De los novatos, líbranos Señor
Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 04 junio, 2009
Vericuetos
De los novatos, líbranos Señor
Leí en la prensa del lunes que un candidato a la Presidencia de la República dijo que él no es un “político tradicional”.
Siendo que el aspirante en cuestión es lo que nuestro pueblo diría “muy leído”, que exhibe un expediente académico de docta trayectoria, y que cuenta con reconocida experiencia en puestos públicos de esos bien pagados, tal afirmación tiene una connotación muy particular.
Como yo no soy político ni ducho en esas artes, me tomé la libertad de preguntar a algunos de mis semejantes, ciudadanos-tampoco políticos, cuya inteligencia e ilustración merecen toda mi consideración, qué entendían ellos por “político tradicional”.
Ahora estoy más confundido sobre lo que el señor político-no tradicional quiso decir.
Por el tono de su expresión, debería yo deducir que el indicado caballero entiende el término como aplicable a alguien que vive de la política, que se aprovecha de ella, o que ha estado en puestos políticos (no públicos) por mucho tiempo, o que tiene una forma no novedosa de hacer política, que tiene un doble discurso, es decir, una disfunción (¿?) entre lo que dice y lo que hace o mil cosas más de este tipo o peores. Algo así como un bipolar-electorero.
Pero también, dicen mis asesores gratuitos, podría ser alguien que respeta y se acoge a ciertas formas, que acepta los resultados electorales sin estar a punto de morirse del colerón, que ha tenido una trayectoria ejemplar en cargos públicos, que no pretende destruir el sistema porque sí, que cree en la conciliación y en la búsqueda del bien común a partir del diálogo y la concertación.
En fin, me dicen, no es un concepto peyorativo ni necesariamente elogioso. Todo depende del sujeto, sus circunstancias, sus intenciones y sus ejecutorias.
Dicho de otra manera, no es necesariamente cierto que ser “tradicional” en política sea del todo inaceptable.
Yo diría que don Fidel Castro, el presidente Lula y don Daniel Ortega que han estado en política por muchos años, son políticos tradicionales. ¿Qué pensará el pretendiente al respecto?
Igualmente Ricardo Jiménez, don Pepe, el doctor, Daniel, don Chico, fueron políticos tradicionales. ¿O no? ¿No lo serán los Bushes, Franco, Pinochet y hasta Benedicto XVI que actúa políticamente, por cierto con muchos desaciertos, como es usual en el Vaticano?
¿Lo serán los que han sido diputados, ministros, candidatos y candidatos y precandidatos y candidatos sempiternamente? ¿En qué se distinguirán de un político tradicional? Me gustaría saberlo.
Lo habrá sido mi abuela que tradicionalmente politiqueaba por don Pepe, o mi tata que en política era tradicionalmente mariachi?
Yo no sé, pero a mí no me asustan los habituales cuando merecen mi respeto y mi admiración. No le tengo temor a la tradicionalidad del presidente Arias, ni a Obama que es un novato, ni a la experiencia de Rodríguez Zapatero o de muchos otros gobernantes y no gobernantes que han impreso en su vivencia cotidiana de la actividad su condición de destacados líderes, buenos conductores, que sirven a sus pueblos y mejoran las condiciones de sus ciudadanos.
Me gustaría mucho conocer la lista de los políticos tradicionales de los que quiere distinguirse el candidato, y oírle decir públicamente que piensa de algunos debutantes no tradicionales como Chávez, Correa y otros a los que yo les tengo tanto miedo como a él.
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