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El Tío Cándido o La Luna no es de queso (2)

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 20 marzo, 2008


VERICUETOS

Tomás Nassar

El Tío Cándido o La Luna no es de queso (2)

De alguna manera, Carmen Lyra, nuestra Tía Panchita, reflejaba la naturaleza de los costarricenses a través de los personajes de sus cuentos: Tío Conejo, Tío Coyote, Uvieta, y sus compinches.
Albergo la duda de que, quizás por la época que le tocó vivir, no le fue menester dar vida a algunos que, en estos tiempos, serían la esencia de los nuevos ticos; o que, siendo sus contemporáneos más bien “gente de campo”, es decir, sencillos y bonachones, no se percató de que en el futuro no tan lejano, no nos representarían con tanta fidelidad.
No sé si hace casi 100 años la cosa era igual, si ser sencillo era sinónimo de ser maje (no mae) o medio tontillo. Quizás en aquellos años, la gente era campechana porque su vida se afectaba mucho menos por la imagen que querían proyectar a los demás, pero parece que era menos cándida que ahora. Dicho de otra manera, eran menos ostentosos, pero más maliciosos. Por lo menos para Constantino Láscaris, los ticos éramos “cartagos”, medio pueblerinos, pero no lelos.
Si la Tía Panchita hubiera tenido una bola de cristal que le hubiera permitido ver el futuro, quizás hubiera dado vida al Tío Cándido, ese sujeto que se pasaría la vida pensando que Costa Rica es la Suiza de Centroamérica, que los ticos somos cultos, educados, amables y pacíficos, que este es un país seguro, que se puede dar un avenidazo a cualquier hora sin temor a morir en el intento, y que una conspiración alevosa en contra del sistema y de la democracia es imposible porque aquí no hay malos hijos de esta tierra capaces de destruir nuestros valores.
¡Sí, cómo no!
Las cosas no son como antes y tenemos que entenderlo. Ya pasaron los tiempos en que nuestras máximas amenazas eran la roya del café, la polio y el general Somoza. La Guerra Fría nos pasó inadvertida y por alguna razón histórica, que el tiempo dirá si fue la misma, Costa Rica y México, pasaron inmunes al internacionalismo fidelista que vio con ojos menos generosos a muchos otros países de la región. Aunque con algunos conatos de terrorismo relativamente aislados a finales de los 70, nosotros no vivimos ni guerras ni guerrillas como las que padecieron Guatemala, El Salvador y Nicaragua. ¿Será por eso? ¿Será que nos faltó verla venir y hablar con ella?
El Tío Cándido no puede representar más el ser del costarricense inocentón; por el contrario, tiene que abrir los ojos de par en par y reconocer, de una vez por todas, que sí existen algunos, no pocos, que están interesados en dar al traste con el sistema constitucional, que quieren destruir el régimen fundado en la democracia representativa, que apoyarían a gobiernos foráneos que sueñan con desestabilizar la región.
El Ministro de Seguridad Pública ha dado noticias en estos días sobre las que tenemos que reflexionar con mucha seriedad.
Si las FARC se pasean por Tiquicia como Pedro por su casa, no será por las bondades del clima de Atenas, ni porque les deleita el pinto con natilla. Si algunos extremistas anti-sistema gozan de muchos recursos no será porque hacen rifas; si algunas “coordinadoras” hablan de lucha armada, no será con pistolitas de agua.
El Ministro está obligado a revelar los nombres de los conspiradores. Los ciudadanos debemos perder la candidez, que ni somos suizos, ni la Luna es de queso.
Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.

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