El cambio según el ojo presidencial
Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 16 abril, 2015
Ojalá el presidente Solís encuentre a los ciudadanos idóneos que le acepten ayudarle a salir del atolladero
De cal y de arena
El cambio según el ojo presidencial
¿Habrá tocado suelo o aún falta esperar más en la caída en barrena de la estima del gobierno del presidente Solís Rivera entre los ciudadanos? No basta con introducir ajustes en la composición del cuerpo de ministros y presidentes de institutos autónomos para reencarrilar al gobierno.
Para medir si estamos en puertas de un cambio de fondo, hace falta saber si el Presidente de la República esté convencido de que su gobierno ha sufrido un desgaste sin precedentes y por qué.
Días atrás dijo que ese descrédito viene por un “acoso mediático cotidiano” y dejó en claro que no percibe lo que otros sí percibimos: la pobrísima pericia política que acusa la gran mayoría del conglomerado nombrado “a retazos” en una hilada de designaciones habidas en mayo.
A estas alturas cabe especular si en el fuero interno del mandatario ya se posicionó la razón de un cambio y que acepta que hay astenia política en su gabinete y que en caso de su recomposición, está determinado a evitar que se repita. Ya nos hizo saber (así lo dijo el sábado pasado) que está valorando modificaciones en su principal grupo de apoyo y que ningún ministro está pegado con goma loca al cargo.
Lo que dejó a la especulación es si en los nuevos escogidos está priorizando requerir aptitud política, capacidad de trabajo en equipo e identificación con el norte que se trace en procura de solucionar los cruciales problemas que amenazan el equilibrio social, económico e institucional del país, empresa para la cual es evidente la necesidad de que el presidente Solís busque acuerdos pluripartidistas que provean los respaldos políticos indispensables para ello.
Hay carteras clave que en este año han probado no estar precisamente en las mejores manos y que le han impedido al mandatario “arrancar con el cambio prometido en campaña”. Si el Presidente de la República quiere recuperar tiempo y prestigio, debe ir más allá de un simple cambio de nombres.
Lo que ha habido en estos casi 12 meses de la administración Solís ha sido un despilfarro a manos llenas de uno de los más grandes capitales políticos cedidos por el electorado en la historia nacional.
Ministros y directores de entes autónomos improvisados, políticamente inexpertos, distantes de la agenda de trabajo para la que se les llamó, descalificados para trabajar en equipo y con la fatal carencia de una inteligente y eficaz cabeza directora y coordinadora, hacen un coro tan desafinado que inevitablemente arrastraron al gobierno al despeñadero.
Cuesta hallar la explicación de por qué el presidente no ha percibido esa marcha de su estado mayor tan accidentada, turbulenta, plagada de contradicciones y pifias, al extremo de generar un desencanto enorme en la masa de ciudadanos que le dio su confianza.
A estas alturas, con la acumulación de chambonadas, con la amenaza de un colapso en las finanzas públicas, de la tasa de desempleo, de los índices de pobreza, de la desconfianza de los sectores sociales… ojalá el presidente Solís encuentre a los ciudadanos idóneos que le acepten ayudarle a salir del atolladero.
Álvaro Madrigal
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