El empleo de menores
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 13 julio, 2016
El empleo de menores, dependiendo de las circunstancias, es altamente positivo para ellos
El empleo de menores
En las épocas vacacionales de cada año, ahora son solo los hijos de las elites y sus amistades quienes tienen la oportunidad contar con un empleo, no solo ganando dinero a través de sus esfuerzos propios, sino también adquiriendo experiencias valiosísimas sobre la vida y las relaciones entre las personas. Estos trabajan en las tiendas, oficinas, fábricas, hoteles, restaurantes, call centers y talleres de sus padres, tías o abuelos y obtienen la oportunidad de interactuar con otros trabajadores y de escuchar sus perspectivas sobre la vida.
Con la educación dual se quiso otorgar experiencias laborales de tanta importancia a menores sin estos tipos de parentescos elitistas, pero bajo la presión feroz de los sindicatos la Ministra de Educación Pública actual le echó tierra al proyecto, que ha sido tan exitoso en países desarrollados como Alemania, por citar solo uno.
El empleo de menores, dependiendo de las circunstancias, es altamente positivo para ellos. Se debería recordar que las “vacaciones” escolares anuales entre diciembre y febrero se establecieron para que los niños pudieran trabajar en la cosecha del café. La familia entera, desde los ocho años en adelante, participaba en ese esfuerzo que ahora está en manos de los Ngobe Bugle y los nicaragüenses.
En las familias abocadas a la agricultura, aún hoy no es mal visto que los niños ayuden con los quehaceres de la finca. Un chiquito podría ser responsable de recoger los huevos puestos durante la noche; otro, de alimentar al chancho y un tercero, si fuera suficientemente grande, de ordeñar la vaca o las vacas antes de irse a clases.
Pero para la gran mayoría de los menores de edad, las “vacaciones” se convierten en un periodo de ocio; si les va bien, se dedican a ver televisión, a hacer ejercicios y a jugar con los vecinos dentro y fuera de la casa. Si se les va mal, de repente aparecen los embarazos precoces, la experimentación con narcóticos, y quizás unos pequeños robos en la pulpería u otro establecimiento como diversión o para producir plata.
Que quede claro que un menor con permiso del Patronato Nacional de la Infancia y su debida Tarjeta de Identificación de Menores (TIM) puede trabajar e incluso aparecer en las planillas de la Caja, siempre que sea en época en que no hay clases. Y no tiene que ser trabajo remunerado; puede laborar como voluntario sembrando árboles, limpiando caudales de ríos, o jugando naipe con los adultos mayores en los asilos, para citar tres posibles ocupaciones.
Pero irónicamente los que más aprovechan las épocas vacacionales son los menores que provienen de familias con mayor capacidad adquisitiva. Y reportan los que han disfrutado de este tipo de oportunidad que el trabajo les da una sensación de bienestar, de valor y de satisfacción por participar, aunque temporalmente, en el mundo de los adultos.
Algunos docentes reportan que los menores que pasaron sus vacaciones trabajando toman más en serio sus clases al retornar al aula; son más disciplinados y más cumplidos.
cdenton@cidgallup.com
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