Inflación de notas; problema nacional
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 07 diciembre, 2022

En 2023 llegarán al primer año de colegio jóvenes que perdieron tres años de educación entre la huelga de 2018 y la pandemia. Tendrán su certificado de sexto grado completo, pero leen a nivel de tercero. Sus conocimientos de matemática y del idioma español serán muy limitados; la disciplina del estudio se habrá perdido. No habrán sido “dejados” porque la instrucción política informal ha sido que todos avancen.
Esta situación se repite a todo nivel en el sistema de educación pública. Como vienen de los hogares de poca capacidad adquisitiva, en su mayoría no aspiran a una educación superior; resultado los exámenes de admisión a las universidades no reflejan esta “pega.” Lo que ha pasado es que a los jóvenes de la pobreza se les ha impuesto una limitación más a la posibilidad de llegar a la clase media y a una vida menos incómoda. El estado que se supone que asegura “igualdad de oportunidad” ha hecho lo contrario en el período 2018-2022.
El informe del “Estado de la Nación” reporta que la división de clases se ha exacerbado, pero aun este esfuerzo de investigación no ha llegado a las cifras que se pueden esperar en el quinquenio próximo producto de esta situación. Ya es tarde para preguntar lo que pasó, pero la educación pública no tuvo la capacidad de atender a sus obligaciones en el período. No es justo culpar totalmente al Ministerio, porque una gran parte del problema es que los hogares de menos capacidad adquisitiva en la mayoría de los casos no tienen wifi.
Un patrono que condiciona el emplear a una persona que esta tenga bachillerato de colegio, tendrá que entender que las expectativas que mantenía en el pasado cuando contrataba trabajadores nuevos de ese nivel ya se verán truncadas. El bachiller de 2022 en muchos casos realmente vendrá con conocimientos de alguien con tercer año de colegio.
Los bachilleratos del sistema de educación privada no tendrán las mismas limitaciones. Los jóvenes de estas escuelas y colegios sí tienen wifi y sí recibieron clases usando ese medio.
La inflación de notas no es limitada a las escuelas y colegios. También ocurre en las universidades, tanto privadas como públicas. En disciplinas donde no hay “métricas claras” los profesores regalan 9 y 10 a grandes proporciones de los educandos. Las ciencias sociales, derecho (la mayoría de los egresados no logra aprobar un examen que administra el Colegio de esa disciplina), comunicación, trabajo social, administración de empresas y tantos más se caracterizan de profesores que al final de cuentas quieren agradar a los alumnos. No hay mejor manera de hacerlo que diciéndoles a casi todos que son unos “genios.” En las disciplinas donde hay “métricas claras” como matemática, física, química, medicina y otros muchas veces los profesores usan “una curva” para asignar notas.
Siempre he tenido las ganas de preguntar a un médico que me atiende – “¿Qué nota sacó Ud. cuando estudió el hígado?” Quizás no le fue bien, y lamentablemente es ese órgano mío que está mal-- ¿Cómo quedo?
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