Lecciones aprendidas sobre la transición energética en el mundo: el caso de Noruega (I)
Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 09 enero, 2023
El análisis presentado en las dos últimas columnas analizó las importantes carencias en el diseño y la implementación de la transición energética en Alemania y cómo éstas crearon una crisis económica, social y política sin precedentes en este país.
Entre otras cosas, se crearon serios problemas en el abastecimiento energético, excesivos costos de la energía, un retroceso en la transición energética, una crítica situación en la seguridad nacional e importantes problemas económicos y sociales.
El diseño y la implementación de la transición energética en Noruega (que tiene una población de unos 5,4 millones de habitantes) difieren mucho de la de Alemania.
Una de las razones de este éxito es que Noruega es uno de los países donde se entiende muy bien qué es lo que se requiere para realizar una transición energética en el corto, mediano y largo plazo.
Además de Noruega, existen muchos casos de políticas energéticas exitosas en el mundo, las cuales hacen un uso pleno y sostenible de la riqueza energética que se encuentra en el territorio nacional y que proveen grandes beneficios a las actuales y las futuras generaciones. Estas políticas están basadas en la realidad nacional e internacional y podrían adaptarse a las características de Costa Rica.
En ese país, como en muchos otros, se está consciente y se actúa con pleno conocimiento de que la transición energética es un vasto proyecto de cambio del sistema energético actual a uno nuevo y diferente.
Se tiene claro, que al ser intensivo en tiempo (varias décadas) y capital, este inmenso proyecto de cambio requerirá lo siguiente, entre muchas otras cosas:
• Un enorme financiamiento continúo durante décadas de inversión pública y privada, tanto a nivel de la oferta como de la demanda de energía.
• Muchos cambios estructurales a nivel de la oferta y de la demanda de energía ya que la composición de la oferta y del consumo energético deberá variar enormemente.
• Un alto grado de incertidumbre y de imprevistos en factores claves (eventos geopolíticos, surgimiento de nuevas tecnologías, muchas de ellas disruptivas, crisis energéticas mundiales, etc.).
Los cambios continuos que se darán a nivel de la demanda son fundamentales para inducir los cambios a nivel de la oferta.
Por ejemplo, en el sector privado, entre muchos otros cambios, deberán comprarse vehículos nuevos (automóviles, camiones pequeños, medianos y grandes, etc.) y equipos nuevos en todos los sectores económicos (industriales, agrícolas, comerciales, servicios, etc.).
Con tantos cambios continuos a nivel de la oferta y de la demanda energética durante tantas décadas, hay que prever que en cualquier momento durante este largo período pueden surgir una gran cantidad de eventos potenciales imprevistos de muy variada índole y muy disímiles entre sí.
Al ser un proceso muy dinámico, el diseño y la implementación de la transición energética durante todo este largo período irán variando en el tiempo para ajustarse a los continuos cambios (adelantos tecnológicos previstos e imprevistos, etc.) que van a ir potenciando e impulsando la transición.
Para no crear un sismo en el abastecimiento energético de un país, el diseño y la implementación deberán mantener permanentemente un balance apropiado entre todos los factores críticos de éxito, tales como la competitividad energética, la seguridad energética, la reducción progresiva de las emisiones al ambiente, la diversificación y la creación de abundancia energética.
Todo lo anterior se entiende muy bien en la mayor parte de los países del mundo y se actúa consecuentemente. Así, por ejemplo, en Noruega se logran objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que al mismo tiempo se cumple con los objetivos claves económicos y sociales.
Entre estos objetivos se encuentran un suministro energético seguro, confiable y competitivo y una alta generación de recursos fiscales y de divisas para potenciar el bienestar económico y social y para financiar permanentemente la transición energética.
Como lo señalan los estudios, en gran medida, gracias al desarrollo pleno y sostenible de todas las fuentes de energía que se encuentran en su territorio, Noruega se ha convertido en uno de los países más ricos del mundo con uno de los niveles de vida más altos del planeta.
