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Sábado, 23 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Irrespeto continuado

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 05 julio, 2024


Cuando respetamos, los seres humanos pensamos, hablamos y claramente reaccionamos con conciencia de haber hecho bien al prójimo y también a nosotros mismos. Cuando respetamos pensamos en el bien, en la trascendencia de nuestras acciones en la crianza de nuestros hijos o en la lección para nuestros nietos. Cuando respetamos nos preocupamos por evitar la repercusión negativa de nuestras palabras, gestos, acciones, actitudes o discriminaciones hacia nuestros semejantes. Cuando respetamos procuramos el bien para todos, nosotros entre ellos y rechazamos el mal para quien sea. Respeto y bien vienen hermanados.

¿Es razonable la convivencia en irrespeto? ¿Es posible el trabajo en una relación de abuso? ¿Podemos recibir clases en irrespeto o irrespetar como norma a quien nos está enseñando? Claramente no es posible vivir, convivir, o estudiar en irrespeto.

El respeto se aprende en la cuna. El respeto se aprende a través del ejemplo y de la educación en el hogar.

El respeto entre las personas es insustituible en una relación y para la más simple convivencia. El irrespeto es intolerable. El irrespeto es la imposición de una relación desequilibrada en la que una de las partes se impone a la otra y abusa de ella. La agresión personal está reñida con el respeto y el bien.

En nuestro país hemos empezado a notar desde hace unos años una relación de irrespeto de unos hacia otros y esto es doloroso y destructivo. Irrespeto al no procurar de manera seria y comprometida el bienestar general. Irrespeto al legislar con ligereza, al aprobar asuntos intrascendentes y dejar abandonadas las aprobaciones de asuntos serios y graves para nuestros conciudadanos. Irrespeto en el ejercicio de una mala administración pública y peores decisiones en el poder ejecutivo que no termina de enfrentar los problemas de Costa Rica, de sus ciudadanos, de los más débiles en su economía, en su trabajo o en su educación.

Cuando en una gran financiera o en una enorme cooperativa se pierden millones y millones, la ciudadanía enfrenta un enorme irrespeto de quienes generaron una administración que los hizo perder sin más millones y millones, sus ahorros y su seguridad para la vejez. Irrespeto también es el que los responsables y los culpables no enfrenten el peso de sus malas decisiones y o de sus sinvergüenzadas.

Irrespeto hacia accionistas, ahorrantes y costarricenses es cargar a una “tarjeta corporativa” relojes de gran lujo y sofisticados bolsos sin contemplar que esos cargos faltos de responsabilidad iban a causar tragedias en quienes habían confiado en los administradores.

Irrespeto es insultar, denigrar y degradar, a los costarricenses continuamente. Irrespetar es mentir, inventar, desarrollar una narrativa falsa para generalizando cubrir a la sociedad con culpas que no le corresponden, cargos de deshonestidad que no proceden, sin aportar pruebas ni acusaciones judiciales. Irrespeto es acusar sin reparo en comprobación alguna pues se abusa de la credibilidad de quienes tienen confianza en el interlocutor. Irrespeto es acabar con el principio de presunción de inocencia para tener mano libre en la acusación sin pruebas ni sentencia judicial.

Nuestra sociedad y nuestra política están llenas de momentos de irrespeto hacia los electores y hacia los ciudadanos y lo peor de todo es que este repetido irrespeto carece generalmente de consecuencia civil o penal. Simplemente sucede y el agravio daña, pero quien agravia sale inerme sin pagar las consecuencias, a veces incluso recibe un premio por desarrollar esa narrativa.

¡Ya fue suficiente! Los asuntos serios se hablan civilizadamente. Las denuncias graves se hacen en voz baja para que la credibilidad no se la lleve el viento como a las hojas secas y siempre con pruebas en la mano. La controversia por la controversia es inadmisible. El vivir en agitación sin considerar el costo social o personal es un irrespeto al dolor ajeno.

No se construye un país actuando sin la seriedad debida. No se edifica dejando de buscar soluciones permanentes a los dolores y carencias de los habitantes de esa comunidad. El esfuerzo de país ha sido lógicamente intenso en la construcción de lo que tenemos. La lucha por alcanzar mayores y mejores niveles de vida y de satisfacción ha sido permanente por siglos.

Podremos perdonar, pero nunca olvidar a quienes nos han tratado en irrespeto y a quienes han abusado de la confianza de los pueblos. Ya fue suficiente de infringir herida sobre insultos. Ya fue suficiente hacer que se hace para terminar haciendo nada. Ya fue suficiente hablar y hablar sin hacer. Ya ha sido demasiado atropellar la confianza y bienestar públicos.

Respeto, integridad, altura, corrección.

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