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Sábado, 23 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


LA BATALLA QUE NO PODEMOS PERDER

Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Viernes 09 junio, 2023



“No solo los pobres y oprimidos deben liberarse. Hoy deben ser liberados

todos los seres humanos. Todos somos rehenes de un modelo de comportamiento

que nos sitúa, en contra del sentido del universo, por encima de las cosas, en vez de

estar con ellas dentro de la gran comunidad cósmica.”

Fazenda Sossego, Santana do Deserto, MG.

“…la esperanza [es de que] el futuro común no se construirá

sobre las ruinas del planeta y de la humanidad. Así como del caos originario

surgió la cosmogénesis, la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera, la biosfera y

la antroposfera, también habrá de surgir la noosfera -la comunión de mentes

y corazones- en un centro de vida, de solidaridad y de <<amorización>> común.”

Fazenda Sossego, Santana do Deserto, MG.

Introducción

Estas dos, para mí, extraordinarias citas, que comparto con usted amigo y amiga lectora, se encuentran en la sucinta pero enjundiosa introducción al maravilloso libro del teólogo Leonardo Boff, “Grito de la Tierra, Grito de los Pobres, hacia una conciencia planetaria.”

Me enorgullezco al contarles que tanto el teólogo Leonardo Boff como Frei Beto, fueron invitados de honor en la Universidad Nacional (UNA) durante el ejercicio de mi rectoría e impartieron sendas conferencias de gran calado, alrededor de la temática del calentamiento global y el cambio climático, con un énfasis en una ética ecológica y desde una perspectiva cristiana. En el caso de Frei Beto fue galardonado como profesor Emérito de la UNA.

Muchos de nosotros, académicos, administrativos y estudiantes, adultos y jóvenes, nos vimos enriquecidos con sus reflexiones ora filosóficas y teológicas, ora éticas y ecológicas y creemos haberlos honrado (en mi caso tras haber llegado a la etapa jubilatoria en junio del 2020), al fundar una organización de la sociedad civil que denominamos: “Madre Tierra por el desarrollo sostenible y sustentable.”

En mi caso, les cuento que estaba -y estoy todavía- plenamente convencido de que la lucha por un desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza, con la vida y los ecosistemas que la contienen, es la principal tarea de nuestros tiempos, so pena si no lo hacemos de sufrir nuestra generación o las próximas en un futuro inmediato, la hecatombe más mortífera y desastrosa que haya experimentado la humanidad y la vida de todas las especies de plantas y animales sobre la faz de la tierra, pudiendo llegar hasta su desaparición completa, es decir su extinción. Esta posibilidad es real y, los científicos más connotados de todos los países que, se han congregado varias veces desde 1972, en el estudio y profundización de investigaciones transdisciplinarias e interdisciplinarias, lo han constatado y han dado fe y certeza de ello a toda la humanidad. Los signos son evidentes, ominosos y patéticos. Sin embargo, veremos que la “batalla” para defendernos de semejante catástrofe no ha resultado tan eficaz ni eficiente, como lo hubiésemos creído originalmente y, por ende, estamos transitando por un camino inmensamente escarpado y difícil de alcanzar.

Nos llegó la hora de la verdad.

Procuro mantenerme bien informado respecto de la evolución de la enfermedad de la tierra. Es un deber autoimpuesto, desde que tomé la decisión de fundar junto con otras académicas y académicos, estudiantes, trabajadores en general, la Asociación Madre Tierra. Leo todos los libros que pueda, muchas personas amigas, mis hermanos, como saben que el tema es de mi particular interés e incumbencia, me regalan buenos libros; además me he dado a la tarea de leer muchos excelentes reportajes, seleccionando la fuente de la información, porque ‘está de dios’ en estos días que circulen también por las redes una abrumadora cantidad de noticias falsas, por lo que hay que agudizar el lente.

