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Las encuestas y las universidades estatales

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 28 marzo, 2018


Las encuestas y las universidades estatales

Son varios los temas que surgen con la participación, como encuestadores, de la Universidad Nacional (UNA) y la de Costa Rica (UCR). Para comenzar, pueden ignorar con impunidad al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). No pueden ser multadas (son autónomas) y probablemente ni amonestadas por la autoridad electoral. Ambas, el Idespo de la UNA y el CIEP de la UCR, se registraron con el TSE para las elecciones de 2018, pero cuando el instituto ubicado en Heredia admitió que había mandado resultados falaces (dando al PAC una muy fuerte ventaja sobre Restauración) a publicarse nacionalmente, el TSE no tomó ninguna acción, mucho menos aplicó la multa establecida por la ley.

Las encuestas de opinión pública forman parte de la cultura nacional del país y resultados de estudios realizados por empresas privadas han sido divulgados durante los últimos 39 años. Estas empresas se financian con suscripciones y en algunos casos han sido pagados por los medios que divulgan la información. Las más serias han firmado el código de ética de la European Society for Market and Public Opinion Research (ESOMAR); en la Unión Europea solo empresas que pertenecen a ESOMAR y han firmado el código de ética pueden divulgar datos. Las universidades estatales costarricenses no han firmado ningún código de ética, y, por ser autónomas, no pueden ser obligadas a hacerlo.

Estos centros de educación superior estatales, usando dineros públicos, han entrado a competir con las organizaciones privadas en los últimos diez, años, más o menos. Se puede decir que su aporte ha sido caracterizado por mediocridad; definitivamente no están aportando al prestigio de la UNA y la UCR. Después de la debacle del Idespo, al contrario, se puede argumentar que desprestigian a la institución.

Los profesores que quieren realizar estudios de este tipo siempre podrían hacerlo a nombre propio o estableciendo una organización privada fuera del claustro universitario. El dilema para ellos es que “las extras” que ganan por “dedicación exclusiva” son tan fuertes que sería difícil que pudieran ganar los mismos montos participando directamente en el mercado. Mucho más fácil es usar dineros de los jugosos presupuestos que se dotan a las universidades, usando como mano de obra estudiantes a quienes no se les paga. El argumento del Idespo por haber hecho la encuesta es que estaban implementando una especie de “educación dual” donde los educandos pudiesen aprender cómo se hacen los estudios, dedicando horas a hacer llamadas telefónicas preguntando a los adultos por quién pensaban votar el 1° de abril.

Es probable que los docentes leales al PAC del Idespo oficialmente están en contra de la “educación dual” pero sí les gustó el sistema para realizar la obra que creó tanta controversia.

¿Qué pasará en elecciones futuras? ¿Seguirá el TSE ignorando las violaciones en estos casos y otros similares? ¿Seguirán los consejos universitarios aceptando esta actividad que no agrega prestigio a las instituciones —todo lo contrario— Y una pregunta vital: ¿qué aprenden los estudiantes que hacen las entrevistas?

cdenton@cidgallup.com

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