MEMORIAS CON PINCELADAS INTIMISTAS
Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Viernes 07 octubre, 2022
Georges Gusdorf reconoce dos categorías de Diarios: Externos e Íntimos. Los primeros, muy cercanos a las Memorias, tendrían por objeto principal el registro de acontecimientos en los cuales el mundo de los demás, el del «otro» sería tan importante como el del «yo». A manera de crónica mundana, el diarista se preocuparía de observar hechos, suyos y ajenos, sin sentir la necesidad de ahondar en el estudio de su interioridad para conocerse mejor, propósito central del Diario Íntimo. Los diarios de viaje, de campañas militares, los carnés de trabajo serían buenos ejemplos de Diarios Externos.
El Diario Íntimo es para Gusdorf una especie de historia de la actualidad interior en la cual la nota dominante es la preocupación y búsqueda del yo. El impulso para escribir provendría del sentimiento que experimenta el redactor de hallarse extraño a su propia realidad que ve como un misterio que necesita descubrir. De aquí que con frecuencia los diarios íntimos se comiencen en la adolescencia, cuando es más aguda esta inquietud.
(Mora, Gabriela. “Hostos Intimista: Introducción a su Diario.” https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/hostos-intimista-introduccion-a-su-diario/html/a0245d6c-4b17-11e0-9a85-00163ebf5e63_8.html).
No voy a escribir sobre intimidades salvo, ya lo dije en el título de este artículo, pinceladas. No las creo para nada interesantes, excepto para mí mismo y los más cercanos afectos que tengo. Jamás abusaría de esa forma de la paciencia que ustedes me han obsequiado al leer mis cuartillas, pues no quiero perder su grata compañía.
Por eso, este relato es más como explica Gusdorf, un “Diario Externo”. Reitero, si a pesar de mi intención encuentran algunas intimidades no serán más que trazos; ya sea que se me hayan escapado, o que hayan quedado insertos en el texto para redondear alguna idea. Así es que, con esas advertencias, vamos adelante.
Dos años antes de concluir mi ejercicio como rector de la UNA…
Bien sabía yo que, al concluir el período para el que una mayoría de la comunidad de académicos, estudiantes y administrativos de la Universidad Nacional me hizo el honor de elegirme rector, tenía que tomar una decisión. La disyuntiva era si continuaba laborando asalariadamente como profesor, posponiendo la hora de pensionarme, o me acogía a la jubilación a la que ya tenía derecho, desde hacía algunos años.
La decisión no resulta para nada fácil, para quien ama la institución y lo que ha hecho en ella durante la mayor parte de su vida. Esto lo saben quienes ya pasaron por este trance, y ninguno de los trabajadores actuales se podrá ver exento de tener que afrontar en algún momento esa difícil situación. Por eso quiero contar mi experiencia; puede que sea útil para muchos de ustedes.
La academia es un oficio hermoso y a la vez complejo; empieza y termina en el contacto con los estudiantes. En el medio, se debe ofrecer lealtad, ecuanimidad, sinceridad, humildad y mucha disciplina en la preparación de la clase. Lealtad significa ser franco siempre con las personas estudiantes, implica establecer las reglas claras del curso desde el inicio y por escrito. Ecuanimidad, es menester actuar con ética con ellos y ellas, velar siempre porque los juicios que emites sobre ellos, o como calificas sus trabajos sean siempre vertidos con criterios exigentes, pero equilibrados y, por añadidura se requiere ser veraz en las informaciones que se les brinda. Un requisito infaltable del académico es la sinceridad; el académico jamás debe blasonar o mentir a sus estudiantes; si alguna pregunta no la puede evacuar de inmediato porque desconoce la respuesta, el estudiante debe saberlo siempre que, lo más inmediatamente posible se le traiga la solución a la inquietud planteada. Eso genera confianza en la relación profesor alumno. Hay que adquirir una buena dosis de humildad, el profesor que juega a “sabelotodo” hace un enorme daño, es intimidante y genera harta inseguridad. Creo en la pedagogía de que en el proceso de enseñanza-aprendizaje todos somos aprendientes. Jamás como una pose, sino realmente que sea algo interiorizado por el profesor. El estudiante no es un “recipiente vacío” al cual el profesor le imparte toda la sabiduría. Nunca es así, con apertura se enseña y se aprende. La disciplina en la preparación de la clase requiere de un alto esmero del profesorado en la preparación de la lección, incorporando dinámicas de trabajo en el aula, de modo que el aprendizaje se torne creativo, ágil y participativo. El profesor debe entregarse por completo y descartar la improvisación.
La academia, tal como la entendí y me formé exige una interrelación íntima entre la docencia, la investigación y la extensión o acción social. No existe docencia de calidad, si no se alimenta de la investigación y esta, debe confrontar sus hipótesis en la práctica concreta, en la extensión. Por eso, yo lo llamo un proceso circular en espiral, va creciendo, e interactivo, en el que participan académicos, estudiantes e inclusive personal administrativo y las comunidades a las que con devoción servimos. Además, sin querer ser concluyente en lo expresado, todo proceso de enseñanza aprendizaje debe someterse a una evaluación por pares internos y externos, como el que ya existe en la educación superior pública, mediante el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (SINAES). Tampoco puede haber calidad sin procesos de evaluación permanente y sistemático de la academia y de los académicos, de todos y de cada uno de ellos y ellas. Es muy importante en ese proceso la participación del estudiantado, organizada de forma que sus calificaciones no generen represalias de ningún académico o académica.