Noruega ha sido calificada internacionalmente como uno de los mejores países en el manejo sostenible de sus recursos naturales energéticos y de su transición energética, lo que le ha permitido lograr enormes avances económicos, sociales y ambientales, como los que se citan a continuación:
• Primer lugar en el Índice Global de Desarrollo Humano
• Líder mundial en inversión y gasto social per cápita
• Líder y referente mundial del desarrollo sostenible
• Líder mundial del desarrollo de energías renovables
• Segundo lugar en el Índice Global de Desempeño de la Arquitectura Energética
• Tercer lugar en el Índice de Transición Energética
• Una de las posiciones más altas en el Índice Global de Competitividad Energética
• Está dentro del grupo de países con mejor posición en el Índice Global de Desempeño Ambiental.
• Una de las posiciones más altas entre los mejores países para vivir.
• Líder mundial en el proceso de descarbonización de su economía y en la lucha contra el cambio climático.
• Primer lugar en la cantidad per cápita y en el porcentaje de la flota vehicular de automóviles eléctricos a nivel mundial.
• No tiene déficits fiscales y genera grandes cantidades de excedentes fiscales que se invierten en un fondo de riqueza nacional, cuyo rédito anual ya supera los ingresos fiscales anuales generados por su producción y sus exportaciones.
Noruega es totalmente consecuente con su política basada en las realidades nacionales e internacionales y en la búsqueda continua del mayor beneficio económico y social para su población actual y futura.
Por un lado es el país en el mundo que más ha avanzado, y que continúa avanzando, en la lucha contra el cambio climático y en la transición energética, lo cual incluye la reducción del consumo nacional de derivados de petróleo, la rápida penetración de los vehículos eléctricos, el desarrollo de sistemas de transporte público electrificados y el fortalecimiento del desarrollo de las energías renovables, entre muchas otras acciones.
Como parte de su transición energética, el Gobierno ha sido claro en señalar que mientras el mundo necesite petróleo y gas natural, Noruega lo va a proveer para fortalecer la seguridad energética mundial y coadyuvar en atenuar y evitar crisis energéticas globales durante este largo período, con un importante énfasis en apoyar la seguridad energética de Europa.
Desde hace años los estudios han señalado que en gran medida Noruega debe su prosperidad al buen uso de sus recursos energéticos. Uno de estos estudios de hace varios años es el titulado “Sovereign Wealth Funds as a New Instrument of Climate Protection Policy?”, el cual señalaba lo siguiente:
• “La abundancia de recursos naturales de Noruega es el factor decisivo para explicar cómo este país del norte de Europa se encuentra entre los países del mundo con el nivel más alto de calidad de vida”.
• “Noruega debe su prosperidad en gran parte a sus yacimientos de petróleo y gas natural”.
• Este país “ha minimizado el uso de estos recursos energéticos a nivel nacional para principalmente exportarlos para impulsar la prosperidad de la nación”.
Otro estudio, publicado el año pasado, titulado “How Norway’s Oil Industry Will Determine Its Future” indica lo siguiente:
“Noruega está liderando el mundo en el clima. Este país escandinavo cuenta con la tasa más alta de ventas de vehículos eléctricos, la mayor proporción de uso de energías renovable y alberga algunas de las maravillas naturales más espléndidas e impresionantes del planeta.
El país ha creado una sociedad equitativa, pacífica y próspera, y ha pagado gran parte de ella con los inmensos ingresos de los combustibles fósiles.
Noruega, hogar de solo 5 millones de personas, posee un PBI per cápita próspero de USD$75,000 (el cual ocupa el puesto 11 más alto a nivel internacional y encabeza el Índice de Desarrollo Humano del mundo.
La prosperidad de Noruega se debe en gran parte a los ingresos de su lucrativa industria de combustibles fósiles.
La experiencia de Noruega puede ser un caso de éxito para un futuro sostenible.
A nivel nacional, el gobierno noruego ha buscado continuamente leyes integrales de protección ambiental.
