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Madera de la buena

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 07 abril, 2011



Vericuetos
Madera de la buena


Le pregunté al Ministro Garnier cuál consideraba él que era la razón fundamental para que el Colegio Bilingüe de Palmares, una institución educativa del Estado, con tantos y tan variados problemas como cualesquiera otras, sobresaliera al punto de haberse distinguido como el primer y hasta ahora único colegio público, en el mundo, en obtener una nota perfecta en la promoción del Bachillerato Internacional.
Don Leonardo me brindó una respuesta que no era de extrañar: no es un factor aislado sino una conjunción de circunstancias que lo hacen único. No solo es el empeño de sus estudiantes altamente motivados en el estudio y en el trabajo constante, conscientes de que el futuro se siembra hoy y se labra a base de esfuerzo y dedicación, sino es que los profesores comparten esa certeza y trabajan denodadamente por el objetivo de la excelencia, es que los padres trabajan con sus hijos y con los docentes y es que la comunidad se volcó sobre el colegio para hacerlo sobresaliente. Y lo lograron todos juntos.
No puedo decir que he sido un observador curioso de la trayectoria del Colegio de Palmares y su realidad, por lo que no puedo atribuir ningún comentario al conocimiento obtenido de la experiencia personal. He recibido, sin embargo, información de primera mano de amigos palmareños que han destacado en diferentes campos profesionales sobre la concertación de voluntades que coinciden en la decisión de privilegiar el estudio a cualquier otra circunstancia.
Hace muchos años conocí una persona graduada del COTEPECOS, un colegio vocacional de carácter público de Sabana Sur que produce, sin ninguna duda, los mejores bachilleres técnicos del país, de esos que los empresarios contratamos sin cortapisas, a ojos cerrados, en la certeza de obtener lo mejor del mercado.
Pregunté a una joven en medio de una entrevista de trabajo, por qué ellos son tan buenos cuando desempeñan un puesto a pesar de su juventud. Me contó de la disciplina que les imponen en el COTEPECOS, del altísimo nivel de exigencia en el resultado académico y en el comportamiento personal y me aseguró que la formación orientada por el esfuerzo es una convicción colectiva compartida por alumnos, profesores y padres de familia.
Quien haya contratado un graduado del COTEPECOS será sin duda mi mejor testigo de que su magnífica preparación para la vida del trabajo, su seriedad y la madurez y responsabilidad con que desempeñan sus funciones, es una constante en estos muchachos y muchachas que de contar con una oportunidad destacarán en su vida universitaria y profesional.
Cosa curiosa, el logro del CB de Palmares mereció una reseña insignificante en la prensa nacional, a pesar de que su valor y transcendencia son inconmensurables y valen el encomio de todos los costarricenses.
El Colegio de Palmares y COTEPECOS son dos ejemplos meritorios de los logros que es posible obtener cuando el esmero y la dedicación se anteponen a la alcahuetería y a la mediocridad.
Todos los actores que intervienen en la producción de esta pléyade de muchachos y muchachas fuera de serie hechos con madera de la buena y labrados con las mejores y cuidadosas manos de profesores dedicados, padres involucrados y comunidades responsables, todos dignos de admiración y gratitud por sus méritos propios, pero fundamentalmente por llenarnos de esperanza.

Tomás Nassar

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