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COLUMNISTAS


Más hombres feministas en Irán

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Jueves 22 diciembre, 2022


El futbolista iraní Amir Nasr-Azadani podría ser ahorcado por cometer "moharebeh", que es el delito de odio contra Dios.

La Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesiones (FIFPRO) solicitó con vehemencia a las autoridades iraníes que eliminen la pena de muerte al futbolista, quien fue un jugador destacado en los equipos Tractor Sports Club y Gol Reyhan Alborz.

La ofensa que lo enfrenta a una posible sentencia de ejecución se basa en que el joven de 26 años apoyó las protestas a favor de los derechos de las mujeres en su país. Específicamente, Amir fue parte de las protestas lideradas por mujeres contra el estamento clerical de Irán, que inició tras la muerte en custodia de Mahsa Amini, una joven de 22 años que en setiembre pasado fue detenida y golpeada por la policía de la moral por tener mal puesto su hijab (velo). Los golpes, que fueron parte de “las clases de reeducación islámica”, provocaron su muerte.

La historia “oficial” del gobierno teocrático de Irán sobre Amir, es que es acusado de ser miembro de un grupo armado responsable del asesinato de tres agentes de seguridad, pero todos conocen que ese día él estaba en el levantamiento popular que todavía se vive en Irán, que exigen el fin de la violencia y la discriminación contra las mujeres y un cambio social radical que respete los derechos y libertades de toda persona.

Otros hombres ya han sido condenados a la pena capital por apoyar los derechos humanos de las mujeres, uniéndose a multitudinarias protestas, como Mohsen Shekari, que fue acusado, sentenciado y ejecutado en noviembre de este año por ser “agitador”, “hacer la guerra contra Dios”, y demostrar “odio contra Dios”.

Quizás algunos se pregunten cómo estos hombres van a arriesgar sus vidas si pueden mantenerse en silencio ante la dictadura fundamentalista del grupo islámico Talibán. La respuesta es clara: ningún ser humano, mujer u hombre, debería aceptar que sus abuelas, madres, esposas e hijas vivan en un sistema político-religioso que imponga a las mujeres depender totalmente del permiso de su padre o esposo para trabajar, obtener o renovar su pasaporte y salir del país. También requiere el permiso del padre para casarse, y en el caso de no tener padre, le corresponde a sus hermanos decidir todo lo relacionado a su vida marital.

La educación está restringida a las mujeres iraníes, con el veto en casi 80 carreras universitarias, entre las que se encuentran ingeniería, física nuclear, informática literatura inglesa, arqueología y negocios.

Las mujeres tienen la obligación de cubrirse el cuerpo según las llamadas reglas islámicas, a partir de los 9 años en la vida pública. De no cumplirlo pueden ser castigadas, incluso detenidas, como le ocurrió a Mahsa Amini.

En desafío al régimen iraní que aplica severa y arbitrarias normas religiosas, en violación a las garantías fundamentales de los derechos de la población femenina, las mujeres se han atrevido a lanzarse a las calles a protestar con acciones liberadoras como quemar sus respectivos hijabs y cortar sus cabellos. Muchos hombres las han acompañado gritando junto a ellas la consigna “¡Mujer, vida, libertad!”

La comunidad internacional clama por la vida de Amir Nasr-Azadani y la de otros hombres que con valor han defendido los derechos humanos de las mujeres, conscientes, de que ante los ojos de Dios y de la ley todos, somos iguales.

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