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COLUMNISTAS


Mujeres, buenas pagadoras

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Martes 06 septiembre, 2022


Según la Fundación Microfinanzas BBVA (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria), las mujeres emprendedoras son mejores pagadoras porque ven el crédito como inversión a largo plazo que beneficiará a sus familias.

Este argumento es una realidad repetida en diferentes partes del mundo, por ejemplo, en Perú, en donde la Financiera Confianza desarrolla el programa Palabra de Mujer, orientado a las mujeres emprendedoras de menores recursos de áreas rurales y urbanas. Señala su gerente general, Martín Naranjo Landere, que para las mujeres los créditos productivos son una inversión de largo plazo que beneficiará a sus familias, por lo cual el pago de éstos siempre son la prioridad. “Eso hace que naturalmente tengan claridad respecto de sus prioridades de cumplimiento”.

El año pasado, Arturo Herrera Gutiérrez, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) de México, afirmó durante la clausura de la 84° Convención Bancaria, “Las mujeres tienen menor probabilidad de dejar de pagar su deuda que los hombres, pero cuando entran en un periodo de incumplimiento, se ponen el día más rápido”.

En este mes, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) en Chile, presentó el 21° Informe de Género del Sistema Financiero, que refleja una serie de datos relevantes para graficar la brecha de género que hay en el país, como lo son la participación femenina en directorios o el acceso a productos financieros. En este informe revela que, tanto en bancos como en cooperativas, las mujeres presentan mejores indicadores de integridad financiera. “Las mujeres tienen mayor disposición al ahorro a largo plazo y para vivienda… continúan destacando en su comportamiento financiero, ya que son mejores pagadoras que los hombres”.

En Ecuador, en donde el 59% de las nuevas operaciones de microcrédito fueron otorgadas a mujeres durante el primer semestre de 2022, el reporte Radiografía del Crédito en Ecuador, desarrollado por la Asociación de Bancos Privados del Ecuador, ASOBANCA, informa que “las mujeres son mejores pagadoras que los hombres porque tienen, en promedio, un mejor score crediticio en todas las edades”.

Esta aseveración es similar en muchos otros países del mundo, fuera del hemisferio americano, tal y como se destaca en datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que sostienen que de cada 100 mujeres que solicitan un préstamo financiero o solidario, 99 lo paga íntegramente.

En Costa Rica, el 39% de las deudas en los bancos del Estado corresponde a mujeres y el 61% a hombres. Los bancos del Estado destinan a las mujeres casi un 40% menos de créditos con respecto a los hombres, a pesar de que el 91% de los créditos de las mujeres están al día en comparación con el 88% de los hombres, lo cual confirma que también son mejores pagadoras, según la Superintendencia General de Entidades Financieras, Sugef.

En el mundo, todavía existen 1,700 millones de personas sin bancarizar, de las cuales el 65% son mujeres, según la edición 2021 del Global Findex. Este reporte revela que aun en los mercados emergentes, aunque la inclusión financiera ha mejorado para ambos sexos, la brecha de género ha cambiado poco. Los créditos de consumo e hipotecarios son menores para las mujeres, y los dirigido a Mipymes exigen avales que muchas de ellas no pueden ofrecer, porque la mayoría de los bienes inmuebles (garantías apetecidas por el sistema financiero) están en manos predominantemente de los hombres, lo cual impacta negativamente las empresas que ellas lideran.

¿Y qué tiene que ver el género con la responsabilidad de pago? Para el experto en neurociencia y autor del libro “El cerebro del inversor”, Pedro Bermejo, la diferencia entre uno y otro es responsabilidad de la testosterona, hormona principalmente masculina, que empuja a “los hombres a tomar decisiones más arriesgadas y entrar y salir más veces del mercado”, en comparación con las mujeres que toman menos riesgos y piensan con mayor detenimiento las acciones económicas a realizar.

En lo personal, no creo que se debe a factores hormonales ni genéticos, sino al peso de la responsabilidad afectiva, moral y económica hacia los hijos e hijas, que las madres transmiten con el ejemplo, de generación en generación, a sus retoños femeninos y los coloca por encima de muchas necesidades y variables. Es un tema de conducta cultural y no biológica, vinculado a la incondicionalidad del amor y el compromiso de las mujeres hacia la conservación de la familia.

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