La muni
Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 25 julio, 2009
Elogios
La muni
Soy de Curridabat, un tranquilo barrio que hasta no hace muchos años era una extensa unidad de fincas de café, cuando esta parte de la ciudad terminaba en San Pedro. Hoy está azotado en parte por el hampa, muchos negocios no prosperan, en especial por las noches y es paso obligado para acceder a Cartago, es decir, el tránsito es casi imposible.
Hace ya tiempo, los vecinos comenzaron a protegerse y se organizaron en pequeñas comunidades mediante colectas para que aparecieran más guardas privados, casillas para protegerlos de la lluvia y en calles cerradas aparecieron barreras o agujas para frenar en parte a los fumadores empedernidos de marihuana que se dedican a jugar fútbol con la basura.
La presencia de los guardas con sus vueltas bicicleteras y su silbato no diré que ahuyentaran a los ladrones, pero al menos nos daban cierta tranquilidad y las barreras nos hacían creer que podíamos llegar a la casa un poco más tarde, en especial los ciudadanos de oro, abandonados por la fuerza pública.
Yo colaboré porque los vecinos que me visitaron son distinguidos profesionales que se echaron encima la tarea de protección en nombre incluso de los que no pagan y porque nadie más se ocupa más que de cobrarnos impuestos. Pero Costa Rica es una democracia y estamos obligados a hacer lo que ciertas municipalidades no hacen por nosotros.
Siempre he lamentado no tener una muni más poderosa y eficiente como en las ciudades donde se consolida un solo intendente que siempre se postula para presidente de la República, en virtud de sus obras; la de San José es tan comparativamente reducida que carece de la fuerza de un Mauricio Macri en La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con una población que atender equivalente a la de todo Costa Rica. Aquí, el caso de Johnny Araya es un ejemplo de lo que digo: su territorio es reducido.
Aquí sabíamos poco de la muni, pero el miércoles 15 de julio las huestes municipales se hicieron presentes y arrancaron de cuajo la obra de los vecinos, con el argumento de demostrar que la vía es pública y solo puede ser vigilada y regida por la muni que difícilmente tape un pozo en esa misma vía. Imagino que es lo correcto y desconozco el porqué aunque vi con mis ojos el cómo.
Una camioneta suficientemente amplia como para albergarlos traía ocho funcionarios, uno conducía, otro se ocupaba de la ingrata tarea y el resto —quiero imaginarlo— estaban para protegerlo por si nos rebelábamos los contribuyentes. Los ocho se retiraron orgullosos en la misma camioneta: no eran público curioso, se trataba de toda una tropa.
Entonces pensé en las duras tareas de la burocracia municipal de Curri: dicen que un funcionario puede hacer un pozo en ocho horas, dos necesitan para la misma tarea 16, tres no la hacen y cuatro forman un sindicato.
¿O será que —a como dé lugar— hay que hacer algo para ganar votos en las próximas elecciones?
leopoldo@amnet.co.cr
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