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COLUMNISTAS


Cuba, estado totalitario, radicaliza su violencia

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 30 agosto, 2021


Hay una diferencia de fondo entre la dictadura castro-comunista que sufre Cuba y las otras dictaduras de nuestra querida América Latina que podríamos pasar por alto: Cuba es una dictadura totalitaria, absolutista.

En Venezuela y Nicaragua hay partidos políticos. Cierto y doloroso es que no se les permite operar en libertad, que se encarcela a sus dirigentes, que se intervienen sus partidos y se cambian arbitrariamente sus líderes naturales por personas afines a los gobernantes, no hay procesos electorales justos y libres, y de mil maneras se impide el funcionamiento de la democracia electoral. En Cuba no hay partidos políticos diferentes al partido comunista.

En Venezuela y Nicaragua hay medios de comunicación no gubernamentales. Cierto y doloroso no hay libertad de prensa. Se encarcela a los periodistas, o se les obliga a buscar asilo en otras naciones. Se les impide recibir el papel y otros medios requeridos para su funcionamiento. Se les confiscan sus bienes y se les eliminan las licencias cuando son inalámbricos. Algunos se estrujan hasta obligar a sus propietarios a vender sus empresas a amigos del régimen dictatorial. En Cuba no hay medios de comunicación privados.

En Venezuela y en Nicaragua hay empresas privadas. Cierto que, para sufrimiento de los consumidores, a las empresas se las interviene, se las expropia sin pago, se persigue a sus ejecutivos y propietarios, se controlan sus equipos y materias primas, se les fijan precios, se les limitan sus importaciones y deben operar en un marco económico que va destruyendo las señales del mercado e impiden la eficiencia, la productividad y la innovación. En Cuba hasta hace pocos años no había empresas privadas, y ahora está limitada su existencia a muy pocos sectores y para pequeñas empresas, salvo excepciones para operadores extranjeros en el sector de turismo.

Esta es una diferencia sustancial que le ha permitido a la dictadura cubana en muchos períodos prevenir las acciones en su contra. Por ello en las últimas décadas para mantener su sistema autoritario no ha necesitado asesinar sanguinaria, cruel y masivamente en sus calles a los manifestantes, como sí ha ocurrido en Venezuela en múltiples ocasiones y en Nicaragua recientemente en 2018.

Claro que el inicio fue en extremo violento y despiadado. Así impusieron su totalitarismo. A los ticos nos debe enorgullecer el gesto valiente de don Pepe Figueres quien en el fulgor y jolgorio del triunfo de la Revolución y ante las ejecuciones en el paredón públicamente le reprochó los cientos de fusilamientos a Fidel Castro, en su propia cara en La Habana. Y por el contrario nos deben indignar las manifestaciones de Ernesto Guevara el 11 de diciembre de 1964, ante la Asamblea General de la ONU cuando sin rodeos y justificando los múltiples asesinatos propios y del castro comunismo expresó: “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario.”

Pero después el castro comunismo pudo sostenerse a lo largo de los 62 años de la dictadura durante largos períodos sin masivos ataques sanguinarios a su pueblo, por su capacidad para prevenir acciones ciudadanas en su contra.

Esta capacidad estatal ha sido posible porque la dominación totalitaria de todos los aspectos de la convivencia social le permite al régimen castro comunista anticipar cualquier expresión de la libertad antes de que se produzca. El dominio totalitario de la vida social incluso le ha permitido actuar, en forma realmente bárbara e inhumana, aprovechando los afanes de libertad de los cubanos y su deseo de escapar de los oprobios del régimen, para deshacerse de cientos de miles de sus habitantes. Así ocurrió con la facilitación de la migración en un pequeño puerto de la provincia de Matanzas en los sesentas; mediante el Puente Aéreo con EEUU entre 1965 y 1973; con el éxodo masivo del Mariel de 1980, que se produce después de que miles de cubanos invaden la Embajada de Perú en La Habana buscando asilo y que incluso sirvió al gobierno para deshacerse de prisioneros y personas recluidas en centros siquiátricos; con la fuga de los Balseros durante la crisis económica y alimentaria de 1994.

Pero los hechos de los últimos tiempos pueden señalar que ya está pasando la página.

El Movimiento San Isidro de jóvenes, artistas y académicos con sus protestas, significa una expresión de la lucha por la libertad que dio origen a la canción Patria y Vida y ha provocado violentas reacciones del gobierno y el encarcelamiento de algunos de sus miembros. Las manifestaciones espontáneas en varias ciudades el 11 de julio pasado produjeron violencia policial en las calles, el Presidente Miguel Diaz-Canel llamó a las turbas comunistas a atacar a los pacíficos manifestantes, se produjeron cientos de encarcelamientos y asesinaron a un joven desarmado.

Internacionalmente se empiezan a producir reacciones. El mito de los barbudos liberadores que descendieron de la Sierra Maestra se desvanece en América Latina y en el mundo.

Al Movimiento Cristiano Liberación y al proyecto Varela se les quiso detener con la muerte en el “accidente” condenable del mártir de la libertad Oswaldo Payá. No lo han logrado. La lucha de los cubanos por su libertad arrecia. Dios proteja a ese sufrido pueblo y permita que recupere su libertad sin que una larga lista de héroes tenga que entregar su vida en la lucha por obtenerla.

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