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Jamás iba a ser gratis

Alejandra Esquivel alejandra.esquivel.guzman@gmail.com | Jueves 13 octubre, 2016


Esos nueve partidos políticos que conforman la Asamblea Legislativa de Costa Rica, también acordaron que ya no tendrían que comprobar sus gastos de campaña ante el Tribunal Supremo de Elecciones

Jamás iba a ser gratis

Los nueve partidos políticos que conforman la Asamblea Legislativa de Costa Rica, anunciaron el lunes su intención de reducir permanentemente la contribución del Estado a las agrupaciones políticas para las elecciones nacionales y municipales por medio de una reforma a nuestra Constitución Política.

Esta medida, si bien es positiva, viene siendo una deuda histórica de la Asamblea Legislativa con Costa Rica pues aunque ya para  2010 se había modificado el Código Electoral, bajando la deuda del 0,19% que establece la Constitución Política en su artículo 96, al 0,11% del Producto Interno Bruto (PIB) y a pesar de que este proyecto se propuso desde hace ya varios años bajo el expediente 18357, pese a que no solo ha pasado por plenario para su discusión en el pasado, sino que además el mismo Poder Ejecutivo ha solicitado se apruebe la reducción a la deuda: el Poder Legislativo no ha demostrado su compromiso con Costa Rica para dar aire a las finanzas públicas por medio de una reducción permanentemente de esta partida presupuestaria.
La parte sumamente negativa de esta historia y a la que no se le está prestando debida atención, es que esos nueve partidos políticos que conforman la Asamblea Legislativa de Costa Rica, también acordaron que ya no tendrían que comprobar sus gastos de campaña ante el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) para que se les gire el dinero de la deuda política que obtengan por su participación en los próximos procesos electorales, esto por medio de la eliminación del principio constitucional de comprobación de los gastos en el manejo de la contribución estatal a los partidos.
Los niveles de déficit fiscal que ha alcanzado el país; la reforma fiscal que autoridades públicas y políticas solicitan al pueblo; toda la inversión pública que históricamente se deja de hacer para beneficiar el financiamiento de las campañas electorales en un momento incluso en el que pareciera que con excepción de unos cuantos, los únicos que creen en los partidos políticos costarricenses son quienes conforman la propia “clase política” costarricense o quienes aspiran a ser parte de ella… no tiene sentido que se despilfarren los recursos del pueblo en un destino tan cuestionable y por una vía aún más cuestionable, al menos no tiene sentido para mí y es probable que para una mayoría de costarricenses que entiendan los costos de oportunidad y los costos financieros de asignar estos recursos a quienes nos han proveído muchas más burlas que las promesas que hacen en campaña a costa misma del pueblo.
Los actuales diputados quieren salir en la foto como si esto fuera tema nuevo y jugando de mártires por la reducción del peso de la deuda política respecto al PIB. Aplaudiremos no que retomen el tema, sino que se lo tomen en serio esta vez mitigando al menos permanentemente, el sacrificio que le demandan al pueblo costarricense en función de un gasto gubernamental que no solo exprime financieramente y decepciona al pueblo, sino que por si fuera poco, los partidos políticos ni siquiera son capaces de justificar y demostrar.
¿Estos diputados respaldan la reducción de la deuda política por convicción de que es lo mínimo que merecen los costarricenses o por simple estrategia política? Para mí es claro: a todas luces se vería muy mal que pretendan ser candidatos presidenciales (bien sabemos que muchos de ellos aspiran a serlo) sin respaldar un proyecto de esta índole, pero la verdadera razón de esta unanimidad en el Legislativo, es que una vez más se quieren burlar de nuestra inteligencia y a lo que realmente quieren restarle importancia, es a sus verdaderos intereses de bajar el perfil a la rendición de cuentas de los gastos de sus partidos políticos vía deuda política y respaldar los intereses de sus partidos políticos de gastarse el dinero del pueblo sin mayores cuestionamientos.

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