Siempre he vivido lleno de esperanza en la humanidad, ahora ya como adulto mayor, me he ido dotando de una buena dosis de realismo que combino con mi inveterada costumbre de ver el lado bueno de las cosas. Esto lo expreso porque casualmente en estos últimos días circula un buen cúmulo de información preocupante sobre el estado del paciente, nuestra Madre Tierra.

Para escribir este ensayo he seleccionado una investigación internacional, que me ha parecido veraz y cuyo contenido por tanto quiero compartir con mis amigos lectores. Se trata de un estudio realizado por investigadores del Centro Vasco de Investigación sobre el ‘Cambio Climático’, publicado la semana anterior en la revista Nature, según lo escrito por la científica Noelia Zafra. (Cfr. https://cadenaser.com/nacional/2023/05/31/una-investigación-internacional-revela-que-ya-se han-sobrepasado-siete-de-los-nueve-umbrales-que-permiten-la-vida-en-la-tierra-cadena-ser/):

El informe no puede ser más preocupante, ya que el Planeta en su conjunto ha sobrepasado siete de los nueve umbrales que permiten la vida en la tierra. Suena escalofriante, no es cierto (¡!). Se nos advierte, como lo he repetido en mis ensayos sobre la temática, que los daños no son idénticos en todas partes, sino que se mantienen los efectos desiguales de acuerdo con la exposición de las diferentes regiones a los efectos de la contaminación, la falta de agua y el clima, para citar tres de los siete baremos que han provocado que hayamos cruzado ‘las líneas rojas’ acerca de la habitabilidad de nuestra ‘Casa Común’. El documento también señala que desde el 2009, un grupo de científicos identificó los nueve indicadores que no deben traspasarse, para que la Tierra no se transforme en un lugar ‘hostil’ para la vida. Como puede verse ya hemos traspasado en muchas partes siete de esos nueve indicadores.

Por el lado de la contaminación, se señala el uso abusivo de elementos químicos como el fósforo y el nitrógeno que están presentes en muchos de los pesticidas utilizados en la agricultura. Un informe reciente señala problemas serios en el registro de plaguicidas en el caso de Costa Rica. (Cfr. gustavo.ortega@nación.com. Aparecido en el diario esta misma semana el 6.06.2023). La página consultada señala que pese a haberse emitido en los últimos 17 años diez decretos ejecutivos encaminados a regular y agilizar el registro de agroquímicos, persisten una extensa lista de componentes pendientes de inscripción y cuestionamientos por la amenaza del rezago de casi dos décadas, lo que pone en verdadero riesgo la salud humana, la de los animales y el propio medio ambiente. Además, cita el profesional que, de acuerdo con lo dicho por Ileana Sánchez, presidente de la Asociación de Profesionales en Registro, las normativas se elaboran sin tomar en cuenta la opinión de los especialistas. Imaginémonos semejante desaguisado. La señora Sánchez habría afirmado que la eficacia del registro de agroquímicos en Costa Rica está puesta a prueba, después de más de 20 años de estudios plagados de fallas. En el 2004, la Contraloría General de la República, advirtió que el mismo Servicio Fitosanitario del Estado, incumplía la normativa tanto nacional como internacional en materia de registro de plaguicidas. (Cfr. Ibidem. Pag.21). El propio jerarca del Ministerio de Agricultura del actual gobierno, Víctor Carvajal afirmó que en este país tenemos leyes aprobadas, sin que contemos con la mínima información acerca de si los químicos que están aplicando los productores pasaron por pruebas de impacto ambiental, puesto que no pasaron por el suministro de información indispensable. Por último, en un estudio del PNUD (Naciones Unidas), realizado por el Ing. Agrónomo Elidier Vargas en el 2021, se afirman transgresiones sorprendentes, como que, a esa fecha se contabilizaron 1.884 plaguicidas cuyos registros ya habrían vencido y algunos tenían hasta 37 años de tener sus registros vencidos, a otros ni siquiera se les había asignado una fecha de vencimiento. Por añadidura, otros 16 agroquímicos empleados en el país arrojaban un 44% de factores de alerta alta y 50% de alerta moderada para la salud humana, el medio ambiente y especies animales.