¿Por qué me he referido a todo lo anterior, a propósito de la disyuntiva o las opciones con las que uno se encuentra al final de su vida como profesional asalariado? ¿Se trata acaso de una digresión para apartarme del texto? De ninguna manera. Solo quien, como yo, ama la academia (como quien dice, me case con ella para toda la vida desde mis 22 ó 23 años y hasta la fecha no hemos tenido mayor desavenencia), puede entender lo duro que es separarse de ella por razones exclusivamente atinentes a mi edad de jubilación. Los mal pensados, que los hay, ya han dicho anónimamente, o sea cobardemente que, este servidor se acogió a la jubilación por el supuesto jugoso monto de mi pensión y algunos pocos, lo sé de muy buena fuente, hasta fueron pagados y contratados como “trolles” que hay hoy en la red para que hablen mal e intenten desprestigiar a otro ser humano. A mis amigos les digo hoy: no me creo nada más de lo que he sido y soy, e ignoro por qué merezco la atención de algunos políticos de baja ralea, que contratan mercenarios para dedicarse a un oficio tan deleznable. El mercenario laboral, este es el caso, dicen por ahí que “es alguien que ha perdido toda la fe en que el mercado le ofrezca algo bueno y desconfía de las empresas casi patológicamente, lo que complica iniciar una relación de confianza a largo plazo. Un mercenario -se agrega- hace su trabajo según cualificación y salario, y punto.” (Cfr. Google “¿Qué es un mercenario laboral?” 9 de febrero, 2021).
No hay tal, mi pensión es la de la Caja, más otra entrada similar que tengo, lo que me ha permitido vivir con cierta holgura, y nada más que eso. Pero vivo feliz, sobre todo por estar más que tranquilo con mi conciencia, por los hijos, nietos, hermanos, familia en general y amigos que tengo y, por el país en el que vivo. Opté por la pensión en junio del 2020, tras haber cumplido un trajín agotador en el más honroso de los cargos públicos que desempeñé en mi vida, el de rector de una prestigiosa universidad pública, La Universidad Nacional, mi amada UNA, institución benemérita de Costa Rica. A ella, junto a compañeros y compañeras de lujo (tanto académicos como administrativos, y aunado a ellos, el muy especializado, capaz y experimentado “Staff” de la UNA), le entregamos todo lo bueno de que fuimos capaces, de junio 2015 a junio 2020. Otro será el espacio para entregarles, autocríticamente, mi valoración de lo hecho. Me muero de ganas también.
Ahora sí, ¿qué escogí hacer en mis días de jubilado y por qué? Entre muchas otras cosas, la UNA me dio la oportunidad de acerar mi consciencia poco a poco, hasta llegar a entender algunas cuestiones globales, de pronto sencillas, pero que la cultura del racionalismo en la que por siglos ha vivido inserto el mundo no nos permitió acceder. Por “cuestiones globales” entiendo que “…son aquellas que tienen importancia a gran escala, son de naturaleza transnacional y tienen influencia en contextos locales cotidianos. Además, están definidas por la época y el lugar.” (Cfr. Huanambal V. Mario Ulises. “Global Issues: ¿Qué son las Cuestiones Globales? Otra Manera de Promover la Conciencia Global en los futuros Ciudadanos del Mundo.” Blog. Linkedln. Publicada el 18 de septiembre de 2019)
Como dice otro autor, citado por el mismo Huanambal, me pasó idéntico a mí mismo, “las cuestiones globales no suelen preocupar mucho hasta que llegan a la puerta de la casa...[Y, además, afirma que -yo no podría decirlo de mejor forma-] “Los nuevos ciudadanos del mundo deben tener una conciencia global…Sabernos parte de un mundo interdependiente y atribal es reconocer que cualquier hecho, problema o crisis manifiesta en alguna parte del orbe, se convierte inmediatamente en una crisis en todas partes… nuestra civilización es protagonista de uno de los momentos más álgidos de la historia misma, pues su futuro está siendo amenazado por las consecuencias de sus propias decisiones con relación a la prevención y protección del planeta y de cada ser humano que habita en ella. El cambio climático, las pandemias, la pobreza, la migración, los refugiados, la educación, las tensiones económicas, por citar algunos ejemplos, evidencian que nuestras capacidades como seres humanos, así como todo esfuerzo que realicemos por nuestra cuenta serán insuficientes, pues exigen la cooperación de toda la comunidad mundial al enfrentarnos a las denominadas cuestiones globales.” (Ibidem)
Con esta convicción llegué muy pronto a la conclusión de que debía entregarme o convertirme, junto a buena parte de quienes han sido mis compañeras y compañeros de luchas en diferentes momentos de mi vida, en un firme activista de la causa más trascendental de nuestro tiempo, la defensa de nuestro “Planeta Tierra”, o como ha dicho bien Leonardo Boff, la “Madre Tierra”, siguiendo al senador de los Estados Unidos Gaylord Nelson, quien propuso la idea de realizar una enseñanza ambiental y promover la armonía con la naturaleza, el 22 de abril de 1970. Es lo mismo que decir la “Pachamama”, que es el nombre dado a la deidad que representa La Tierra, una diosa adorada desde tiempos prehispánicos por los pueblos Incas de los Andes. En la mitología Inca ella es la diosa "Madre Tierra"; y es además una diosa de la fertilidad que preside la siembra y la cosecha y encarna las montañas.