La experiencia tecnológica de vanguardia de Noruega también contribuye a sus infraestructuras de captura y almacenamiento de carbono para almacenar carbono a gran profundidad bajo tierra.
En el 2019, se anunciaron inversiones por un valor de miles de millones de dólares en proyectos de energía eólica y solar. Esta decisión histórica sin duda puede acelerar el esfuerzo global para lograr energía renovable a gran escala para combatir el cambio climático”.
Además de ser líder mundial en el desarrollo de energías renovables y en la lucha contra el cambio climático, Noruega es también un país clave en el fortalecimiento de la seguridad energética de Europa. Un artículo titulado “Examining Norway’s Crucial Place in European Energy Security” señala lo siguiente:
“Noruega no solo es un exportador establecido de petróleo y gas natural, sino también es un líder en la adopción de energías limpias.
Mientras Bruselas reflexiona sobre varias respuestas al cambio climático en medio de la guerra en Ucrania, el papel de Noruega en el fortalecimiento de la seguridad energética europea va a volverse aún más importante de lo que ya es”.
Como se indicó anteriormente, este país exporta aproximadamente el 95% de la producción de estos dos recursos naturales y tiene claro que el problema de las emisiones no es de la oferta, sino de la demanda, la cual se modifica con el tiempo.
Su política energética ha convertido a este país en uno de los más ricos del mundo y en el que tiene la mejor transición energética del mundo.
Esta política es clara en fortalecer su transición energética, su descarbonización y su desarrollo de las energías renovables, mientras que al mismo tiempo se continuará produciendo y exportando gas natural y petróleo hasta que el mundo ya no los necesite, de aquí a varias décadas, con el fin de proveer seguridad energética mundial, y particularmente la de Europa.
Sobre este tema, y según ha informado Reuters, el Gobierno de Noruega ha indicado que “continuará realizando rondas periódicas de licitaciones ofreciendo áreas de exploración a las empresas de energía”.
Los ingresos de Noruega generados por su producción y exportación de gas natural y petróleo crecen continuamente. Un artículo publicado por Reuters en Octubre del 2022 titulado “Norway expects to earn record $131 billion from oil and natural gas in 2023” señala lo siguiente:
“El Ministerio de Finanzas de Noruega, en su borrador de presupuesto, para 2023 dijo que los ingresos por petróleo y gas aumentarían el próximo año a un récord de 1,38 billones de coronas ($ 131 mil millones)”.
Con los excedentes de los recursos generados todos los años por los ingresos obtenidos por la producción y la exportación de gas natural y petróleo, Noruega creó un Fondo de Riqueza Soberana.
Un reciente artículo de Bloomberg señala que este fondo de riqueza nacional tiene actualmente un valor de $1,3 billones de dólares ($1.3 trillion en inglés).
Este Fondo seguirá creciendo en el futuro con estos excedentes y con su propio rédito que seguirá generando miles de millones de dólares a perpetuidad para beneficio de las generaciones actuales y futuras.
Es importante señalar que además de crecer todos los años, los ingresos de este Fondo, obtenidos de los réditos, son hoy en día superiores a los ingresos obtenidos por su producción sostenible y exportación de gas natural y petróleo.
Este Fondo le asegurará al Estado una altísima capacidad de recursos fiscales y de divisas a perpetuidad para fortalecer aún más su desarrollo de aquí a varias décadas en la post era de los combustibles fósiles.
Las exportaciones de gas natural de Noruega desempeñan un papel importante en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en muchos de los países de la Unión Europea. La dependencia de estos países del gas natural noruego aumentará aún más si estos países quieren alcanzar sus objetivos climáticos.
El objetivo de la política energética noruega es proporcionar un marco adecuado para mantener un sistema de suministro de energía eficiente que sea confiable y cada vez más respetuoso con el clima.
En la siguiente columna se continuara con el análisis de las lecciones aprendidas sobre la transición energética en el mundo que nos deja el caso de Noruega.
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