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De aquel gobierno al de hoy

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 16 abril, 2009


De cal y de arena
De aquel gobierno al de hoy

Alvaro Madrigal

El piscinazo que protagonizó el Presidente de la República cuando anunció sus designios de convertirse en el interlocutor para Centroamérica ante la nueva administración de la Casa Blanca, sin antes haber hecho cuando menos un sondeo; su inesperado anuncio de que no autorizará ni exploraciones ni explotaciones petroleras cuando su Ministro de Minas llevaba medio camino recorrido para concesionar la exploración del subsuelo; la dualidad con que se conduce a la hora de sancionar los desvaríos éticos destapados en la cúpula de su gobierno; la frivolidad con que toma la denuncia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico de que Costa Rica es un “paraíso fiscal”; sus escapatorias ante fundados cuestionamientos que se han hecho a su gobierno en temas como el del manejo de las cuencas de agua y las reservas boscosas; la desafiante soberbia de Alterra; la manifiesta incompetencia de algunas de las personas que ha llamado a coadministrar; la atención ineficaz e ineficiente de las necesidades de los damnificados del terremoto de 8 de enero; la olímpica actitud mostrada ante las críticas que economistas de todo pelaje y color le han hecho a su “plan escudo”; estos y muchos hechos más son indicativos de que el Jefe de Estado padece un acentuado autismo, algo que en los gobernantes suele llevar a la toma de decisiones alejadas de la realidad que lo que hacen es agravar los problemas. Su gabinete no dice de la excelencia con que se le promovió y en su fracción parlamentaria —luego confirmada como fuente de los reemplazos ministeriales— no hay voces dispuestas a mostrar siquiera la más insignificante presencia de un error. Así, posiblemente el Presidente Arias no se percate del hoyo negro en que ha caído. ¡Qué dañosa le ha resultado la “mayoría mecánica” que montó a propósito del TLC y que le proveyó un artificioso apoyo político, evidentemente insostenible en el tiempo por el revoltijo de intereses que los motivó!

Desde los inicios del cuatrienio, un cerrado coro de acólitos le aúpa desde buena mañana y le hace creer que las críticas y resistencias que le plantean contados grupos políticos y empresariales, sindicatos y academia, tienen un afán ilegítimo por conspirador, por insurreccional. No hay otra conclusión valedera que no sea que al Dr. Arias le están haciendo falta buenos consejeros, capaces de advertirle de errores e impertinencias, sin miedo para plantearle una verdad distinta a la que don Oscar ha blindado con sentido absoluto. Por ahí debe andar la explicación de la distintísima nota recibida por su primera administración, en claro contraste con el nivel de la insatisfacción actual. Un año le resta a su mandato y, como ya otros lo han advertido, suficiente si el mandatario depura su gobierno (empezando por purgar a los “brochas” y a quienes les sostienen el balde), le imprime una vocación política en el mejor sentido de la palabra y admite que lo atinado para este último tramo es volcar todo el trabajo en dos o tres grandes temas. Sería buena lectura el reportaje de Kevin Casas, su defenestrado vicepresidente, de hace pocas semanas donde acusa como debilidad del gobierno no abrir espacios a la crítica.

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