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Energía con visión de futuro

Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Jueves 04 junio, 2020

Mientras en el primer mundo se tiene claro que las compañías energéticas deben evolucionar a esquemas disruptivos que sean amigables con el ambiente, pareciera que en nuestro país existen sectores interesados en volcar la trayectoria de renovables que nos ha caracterizado como el ejemplo a seguir en economías descarbonizadas.

No existe tal bonanza como algunos lo quieren hacer ver con la explotación de hidrocarburos, el costo ambiental es enorme y sobre todo es una cortina de humo para atrasar la reinvención que requiere el sistema energético para lograr un futuro libre de carbono.

El sector se mueve hacia la creación de prosumidores (productores y consumidores de energía a la vez), a la utilización de vehículos eléctricos y la consecuente disminución de los costos de generación y almacenamiento individuales (por ciudadano o grupos de ciudadanos) que no los haga depender de las compañías eléctricas.

Pareciera que en un futuro lejano es que se podrían dejar de lado los combustibles fósiles para generar energía, pero las energías renovables (no hidroeléctricas) van tomando la batuta en el mercado. La capacidad instalada en la matriz solar latinoamericana ha aumentado en la región en un 0.9% de la capacidad total de instalación eléctrica regional, siendo Chile el país que ha alcanzado un 55.8% en la generación solar lo que ha generado una disminución del precio de la electricidad entre 2009 y 2017. Por otro lado, en generación eólica la capacidad instalada de la región produce 19720 MW que representa el 5% de la totalidad del sistema y Brasil se pone a la cabeza como generador con una participación eólica del 58.4% de la capacidad instalada en América Latina y el Caribe. En Centroamérica, Costa Rica, el Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá tienen límites asumidos que requieren replanteamientos para la promoción de generación renovable alternativa y el desplazamiento de la generación a partir de combustibles fósiles.

Las redes de transporte tradicional deben prepararse para competir por clientes que podrán autoabastecerse y generar su propia energía, porque el costo de almacenar y generar energía se verá reducido; volviéndose competitivo en comparación al costo de la electricidad suministrada usualmente por las redes de distribución y transporte convencionales.

Las fuentes renovables de energía solar, eólica y geotérmica abundan en América Latina y sus costos disminuyen con rapidez. Según el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en la próxima década aumentará la proporción de energía generada por fuentes renovables no convencionales y el intercambio (trasiego) de energía entre los países resulta más rentable, que los planes de expansión estudiados en cada país.

Es necesario que los gobiernos de la región actúen como bloque y que se haga la correcta utilización de recursos en los cuales ya se ha invertido, como el Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central (SIEPAC), así como depende de la regulación lograr una transición energética impulsada por el consumidor (como eslabón principal del servicio) y habilitada por la tecnología. Las acciones que deben tomar los países deben buscar complementariedad energética para mitigar los efectos del cambio climático y las temporadas estacionales y así satisfacer la demanda de energía utilizando las fuentes renovables disponibles en los diferentes países, lo que permitiría en un escenario de energías renovables e interconectado lograr una participación del 80% a partir de estas fuentes para el año 2030.

Es deber de los gobiernos actuar en contra de algunos intereses de grupos y ceder control sobre sus sistemas eléctricos nacionales, con miras al beneficio de sus ciudadanos y del planeta en general.

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