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La búsqueda del oro; el caso de Crucitas

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 16 enero, 2019


Sigue perdiendo Costa Rica en Crucitas; cuando rompió el país el contrato con los mineros canadienses por lo menos quedó el oro en la tierra como recurso del futuro. También las tierras quedaron en su estado natural preservando la flora y la fauna que querían proteger los ambientalistas que adversaron la concesión

Ahora oreros independientes están extrayendo el mineral, usando mercurio en grandes cantidades para separar lo valioso de lo demás y literalmente se están llevando la riqueza y destruyendo la naturaleza.

Cabe preguntar: ¿Dónde están los ambientalistas? ¿Qué hacen para salvar la situación? Pareciera que muy poco están haciendo y esto deja la idea de que realmente lo que adversaban en lo de Las Crucitas era la presencia de una multinacional extranjera y el presidente de ese entonces Óscar Arias. Era más una cuestión ideológica antinorteamericana y antiliberacionista que un interés real por la preservación del ambiente.

Los canadienses que iban a minar el oro de Crucitas estimaban que había casi 20 toneladas de oro en la tierra que era extraíble. Una tonelada contiene 32 mil onzas y actualmente el oro se vende a aproximadamente $1.250 la onza. El valor total del mineral en Crucitas es hoy de $800 millones, más o menos. En el momento de la concesión estaba en $1.800 la onza y se pudo haber vendido “futuros” a ese precio.

Los canadienses prometieron un 25% al Gobierno nacional; se pudo haber construido escuelas nuevas en toda la zona fronteriza con Nicaragua con el dinero o cualquier otra obra pública importante. También prometieron restaurar las tierras a su estado original y contratar 300 trabajadores tiempo completo.

Ahora el oro va saliendo del país y el Gobierno no está recibiendo nada y tampoco hay empleos creados. Peor aún, todo el sector comienza a parecer una “zona de guerra”. Y hasta cierto punto es ese tipo de zona; la vida vale poco y el que encuentra oro tiene que armarse y estar dispuesto a pelear a muerte para que no se lo quiten. La autoridad entra de vez en cuando para remover los mineros, pero pocos días después están de vuelta. Ahora en vez de producir ingresos para el Gobierno, obliga a incurrir costos.

El rompimiento del contrato fue un peldaño más en la construcción de la reputación negativa país. A nivel internacional circula la idea de que Costa Rica es un lugar bueno para invertir siempre y cuando el negocio no sea con el Gobierno y esto de Crucitas ayudó a crear esa imagen. Se junta con el contrato de la prisión de Pococí, el proyecto “Limón Puerto” y varios más.

Pero ahorita el tema reputacional no es lo que está en juego. Todos los días personas sin autorización se están llevando robado el oro que pertenece al pueblo costarricense y vendiéndolo. ¿No merece un esfuerzo importante para parar esto y asegurar el mineral de todos? ¿MINAE? ¿Ambientalistas? ¿SETENA? ¿Están despiertos?

cdenton@cidgallup.com



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