Vuelvo al informe original del Centro Vasco de Investigación, para contarles que la vida natural de la biosfera es otro de los límites sobrepasados, debido a que la gestión de los ecosistemas falla en el mantenimiento y conservación de su integridad funcional, puesto que, cada vez poseen menos área merced a modificaciones y desbarajustes introducidos por el ser humano. Por otro lado, el límite del clima, al cual nos hemos referido tantas veces, estamos a punto de transgredirlo, puesto que estamos 1,2 grados por encima de la era preindustrial y el límite señalado por los científicos ecologistas es de 1,5 para el 2050. Sin tan solo haber llegado a este punto, estamos experimentando eventos extremos catastróficos de sequía que llevan rumbo a la desertificación y, por otra parte, el planeta debe soportar lluvias torrenciales desbordantes, huracanes, ciclones y otros fenómenos semejantes que nos azotan. En cuanto al agua, en grandes extensiones de territorios densamente poblados, nos encontramos ya en situaciones críticas de escasez tanto en el agua superficial como en la subterránea.

Los mínimos vitales de nuestra batalla por el rescate de la Madre Tierra.

1. Estratégicamente, la humanidad ha de prepararse para librar una persistente lucha por modificar la crisis de dimensión civilizatoria; habida cuenta de que en el mundo predomina un modelo consumista que hemos instalado, sobre todo a partir de la época industrialista, el cual se ha convertido en un modo productivo cada vez más depredador de los ecosistemas y de todos los entornos marítimos y terrestres, como lo comprobamos diariamente. Fazenda Sossego, lo ha expresado magistralmente en la introducción al libro citado del teólogo Leonardo Boff, como lo dejamos expresado en la primera cita y repetimos ahora: “todos somos rehenes de un modelo de comportamiento que nos sitúa en contra del sentido del universo, por encima de las cosas en vez de estar con ellas dentro de la gran comunidad cósmica.” Por eso afirmo que se trata de una lucha universal que nos comprende e implica a todos.

2. En vista de que los pobres de la Tierra son los seres más amenazados, por estar dotados de menos recursos económicos, culturales y sociales, la lucha debe orientarse con prioridad a establecer la justicia social con equidad y como ha dicho Noelia Zafra, este es un eje transversal que debe cruzar todo nuestro comportamiento. Debemos convertirla por lo tanto en una ética universal. Profiere la investigación de los vascos una frase que me ha encantado: “Cuando se superan determinados umbrales, no todas las personas, países o grupos sociales se van a ver afectados de la misma manera.” En efecto, tales desigualdades ya se observan en determinados epifenómenos del cambio climático. Por eso Noelia Zafra remata con una idea que me gusta más todavía, arguyendo que: “…hay que mantener un mínimo, no solamente para que sobreviva el planeta, sino para que todos los seres humanos que habitamos en él podamos vivir.” Para que ello sea posible -agrega Noelia parafraseándola- hay que mantener el umbral de superficie del planeta en estado virgen entre un 50 y 60%; hoy nos encontramos muy por debajo de estos umbrales. (Cfr. Zafra, Noelia. Op.cit.)

3. Debemos luchar con denuedo por cambiar la mentalidad de todos, en el sentido de que entendamos que la Tierra es suficiente para todos los seres humanos y demás animales que conviven con nosotros; pero como dijo Gandhi, no es suficiente y nunca lo será ya más para la voracidad de los consumidores.

4. Es menester asimismo que aprendamos a convivir con la idea del primer formulador de los estudios ecológicos, según lo dijo Boff, que fue Ernst Haeckel (1834-1919): “…la ecología es el estudio de la inter retro-relación de todos los sistemas vivos y no vivos entre sí y con su medio ambiente.” [añade L. Boff], “No se trata de estudiar el medio ambiente o los seres bióticos (vivos) o abióticos (inertes) en sí mismos. La singularidad del discurso ecológico no está en el estudio de uno u otro polo, tomados por sí mismos, sino en la interacción y en la interrelación mutua. Eso es lo que forma el medio ambiente…” (Cfr. O.cit. Boff, Leonardo).

