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Efecto Sele llega hasta Asia

Daniel Chacón redaccion@larepublica.net | Miércoles 09 julio, 2014


Hoy somos el admirado David en un concierto mundial


Efecto Sele llega hasta Asia

Me encuentro inmerso en la exótica ciudad de Seúl, y durante la visita he vivido un tema común, que se repite sin importar el lugar en el que me encuentre.
Primero me sucedió en medio de un indescriptible mercado de humildes pescadores.
Luego, en una reunión que exigió de mucho protocolo, y que reunió a los representantes de los principales importadores de Corea del Sur.
En ambos escenarios tan distintos entre sí, he tenido la misma sensación, esa que hace que la piel llegue a erizarse.
“¡Costa Rica! Claro, qué ejemplo para el mundo lo que están haciendo”.
Y viene acompañado con un juramento de afiliación, a favor del país que está rompiendo el orden hasta en el Lejano Oriente.
Hoy somos el admirado David en un concierto mundial, partitura que es interpretada al ritmo del dios fútbol.
El clímax fue durante una gira junto con los nuevos empleados de la automotriz Hyundai.
Ellos solo iban a recibir su capacitación, era un día de trabajo y aproveché un “ride” para transportarme entre edificios de la fábrica.
Sin prever que mi identidad era conocida por uno de los líderes del grupo, miraba el paisaje por la ventana cuando escuché las palabras Costa Rica por los parlantes del vehículo.
Solo dos palabras fueron necesarias para un aplauso generalizado, acompañado por múltiples voces de apoyo.
“Es la mejor del Mundial, quiero que queden campeones”, me decía una trabajadora en inglés, mientras atónito trataba de razonar lo que me estaba diciendo.
Eso me hizo recordar un día antes, cuando un comerciante me dijo que había apostado el equivalente a unos $100 a que Costa Rica le ganaba a Grecia.
Ni que decir que altos funcionarios de Gobierno también están dedicando parte de su tiempo, para descifrar el éxito de la Tricolor.
El lenguaje de fútbol ha hecho lo que ni la diplomacia ni nuestra estrategia de marca país alcanzó en los últimos 50 años.
Estamos en boca del mundo entero.
El momento para proyectar al resto de país —el que no está relacionado con un balón— con éxito es inmejorable, porque todos quieren tener que ver con Costa Rica.
Los importadores coreanos —desconocedores de las posibilidades nacionales—, saben nada de nuestros productos, pero quieren conocer de lo que tiene que mostrar la competitiva Suiza Centroamericana en comercio.
En este momento, el mundo volcado de cabeza por la Copa del Mundo, volvió pasional lo que fuera racional, y hoy es posible entrar a lugares donde no estuvimos antes.
Estamos presentes entre gente común, somos importantes para quienes en su momento no lo fuimos y es definitivamente el momento para hablar del país en todos los ámbitos.
Que el turista extranjero se interese por venir, que el comerciante pierda el temor a negociar con Costa Rica y que podamos entrar a círculos políticos gracias a ese lubricante social que es el fútbol.
Esperaría que este tema esté en el radar de quienes toman estas decisiones, quizá centrando el énfasis en el Instituto de Turismo, la Promotora de Comercio Exterior y los de atracción de inversiones.
Y por qué no, aprovechar la coyuntura para llevar a Luis Guillermo Solís a lugares donde su presencia pueda marcar un giro en políticas a favor del interés nacional.
Sin embargo, me parece que en medio de la algarabía, la capacidad de reacción es limitada como para sacar el mayor provecho de este momento inmejorable, que es imposible prever si habrá uno igual.

Daniel Chacón

 

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