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Despedida

Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 27 julio, 2009



Despedida

Todo lo que empieza tiene que acabar y ya me llegó la hora. Esta es mi última columna de este, mi primer ciclo como columnista semanal de LA REPUBLICA, que vengo desempeñando desde el mes de octubre de 2006.
Columna “heredada” de mi papá y mi hermano, la escritura semanal de temas críticos, importantes, intrascendentes en algunos casos, me ha permitido mantener un mayor contacto con la realidad —nacional e internacional— y con el pensamiento de la gente. Gracias a este periódico que llevo en mi corazón por múltiples razones (más allá de aquel mes de octubre que les mencioné) pude llegar a muchísimas personas, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Tuve la oportunidad de escribir de temas que me apasionan (mis tres columnas de Iron Maiden son un claro ejemplo), que me entristecen (situaciones acaecidas a raíz del terremoto de Cinchona), que me alegran (los campeonatos de Saprissa, entre otros), que me preocupan (el TLC), que me enervan (los precios de los combustibles) y hasta que me causan risa (las calles del país).
En estos casi tres años nunca recibí ni media llamada indicándome, por parte del equipo editorial de LA REPÚBLICA, que no podía publicar tal o cual columna. La libertad de expresión…en su máxima expresión.
Así como tuve las oportunidades que les mencioné, también me quedé con las ganas —al menos como columnista— de disfrutar algunas cosas. Nunca vi el famoso bulevar de Los Yoses reparado más allá de la frontera entre Montes de Oca y San José; tampoco pude ver a los “más de mil” que nos iban a sacar del atolladero en un dos por tres. Me quedé con las ganas de ver a los sindicatos protestar contra las alzas a los combustibles, el deterioro de la infraestructura y los abusos de las convenciones colectivas.
Seguiré soñando con ver campañas políticas de ideas, sin trapos sucios, por parte de todos los partidos (de hecho: creo que este sueño no se cumplirá nunca, así llegue yo a ser editorialista del Washington Post o el Ottawa Citizen) y posiblemente mis nietos lleguen a ver el Aeropuerto de la Zona Sur.
Pero más allá de cualquier alegría o tristeza, me llevo la enorme satisfacción de haber generado crítica, intercambiado opiniones y hasta hacer amigos. A todos los que me leyeron a lo largo de estos casi tres años, les agradeceré eternamente sus comentarios, sus críticas, sus halagos y sus alientos.
El haber tenido el honor de compartir los lunes con damas como Claudia Barrionuevo y Nuria Marín es algo que, como dice el comercial, no tiene precio. Igual haber compartido espacios editoriales con Pedro Oller, Juan Manuel Villasuso, don Alberto Cañas, Luis Fernando Muñoz, Humberto Pacheco, Carlos Denton y demás, me lo llevo en mi corazón con el más profundo cariño y admiración por todos y cada uno de ellos.
Para finalizar, y dado que esta es mi última columna, me voy a permitir una pequeña y osada licencia:
“Buenas noches…y buena suerte”
Gracias a todos.

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