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De cal y de arena

La rendición de Walker

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 01 mayo, 2008


Inteligente, astuto y perseverante. Contó con una gran fuerza política: la de los poderosos sureños que promovían la expansión de la Unión Americana para acrecer el mundo sometido a la esclavitud. De ahí que no bastaran las derrotas que sufrió en Santa Rosa y en Rivas. Y si bien William Walker capituló hoy hace 151 años, no quemó sus naves. A punto de morir o de rendirse, llegó el capitán de la corbeta estadounidense “St. Mary” para tenderle puente de plata. Debidamente autorizado por el general José Joaquín Mora procuró su rendición. Walker, listo e inteligente como dice el historiador Rafael Obregón Loría, se aprovechó de las diligencias del capitán Charles Davis para obtener para él y sus filibusteros, las singulares condiciones que le permitieron entregar a este marino el acta de capitulación y huir. Un documento que la historia registra como “bochornoso” y que bastantes críticas le trajo a Mora. Aunque era general en jefe de los ejércitos centroamericanos, en el comando lo recelaban y socavaban su autoridad, lo que explica por qué, a juicio de la investigadora Clotilde Obregón, en lugar de infligirle una derrota, Mora le permitió capitular. Walker así sobrevivió y escapó para encontrar allá en el sur cobijo y aliento para una nueva invasión. Reapareció el 24 de noviembre de 1857. Remontó las aguas del San Juan y se apoderó de las posiciones y equipos del ejército costarricense. Y si no es porque el gobierno americano instruye al comodoro Paulding, de la fragata “Wabash”, a apresarlo, quién sabe qué destino nos habría esperado, exhaustos y sin recursos nuestros hombres y políticamente desgastado el gobierno. Pero para valorar los intereses que había tras Walker, vale anotar que en Nueva Orleans salió libre y Paulding fue destituido por haber detenido al filibustero. Sus andanzas volvieron a traerlo a Centroamérica —a Honduras— donde fue fusilado en 1860.

Los presidentes Franklin Pierce y James Buchanan simpatizaron con los filibusteros y no se ocuparon de hacer cumplir las leyes de neutralidad. Más aún, Washington llegó a reconocer el gobierno de Walker y Cass, el Secretario de Estado, comunicó a nuestro Ministro ante la Casa Blanca (por cierto, qué acucioso y capaz diplomático) Luis Molina que Estados Unidos no miraría con placer que una parte de la Vía del Tránsito (el San Juan) fuera de Costa Rica. También en nuestro país tenía solapados comprensores. En “El Lado Oculto del Presidente Mora” Armando Vargas Araya registra la participación encubierta de una quinta columna de aliados internos con el filibusterismo así como de agiotistas, cafetaleros y comerciantes que se oponían a la guerra por los trastornos que causaría en la economía nacional, eufemismo —digo— denominativo de los trastornos en sus retornos de inversión.

Rememoremos, siempre, estos hechos. Para valorar su significado en la construcción de la Patria. Para honrar a aquellos próceres. Para entender que el expansionismo de una potencia podrá divergir en punto a formas, alcances y propósitos, mas no en su sentido dominante y enajenador. Conmemoremos la rendición de Walker como lo hacemos con el Día del Trabajo.

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