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Esperanza

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 20 enero, 2009


Esperanza

Pedro Oller

Hoy, al asumir Barack Obama la presidencia de Estados Unidos, se renueva la esperanza mundial por un mundo mejor. Las expectativas son mayúsculas, en sus palabras del domingo: “la renovación americana” tan necesaria después de ocho años de desilusión, arranca hoy de la mano del presidente Obama y bajo la simple —pero significativa— promesa de campaña: el cambio.
Obama es un “media darling”, una figura que por su elocuencia, por sus extraordinarias dotes y, también, por su ser ha llenado de ilusión a una prensa que solía aborrecernos por el aburrimiento que provoca el negativismo.
Además, el presidente electo cuenta con las buenas intenciones de tantos que —históricamente— le firmaron un cheque en blanco inaudito Casa.
Escuchar ayer a Mitt Romney hablar sobre Obama, comprometerse con su administración, con su voluntad de alcanzar la acera de enfrente y obligarse con lo que se necesita, ahí y afuera, es fantástico.
Estamos, todos, apabullados por la crisis financiera. El compromiso es la generación de empleo, la distribución de riqueza, la reactivación del esquema económico global y, especialmente, de garantizarles a quienes hemos ahorrado el no perderlo todo (léase pensionados y los demás) en medio de la crisis. Hacemos eco en nuestro país como en cualquier rincón de que resulta imprescindible.
No obstante, y si he de remembrar un capítulo en cierre, más ahora con TLC finiquitado adonde la cosa resulta más compenetrada. El presente no es fácil, muchos estaban sufriendo de previo al terremoto y ahora, como en tantas otras circunstancias, nos debemos a nosotros mismos. A nadie más.
Don Oscar, por razones que todavía no termino de digerir, insiste en mendigar y —cuando no le llenan las expectativas y las bolsas, a pesar de que la cosa está jodida en Cinchona y Wall Street— también en repudiar (léase sin t (p) y sin la i (e). Lástima por él, porque eso no va con un Premio Nobel ni con nosotros ni con su familia, pujante, emprendedora y valiente
Los costarricenses somos gente generosa, buena y solidaria. Tal vez Don Oscar, como sale mucho y poco está, no ha medido la capacidad extraordinaria de nuestro pueblo. Pero me guardo las lágrimas que le vi correr, y que asumo por sinceras ante la tragedia, de cara a la desolación palpable para que se ponga las pilas y atienda nuestras carencias.
Que no solo de maduras vive el hombre. Este país se vale, en gran medida, por sí solo. Ciertamente las condiciones internas son limitadas, las necesidades extremas y la bondad generosa.
Pero nunca, hasta ahora, hemos condicionado tanto el discurso en función de lo poco que tenemos como hoy con la administración Arias. Y hemos respondido. Por nuestras propias manos, con nuestros medios y de cara a quienes nos necesitan ¢1.200 MM para la CNE, fantástico, pero que nos cuenten quien les supervisa y ejecuta. Porque en Costa Rica hay muchos que nos vinculamos, a pesar de las circunstancias, y ahora estamos viviendo de la duda.
Producto del cambio silencioso: el de la gente que dice Presente, la que contribuye directamente pero también exige. Porque está quemada y dolida.
El presidente Obama tiene un reto histórico. El presidente Arias también. Ninguno puede sentirse satisfecho con dejar las cosas estar. Les reclama el futuro echar pa'delante y no desestimar los riesgos presentes. El presidente Obama le entró de frente, el presidente Arias con quejas. Para sembrar esperanza hay que dejar de lado el cansancio, la mendiga y el propio para abocarse a la solidaridad con quien más lo necesita.
Digo yo y celebro el día de hoy por ser histórico.

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