Nuestra democracia es la solución, pero debemos unirnos en fortalecerla
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 18 noviembre, 2024
Elaborando sobre un concepto de Hayek, entiendo la democracia liberal como el sistema de organización del Estado basado en el debate inteligente que llega a decisiones por mayoría, y respeta los derechos de las minorías.
Esta concepción de democracia es superior a la que simplemente la ve como una expresión de la soberanía del pueblo. Ya hace un siglo Popper demostró que esa concepción conduce a aceptar como democracia la arbitrariedad de una mayoría, lo que es inaceptable pues permite irrespetar la dignidad de las otras personas.
La concepción de democracia que privilegia la trasmisión pacífica del gobierno no la diferencia de formas violentas del poder que impone la paz de los cementerios.
En la concepción que propongo los elementos que hacen posible su existencia son su sistema electoral, su estado de derecho y la vigencia de una cultura democrática.
Su sistema electoral requiere de reglas prestablecidas e iguales, de un órgano electoral independiente y confiable, de que se de libertad de organización partidaria, de selección de candidatos, de propaganda, de manifestación, de prensa y de que haya justicia y verificabilidad de los resultados.
El estado de derecho es una muy compleja estructuración que se ha venido construyendo para que rija el gobierno de las leyes y las normas y el respeto a los derechos humanos, y no la arbitrariedad del gobernante. Depende de instituciones tales como la división de poderes, la asignación de competencias, el control jurisdiccional de la administración, el debido proceso, el control de constitucionalidad y la defensa de las libertades públicas para lo cual es esencial la libertad de prensa y de información.
Pero el sistema electoral adecuado y el estado de derecho que nunca son perfectos y siempre con enorme cuidado debemos ir perfeccionando, no son por sí suficientes para que reine la democracia liberal.
La sociedad demanda un estado fuerte que evite la anarquía y el caos, pero a la vez el estado demanda una sociedad fuerte que, con una convicción democrática acendrada y libertades de competencia y apertura generalizadas, pueda evitar la arbitrariedad del estado y su declive hacía un gobierno autárquico.
Aún con esas condiciones la democracia liberal es frágil. Está sujeta a los excesos de diversos entes que pueden pervertir el uso del poder.
En nuestro tiempo esa fragilidad es mayor por el descontento y el enojo que crean el cambio de época que vivimos, la urbanización y despersonalización ambiental, la pérdida en muchas personas de valores tradicionales. En esas condiciones las personas nos tornamos más irascibles, nos sentimos desarraigadas, aumenta la incertidumbre y llega el miedo. Todos son sentimientos que buscan falsa solución en el enojo, la envidia, el odio, y conducen a sentimientos que se expresan en violencia y antagonismo, a los que contribuyen los algoritmos de las redes sociales.
También aumentan la fragilidad de la democracia el desencanto ciudadano por la corrupción y la falta de atención a sus necesidades importantes.
En Costa Rica, aunque hemos tenido menos corrupción que en muchísimas otras naciones, también la hemos sufrido y es opaca y débil la rendición de cuentas.
Aunque hemos crecido desde 1950 más que la gran mayoría de las naciones de América Latina y ha disminuido la pobreza, no hemos sido capaces de lograr todo lo esperado dada nuestra ventaja institucional.
Nuestra salud tiene logros impresionantes a nivel de los países más desarrollados, y nuestro sistema de salud ha sido ejemplar, pero hoy las filas de espera por servicios básicos son inhumanas e inaceptables.
Nuestra educación fue ejemplar y muy anticipadamente establecimos la obligatoriedad, y atendimos la alfabetización. Pero hoy la cobertura y su calidad se han quedado atrás.
Nuestra seguridad ciudadana ha sufrido enorme retroceso. Hoy la tasa de homicidios es cas tres veces mayor a la de hace 20 años.
Nuestro futuro nos hace enfrentar enormes retos: el envejecimiento de la población, el cambio tecnológico, el crimen internacional, el calentamiento global, el enfrentamiento geopolítico.
Nuestra democracia liberal es el mejor sistema para enfrentar las dificultades actuales y los retos del futuro.
Pero dada nuestra ignorancia y nuestras limitaciones para tener éxito progresando en democracia y libertad debemos aprender a vivir más armoniosamente, con menos antagonismo, oyendo más a los demás y escuchando sus razones.
Somos diferentes e ignorantes, TODOS. No hay ni magos ni varitas mágicas que nos puedan salvar. Solo nosotros mismos, todos, respetándonos, actuando con inteligencia y sin prejuicios, y amándonos unos a otros podremos vencer y ser más felices.
Nuestro futuro depende de nosotros. Dios nos enseña el camino del amor y nos da la inteligencia para planear nuestros pasos. Pero somo nosotros los que debemos actuar.
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