5. En consonancia con lo anterior Boff propone recuperar una visión global de la naturaleza y, dentro de ella, de las especies y sus representantes individuales. Así, afirma el teólogo, la ecología es un saber acerca de las relaciones, interconexiones, interdependencias e intercambios de todo con todo, en todos los puntos y en todos los momentos. La ecología atañe por lo tanto antes que, a objetos de conocimiento, a las relaciones entre los objetos de conocimiento. Me gusta decir junto a Leonardo Boff y Frei Beto que, se trata de un ‘saber de saberes’ relacionados entre sí. Las ciencias particulares no quedan suprimidas, la física, la matemática, la geología, la oceanografía, la biología, la termodinámica, la biogenética, la zoología, la antropología, la astronáutica, y la cosmología etc. Sino que deben seguir construyéndose, pero atentas unas respecto de las otras, por la interdependencia que los objetos de estudio de cada una de ellas guardan entre sí. El ‘saber de saberes’, no es una suma de ellos, sino que constituye una totalidad orgánica y abierta a la realidad y al saber acerca de esa totalidad, constituyéndose en una cualidad nueva. Todo esto de extraordinaria lucidez a mi parecer se encuentra en la visión de Leonardo Boff, y hoy yo lo he querido retrotraer para presentarlo ante ustedes. Porque sí constituye una visión que, por haberla hecho muy mía, deseo compartirla y someterla constantemente a la consideración de mis contertulios por doquier. Por fin Boff llega a la convicción, junto al mayor de los ecólogos brasileños, según su criterio, se trata de José A. Lutzenberger, que la ecología, “…es la ciencia de la sinfonía de la vida, es la ciencia de la supervivencia.” (Cfr. Concepto de ecología: Revista Vozes -enero febrero de 1979- pag.64). Por esa sola razón, remata L. Boff, la ecología se ha transformado en una crítica radical del modelo de civilización que hemos construido y seguimos construyendo…altamente consumidor de energía y desestructurador de todos los ecosistemas.

6. La última propuesta que deseo formular hoy es la de que, en esta urgente batalla, cada ser humano tiene un importante papel que jugar. Un papel consciente, a diferencia del modelo destructor que está instalado, en el que una minoría mundial es poseedora del dominio político y de los recursos del planeta. Esta minoría es la que mueve todo y a todos seres vivos y materia inerte, como si fuesen fichas, como si se tratasen todos de objetos inertes, puesto que los pobres, los trabajadores en todo el mundo, las minorías sojuzgadas, las mujeres vilipendiadas, en el mejor de los casos han adquirido conciencia de su situación, sin haber podido desmontar el modelo civilizatorio que nos oprime y propende a la destrucción de la vida.

De ahí que cada uno tenga asignado y autoasignado un papel en la medida de su consciencia, hasta llegar a formar parte de un inmenso movimiento regenerador del planeta. Cada uno es responsable de su huella ecológica, y se las debe ver con ella; del mismo modo que las grandes corporaciones, que son la punta de lanza de este modelo civilizatorio destructor de la naturaleza, de los ecosistemas y de la vida que debe ser reemplazado, les compete asumir la responsabilidad por seguir devastando al planeta con su producción de hidrocarburos, o combustibles fósiles, los cuales son los grandes propulsores de la contaminación ambiental y de la destrucción de los ecosistemas, igual que de la explotación de las clases trabajadoras.

El tiempo apremia, cada persona tiene un papel y en ello nos va la vida; es urgente contribuir a echar a andar esa rica energía creadora, ética y moralizadora de la consciencia y de la vida, antes que nos consuman las fuerzas destructoras. La esperanza está inextricablemente ligada a ello. La esperanza no es por lo tanto una quimera, es la confianza en el potencial creador de la especie humana cobrando consciencia de sí misma y de su entorno.







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