Comunicaciones y rivalidades entre Estados Unidos y China
Óscar Álvarez Araya oalvarezcocr@gmail.com | Jueves 15 agosto, 2024
Los Estados Unidos de América es la primera potencia mundial y la economía líder del G7 mientras que la República Popular China es la segunda potencia mundial y la economía más grande de los BRICS. Ambas potencias son al mismo tiempo socias y competidoras en una serie de temas pero cada vez afloran más las tensiones entre los dos grandes del planeta.
En 2024, la relación entre Estados Unidos y China se caracteriza por una creciente rivalidad que va más allá de la simple cuestión de los aranceles. Esta rivalidad se extiende a áreas clave como la tecnología, la seguridad militar y la influencia geopolítica global, con ambas naciones adoptando tácticas y estrategias para proteger sus intereses. Así por ejemplo, ambas potencias tienen posiciones muy diferentes y hasta contradictorias en temas políticos cruciales tales como la democracia, la libertad y los derechos humanos, las guerras entre Rusia y Ucrania, entre Israel y Hamas, entre Irán e Israel y los asuntos de candente actualidad como las elecciones presidenciales en Venezuela.
La tecnología es uno de los principales campos de batalla en esta disputa. Estados Unidos ha intensificado las restricciones a las exportaciones e importaciones de semiconductores avanzados y otras tecnologías críticas, con el objetivo de frenar el avance de China en áreas como la inteligencia artificial y la tecnología militar. Esta estrategia busca no solo mantener la ventaja tecnológica de Estados Unidos, sino también impedir que China utilice estas tecnologías para fortalecer su poderío militar. China, por su parte, ha respondido aumentando significativamente su inversión en la producción de tecnología doméstica, intentando reducir su dependencia de las importaciones estadounidenses y europeas.
China representa una serie de desafíos significativos para Estados Unidos que van más allá de la competencia económica. Según algunos analistas entre los principales problemas están las prácticas comerciales desleales, el robo de propiedad intelectual y el subsidio a industrias estatales, lo que distorsiona los mercados internacionales y perjudica a las empresas estadounidenses. Además, China ha sido acusada por algunos economistas de manipular su moneda para obtener ventajas comerciales y de imponer barreras no arancelarias que dificultan el acceso de productos extranjeros a su mercado. Estas prácticas han llevado a Estados Unidos a tomar medidas más severas, como la imposición de aranceles y restricciones tecnológicas. Algunos economistas hablan ya de una virtual “guerra comercial” entre las dos grandes potencias.
En el ámbito geopolítico, China ha adoptado una postura cada vez más proactiva, particularmente en el Mar de China Meridional, donde ha construido bases militares en islas artificiales, desafiando las leyes internacionales y aumentando las tensiones con países vecinos como Filipinas y Viet-Nam y con los mismos Estados Unidos. Además, el enfoque de China hacia Taiwán, donde ha incrementado la presión militar y diplomática para forzar la reunificación, lo cual es visto desde Washington como una amenaza directa a la estabilidad regional y a los intereses de seguridad de Estados Unidos. La combinación de estas prácticas comerciales y el comportamiento agresivo en el escenario internacional han contribuido a la creciente presión por parte de Estados Unidos para contener el ascenso de China y proteger sus intereses estratégicos.
Las tensiones en torno a Taiwán han exacerbado aún más la confrontación entre ambas potencias. Estados Unidos ha reforzado su compromiso de defender a Taiwán vendiéndole armas y suministrándole asistencia militar, lo que ha provocado fuertes reacciones de Beijing. Además, la administración Biden ha trabajado estrechamente con sus aliados en Asia, fortaleciendo la cooperación militar con países como Japón, Corea del Sur y Australia, lo que incrementa la presión sobre China en la región del Indo-Pacífico.
Mientras los aranceles y las restricciones tecnológicas han tenido un impacto negativo en la economía de ambos países, también han provocado una reestructuración de las cadenas de suministro globales. China ha visto reducir su participación en el mercado estadounidense, mientras que otros países, como México, han ganado terreno y ocupado su espacio.
Recientemente tanto el Partido Demócrata como el Partido Republicano, han endurecido su postura hacia China, dando lugar a un nuevo consenso bipartidista que tiende a la contención de China con políticas aún más estrictas, incluyendo aranceles más altos y medidas adicionales para proteger la economía estadounidense de la influencia china y trabajando con aliados para contener el crecimiento de China en sectores clave como la tecnología y la seguridad.
En resumen, la relación entre Estados Unidos y China en 2024 está marcada por una confrontación multifacética (sin llegar a los niveles de la guerra fría) que afecta tanto a la economía global como a la seguridad internacional. Las políticas de ambos partidos en Estados Unidos reflejan un consenso en la necesidad de limitar el ascenso de China, aunque difieren en los métodos y enfoques para lograrlo. Sin embargo, los canales de comunicación entre ambos lados se mantienen abiertos como lo demuestran las recientes visitas a Beijing de Antony Blinken, Secretario de Estado y de Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de los Estados Unidos.
Independientemente del resultado de las próximas elecciones del 05 de noviembre en los Estados Unidos, sea con la actual vicepresidente Kamala Harris o con el expresidente Donald Trump en la Casa Blanca, las políticas de contención y el proteccionismo comercial campean sobre el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y China.
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