Éxito costarricense de mano femenina
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 21 agosto, 2017
Éxito costarricense de mano femenina
Costa Rica ha alcanzado un sonado éxito en su política exterior guiada por la profesional, capaz y eficiente mano de la embajadora Elaine White. Bajo su hábil conducción 122 países aprobaron, en Naciones Unidas, el primer tratado internacional legalmente vinculante que prohíbe y manda eliminar las armas nucleares.
Este es un paso de extraordinaria importancia para el desarme y la paz del mundo. A pesar de que la existencia misma del género humano puede depender de su ejecución, solo se ha logrado llegar a este acuerdo después de 72 años de la terrible explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Esto da fe de lo difícil que ha sido esta empresa.
¡Qué fácil habría sido no empeñar los esfuerzos de nuestra nación y los muy valiosos servicios de la embajadora White en tan riesgosa tarea aduciendo que sus altos ideales eran inalcanzables! Pero una vez más se demostró que nuestro pequeño país tiene altos valores que ameritan ser promovidos en las esferas internacionales, y profesionales capacitados para acometer con éxito esas muy difíciles tareas. Esta es una importante lección para la conducción de nuestras relaciones internacionales.
El tratado se aprobó con solo el voto contrario de Holanda y la abstención de Singapur. Pero ninguno de los cinco miembros del Consejo de Seguridad (EE.UU, China, Rusia, el Reino Unido y Francia) formó parte del grupo que acordó negociarlo, ni tampoco participaron las otras tres naciones que han explotado armas nucleares: la India, Pakistán y Corea del Norte, ni Israel que se considera las posee.
Esto significa que el camino por recorrer es largo y empinado. Después de la aprobación en 1970 del Tratado de No Proliferación Nuclear cuatro países más son poseedoras de ellas, y después de la aprobación en 1995 del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, no se ha logrado su adopción por alguno de los nueve países nuclearmente armados, ni su entrada en vigencia.
Se requiere que 50 naciones ratifiquen este Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares para que entre en vigencia. Y lo más difícil, se necesita que los estados armados nuclearmente se adhieran y acuerden la destrucción de sus armamentos nucleares de destrucción masiva. Además, contar con instrumentos confiables que aseguren que con posterioridad no habrá estados u otras organizaciones que puedan desarrollar y fabricar este tipo de armas.
Claro que estas tareas no son fáciles, no se alcanzarán en un corto plazo, y posiblemente no serán posibles sin antes desarrollar instituciones y conocimientos que permitan a los países hoy armados con armas nucleares, tener seguridad de que deshacerse de estos instrumentos diabólicos de destrucción no signifique un peligro de que otros puedan usarlos en su contra.
Pero esas dificultades solo significan que nuestro país no debe cejar en sus esfuerzos por alcanzar estos altos y tan indispensables fines para asegurar la propia supervivencia de la humanidad.
La pequeñez de nuestra nación, su condición de país desarmado, la fuerza de su democracia y el valor moral de nuestra adhesión a la dignidad y libertad de las personas y al respeto de los derechos humanos nos dan una capacidad excepcional para tener éxito en estas tareas.
Además, debemos aprender a apreciar en su altísimo valor el papel protagónico de las mujeres, como lo han demostrado recientemente los triunfos de nuestras distinguidas embajadoras Elaine White en la aprobación de este tratado, y Christiana Figueres como secretaria ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas con el exitoso Acuerdo de París.
Hay además enormes reservas de valor moral para dar la cara frente a estos difíciles temas y existe la voluntad de enfrentarlos como lo demuestra —por ejemplo— el magnífico trabajo del exdiputado don José Roberto Rodríguez Quesada “Razonamiento Humanitario a las Naciones Poseedoras de Armas de Destrucción Masiva para que Declaren Mora Quinquennalis y como inadmisible su uso”. Este trabajo puede dar lugar a una nueva tarea de estado para avanzar hacia un mundo sin armas nucleares.
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