Decidí algo muy significativo para mí, mis años de militancia política se acabaron. En mi vida me formé sobre todo como académico, primero me gradué como politólogo (el que estudia la política, que no es necesariamente el que la practica), y puedo decir que me siento muy bien como analista en el campo de la ciencia politológica. Posteriormente tuve la ocasión de especializarme en Gobierno y Políticas Públicas, un posgrado de la UCR, de las escuelas de administración pública y ciencias políticas. Tuve unos profesores fabulosos. Sin embargo, también practiqué la militancia político-partidaria, primero en el Partido Socialista Costarricense y en Pueblo Unido y ulteriormente en el Partido Acción Ciudadana, por medio del cual alcancé la diputación por San José en el álgido periodo del 2006-2010 es decir, cuando debimos decidir, entre muchas otras cosas, sobre el destino del Tratado de Libre Comercio de los países centroamericanos y República Dominicana con los Estados Unidos y su agenda de implementación. Fue de un aprendizaje enorme para mí, sufrido a ratos, disfrutado las más de las veces. Lo más importante, en medio de intensas discusiones, tomamos las decisiones más trascendentales en la vida moderna de Costa Rica, discutiendo civilizada y respetuosamente. Quizás, juzgo yo, ese fue nuestro legado más importante para los costarricenses. En mi vida personal puedo decirles que la bancada a la que pertenecí estaba conformada por líderes y lideresas de todas las provincias del país, de lo más capaz y humanamente de una integridad a toda prueba. Forjamos una auténtica hermandad en la lucha. Con las personas de las otras bancadas hice amistades que conservo hasta el día de hoy, entre ellos cito a José Merino del Río (q.p.d.), José Luis Valenciano, Federico Tinoco, Oscar Núñez Calvo, Gilberto Jerez Rojas, Ana Helena Chacón, Silvia Charpantier, Mario Quirós, Luis Antonio Barrantes. Pero en verdad, por todos y todas guardo respeto y hasta gratitud.
Pero mis días de militancia política acabaron, porque resolví dedicar este tracto de mi vida, acompañado por una pléyade de dignas personas, gratuitamente, a defender el Planeta frente al calentamiento global y el cambio climático, derivado especialmente, como he dicho siempre, de la producción de hidrocarburos (carbón, petróleo, gas y metano), por parte de enormes empresas transnacionales. Valga decir, por el ser humano que ha ido dejando a su paso en su fase extractiva y sobre todo en la industrial, una enorme contaminación ambiental, merced a la polución y emanación de gases de efecto invernadero.
Supe fehacientemente por los estudios realizados como docente universitario que, los científicos han advertido hasta la saciedad que la atmósfera no debe llegar a calentarse 1.5° (grados de temperatura) por encima de la época preindustrial; a estas alturas ya hemos aumentado 1.2° con relación a esa misma época. Si traspasamos el límite de 1.5° de aumento de la temperatura, la vida se tornará insoportable para todas las especies de flora y fauna, tanto en los océanos como en tierra. Ya estamos comenzado a padecer los embates más espantosos y mortales del aumento de la temperatura, mediante eventos extremos como son: los enormes incendios, las lluvias y tormentas torrenciales, el derretimiento de los casquetes polares, a causa de lo cual se ha producido un aumento en el nivel de los mares. A su vez, las tormentas, los huracanes y tornados, que hoy son más intensos por el calentamiento de la temperatura superficial oceánica, son causa eficiente de las inundaciones en todas partes y continentes por el desborde de los ríos, la arremetida de los mares a los litorales y un largo etcétera.
Considero que, como especie no obstante todos los esfuerzos y empeños realizados, no somos todavía suficientemente conscientes de la magnitud de la amenaza que nos acecha y seguimos jugando con fuego. Por esa razón, la vida podría llegar a tornarse irremediablemente inviable. Sin más, mis esfuerzos los destinaré, hasta el último día de mi vida, para decirlo en positivo, a crear una enorme cadena de eslabones humanos e impulsar un desarrollo sostenible y sustentable con la naturaleza. Para eso formamos la asociación Madre Tierra para el desarrollo sostenible y sustentable ya inscrita y por tanto con personería jurídica. Todavía estamos a tiempo, pero lo jornada es dura y no hay un minuto que perder.
Alberto Salom Echeverría
albertolsalom@gmail.com
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