Laura sin vanidades
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 14 mayo, 2010


A muchos diputados les parece pequeño su salario, ¿no será más bien que les quedó grande su puesto?
Laura sin vanidades
Laura Chinchilla Miranda es una mujer moderna, y en su ascenso al poder ha dado una lección de humildad.
Despojándose de reverencias, delirios de grandeza, y complejos de terrateniente de antaño, nuestra primera Presidenta no necesita que le digan “doña Laura”, más bien prefiere que la llamen “Laura”.
Con los pies en la tierra, sus desvelos no son fruslerías o rimbombantes apelativos, sino sentirse cercana a su pueblo, a quien debe servir.
Este gesto de la señora Presidenta es un mensaje claro. El respeto y el liderazgo, en especial de la clase política, se deben ganar con esfuerzo, sensibilidad, pero sobre todo con humildad.
Laura ha iniciado su primera semana en la silla presidencial buscando aprovechar el tiempo para enfrentar los problemas urgentes, y no en vanidades para beneficio propio.
Caso contrario es el triste ejemplo que han dado los diputados. Una vez en el poder se han dedicado, entre sus primeras acciones, a defender a capa y espada un aumento salarial del 60%, lo que supondría un millón y medio de colones más para cada uno. Haciendo justicia, solo los miembros de Acción Ciudadana y Frente Amplio se han opuesto a esta idea.
El incremento de la planilla legislativa sería de unos ¢85 millones al mes, es decir ¢1.105 millones al año que se tomarían del bolsillo de los costarricenses y del escuálido presupuesto nacional.
¿Servir al pueblo o servirse a sí mismos? Cuántas necesidades urgentes se podrían cubrir con este dinero. ¿Más escuelas, policías, puentes en comunidades alejadas, mejor atención a ancianos, más camas en los hospitales?
Irónicamente, la exigencia de los diputados surge en momentos cuando la Presidenta y el Ministro de Hacienda suplican por una mayor austeridad para enfrentar la gran cantidad de gastos y los pocos ingresos con que cuenta el Estado, que de no ser cubiertos se transformarán en inflación, el peor impuesto a los pobres.
Con débiles argumentos los defensores del aumento destacan que la contralora de la República gana más que ellos, a pesar de ser su subalterna.
Deberían en este caso aprender del ejemplo de nuestra Presidenta, cuyo salario es considerablemente menor al de muchos de sus subalternos, como los jerarcas del ICE, INS y la Caja.
Al final de cuentas, recordemos que Laura o “doña” Laura, como prefieran llamarla algunos diputados, sí tiene la potestad de vetar su indolente aumento salarial.
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