el Fondo Monetario Internacional (FMI), bajo el acuerdo del Servicio Ampliado del Fondo (SAF)”. Indica que el déficit primario y el financiero fueron mucho mejores a las estimaciones de principio de año, a las revisiones a la baja que se dieron durante el año y a lo necesario para cumplir las metas del SAF con el FMI. Esos resultados con las nuevas estimaciones del BCCR respecto al tamaño mayor del PIB significan un déficit primario de 0,3% y uno financiero de 5% del PIB (en 2020 los resultados fueron de 3,3 y 8% respectivamente). La mejora fiscal es fruto tanto de aumento de ingresos (algunos no repetibles e incluso diferidos de 2020 a 2021 como ocurrió con el quinto trimestre de renta en ese último año) como de disminución de gastos. Para ver la evolución de ingresos y gastos de una manera realista es preciso comparar los resultados de los dos últimos años ajustados por la incorporación de los órganos desconcentrados a las cifras de 2021 y por estas variaciones circunstanciales de ingresos. Ello nos indica que en 2021 los ingresos corrientes aumentaron un 15,6% (7,9% disminución en 2020); los gastos totales sin intereses (gasto primario) disminuyeron 0,2% (disminución de 5,7% en 2020) pero se da un aumento en el gasto por intereses que hizo que el gasto total aumentase un 2,5% (había disminuido en 2,5% en 2020). El incremento en el gasto por intereses se da por aumento de la deuda, pero el alto crecimiento del PIB hace que la relación deuda pública a PIB cerrara en 2021 en 68,3% del PIB cuando en las estimaciones de octubre se proyectaba en 69,8%. Claro hay un punto negativo en el resultado fiscal, los gastos de capital del gobierno central sin los órganos desconcentrados caen un 9,52%. Eso no es sostenible para que aumente la productividad y siga creciendo la producción y obliga a disminuir rubros de gasto corriente para no sacrificar la inversión en infraestructura que es indispensable para nuestro desarrollo y bienestar.

Los buenos resultados fiscales obtenidos dependen en buena medida del alto crecimiento económico que permitió el fuerte incremento de los ingresos señalado y disminuye el tamaño relativo de la hacienda pública con relación al PIB. Para que perdure es necesario que continúe dándose un fuerte crecimiento de la producción. De lo contrario los resultados fiscales dependerían de medidas más drásticas de aumento de ingresos o disminución del gasto.

Para 2022 y 2023 tanto el BCCR como el Ministerio de Hacienda proyectan resultados que nos harían continuar por las vías de la recuperación productiva y la consolidación fiscal: crecimiento del PIB de 3,9% y 4% en 2022 y 2023; crecimiento del Ingreso Nacional Disponible en 2022 de 2,1% a pesar de otro aumento en los precios de los combustibles, y de 4,1% en 2023; déficit financiero de 3,6 y 2,7% respectivamente; superávit primario de 1,6 y 2,3% en 2022 y en 2023; saldo de la deuda pública respecto al PIB máximo en 2022 de 70,3% empezando a caer en 2023; y una inflación controlada dentro del rango de más o menos un punto del 3%. Pero aun partiendo de las mejores cifras fiscales alcanzadas el año anterior, todo esto está sujeto a un aumento adicional de ingresos de 0,7% del PIB, o de medidas adicionales a la regla fiscal de disminución del gasto de ese mismo orden.

Claro que todavía estamos en grave deuda frente a desempleo, alta informalidad e inaceptables niveles de pobreza. Lo que obliga a seguir con reactivación económica y consolidación fiscal.

Los riesgos para este año y para el entrante son principalmente contrarios a estos resultados: más incidencia de la pandemia en el mundo y en Costa Rica; mayor incremento en la inflación y las tasas de interés en el mundo y en Costa Rica; menor crecimiento económico de nuestros principales socios comerciales; internamente el mayor riesgo es el político, elegir candidaturas presidenciales y de diputados que pongan en riesgo el cumplimiento del SAF con el FMI.

Las mejores garantías a los electores del próximo domingo las darán los partidos cuyas candidatas y candidatos a la presidencia y a la Asamblea Legislativa tengan un mayor y más transparente compromiso público con el país de aprobar la Ley de Empleo Público, las medidas adicionales de ingresos o de reducción de gastos que permitan mantener vigente el convenio con el FMI y la aprobación de empréstitos internacionales que hagan posible bajar la carga por intereses dentro de los límites al gasto establecidos en los presupuestos nacionales, y reducir la presión del gobierno sobre el mercado financiero interno para facilitar una mayor inversión productiva.

Los partidos deciden sus propuestas. Los ciudadanos elegimos. Dios nos ilumine a todos.

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