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No. No es Halloween

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 10 mayo, 2016


 Sigo pensando que en una elección nacional, en la que participen otros seres humanos que los blancos, de ojos azules y cabello rubio, Trump perderá

No. No es Halloween

Sí. Freddy Krueger. Jason. Donald Trump. La pesadilla estadounidense alcanza finalmente dimensiones globales y lejos del cine.
El martes cuando Ted Cruz dijo, al mejor estilo criollo, yo ya tengo pa’l aguinaldo y emprendió la retirada, Trump se convirtió en una realidad para todos. Hizo bien Kasich el miércoles en decir como Melquíades, huyamos pues hacia la derecha.
No comparto la histeria general porque entiendo que Estados Unidos es un país mucho más diverso que el macho de 40 años que vota. El Huffington Post ha hecho un recuento de tres segmentos de la votación que no deberían de querer votar por Trump. Sin embargo, he de decir, que los gringos no se distinguen siempre por el razonamiento de sus decisiones y, en un mea culpa, tampoco nosotros últimamente.
El Femenino. A quienes Trump ha denigrado. Muchas veces. Como cuando dijo a la revista Esquire en 1991 “La verdad, no importa lo que diga la prensa mientras tenga un par de jóvenes y bonitas nalgas a mi lado”.
Los afroamericanos. En 1973 como presidente de la compañía familiar fue demandado por discriminación racial al no alquilar apartamentos a gente afroamericana. En su respuesta dijo que era una absoluta mentira que los términos de los arrendamientos fueran diferentes cuando había un negro de por medio o el haber mentido a personas afrodescendientes sobre la disponibilidad de los apartamentos de su familia. Sin embargo, solo dos años después resolvió el asunto mediante una negociación privada.
Los latinos. Mucho por repasar, poco espacio. Ha dicho en campaña que los inmigrantes latinos son criminales y violadores. Pobrecito, seguramente no le han explicado la diferencia entre uno y otro. Añadió que los mexicanos (primero) y otros (después) son además asesinos. Ha insistido en que el gobierno mexicano exporta a sus delincuentes.
Le faltaron los LGBT. Trump ha hecho un esfuerzo extraordinario por no hacerlos parte de la campaña, sin insultos y sin mención. Pero, ¿se perdona el guardarlos en el clóset de nuevo?
El problema es lo que está al frente.
Hillary Rodham no es una santa de devoción para nadie y gana a punta de impulso pero sin convencer. El populismo de Sanders ha hecho del Partido Demócrata un burdel de donde no he visto salir un cliente feliz.
El voto masculino. Cerca del 24% de los caballeros que votarán en noviembre dice que no votará por Clinton. Y en una encuesta a la que recurre el Huffington Post, quienes se sienten amenazados por el tema de género, Trump la supera 50 a 42.
Seth Abramson en el Huffington Post escribía cómo el apoyo de Clinton entre los votantes no blancos ha colapsado. En un mes, de febrero a marzo, su ventaja con votantes afroamericanos pasó de 52 a solo nueve puntos de diferencia con Sanders y en general entre quienes no son blancos a menos de un tercio del que tenía.
Sigo pensando que en una elección nacional, en la que participen otros seres humanos que los blancos, de ojos azules y cabello rubio, Trump perderá. Pero para verdades, el tiempo.

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