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COLUMNISTAS


Nuestra Negrita, la Virgen de los Ángeles, Protectora de América

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 07 agosto, 2023


Latinoamérica y en ella Costa Rica, existen como parte integrante de occidente. Somos receptores de la cultura grecorromana y judeocristiana y herederos de las tradiciones de nuestros antepasados indígenas y africanos. Existimos como cultura fundada en valores que le dan sentido a la vida personal y social. Valores basados en la dignidad de toda persona, hecha a la imagen de Dios, con racionalidad que le permite escoger el bien, buscar la verdad, disfrutar la belleza, y amar: a sí mismo, a sus semejantes, su trabajo y sus actividades, a la naturaleza, y a su Creador.

Existimos como resultado de la religión católica que conformó de manera determinante nuestra cultura, y dentro de esa cultura la devoción mariana es muy relevante. La devoción filial a la Virgen como madre protectora forma parte esencial de la cultura del pueblo latinoamericano y de su religiosidad católica popular.

También existe América Latina como una de las causas de la modernidad. Su descubrimiento se unió al renacimiento, al surgimiento de las ciencias positivas, a la difusión de la imprenta, a la reforma y a la contrarreforma para iniciar un cambio de época. Hechos de entonces en nuestro continente crearon debates que fortalecieron la convicción en la dignidad de todas las personas, sin limitaciones por raza, religión, o cultura.

En esta realidad concreta se dan las apariciones de Guadalupe y el encuentro de la Virgen de los Ángeles.

Los hechos de Guadalupe que son hechos de América Latina se dan en 1531, a los pocos años del inicio de la conquista de México por Hernán Cortés. Se dan cuando las armas y las enfermedades europeas han causado estragos en las poblaciones indígenas. Se dan en medio de las tribulaciones y atropellos que los conquistadores imponen a los conquistados.

Las apariciones de la Madre de Dios a San Juan Diego transforman el descubrimiento de América. Lo convierten en el encuentro de culturas, en la civilización del mestizaje que con pasajes cruentos y dolorosos causados por hombres y microbios contribuyó al cambio de época que originó la Edad Moderna.

Los acontecimientos de Guadalupe fortalecen las luchas de Fray Bartolomé de las Casas en favor de reconocer a los habitantes de nuestro continente la plena dignidad de la persona humana y propician las Nueva Leyes de Indias, fueron una importante contribución para la lucha siempre inacabada por la universalización de los derechos humanos.

Desde su pasado colonial, América Latina tiene una vocación -hasta ahora pobremente cumplida- de terminar con prejuicios y discriminaciones entre personas de diferentes colores, historias y culturas. Estamos llamados a construir la cultura del mestizaje, de la unión, de la mezcla, del respeto a las diferencias, de la promoción sin excepciones de la vida, la dignidad, la libertad y todos los derechos humanos que son inherentes a todas las personas. Y también de perfeccionar y defender las instituciones de la democracia y del estado de derecho que son las garantías para el ejercicio de esos derechos frente a abusos de los estados, las personas y sus instituciones.

Unos cien años después de las apariciones en las faldas del Monte Tepeyac en México una joven pobre que vivía segregada en La Puebla de los Pardos en las afueras de Cartago encuentra la imagen de la Virgen de los Ángeles.

Es un evento que resalta los mismos valores y encarna las mismas transformaciones que los hechos de Guadalupe. Solo que ahora se produce la expresión de amor de la Virgen María por TODOS sus hijos no en lo que era el centro más importante de la conquista española en 1531, sino en un rincón pobre y perdido del Imperio Español. La Virgen de Guadalupe es la patrona de América, nuestra amada Virgencita de los Ángeles es la Patrona de Costa Rica. El reconocido y muy apreciado historiador Vladimir de la Cruz nos recordó en estos días que el Papa San Juan Pablo II declaró a nuestra Virgen de los Ángeles Protectora de América.

En México es un indígena, San Juan Diego, quien recibe el mensaje de la Virgen María y en cuyo ayate se transforman en la imagen de la Virgen de Guadalupe las flores recogidas por orden suya. En Costa Rica es una joven mulata, igualmente discriminada, quien encuentra la estatuita de unos 20 centímetros que repetidamente vuelve al punto en que la halló.

En México San Juan Diego lleva el mensaje al primer Obispo de esa diócesis, Juan de Zumárraga. En Cartago la joven mulata a quien Monseñor Sanabria denominó Juana Pereira, por ser el nombre más común en esos años en La Puebla, lleva la venerada imagen morena en piedra al Padre Alonso de Sandoval, el primer sacerdote nacido en Costa Rica.

La Virgen de Guadalupe muy posiblemente lleva su nombre por la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad, muy venerada a partir del siglo XIV en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Nuestra venerada Negrita lleva su nombre por la capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, llamada Porciúncula. La pequeña, abandonada y sucia capilla en las afueras de Asís, a la que San Francisco dedicó sus esfuerzos físicos y de apostolado para limpiar, reparar y convertir en centro de veneración y medio para ganar indulgencias. De esas tareas de San Francisco se generó que para los franciscanos el 2 de Agosto -día de la aparición de nuestra Patrona en La Puebla de los Pardos- fuese celebrado como día de la Virgen de los Ángeles.

Don Vladimir de la Cruz comenta: “El hallazgo borró la línea divisoria entre la clase dominante de los españoles y la de los dominados; facilitó la fusión de sangres y posibilitó la formación del costarricense”.

La Virgen María es la madre que nos une a todos en la celebración del mestizaje y de la diversidad, todos diferentes en nuestra personal y única historia, y todos hermanos iguales como hijos amados de Dios.

La devoción que en los 388 años transcurridos desde su aparición se ha desarrollado en Costa Rica enseña los mejores rasgos de las devociones populares católicas en América Latina. Es impresionante la multitud que peregrina a la Basílica de la Reina de los Ángeles en Cartago desde muy lejanos rincones del país y desde varios días antes del 2 de agosto, y claro, que se multiplica exponencialmente en la vigilia de la festividad. A mí me admira y llena de alegría como ha aumentado la devoción entre los peregrinos que rezan y cantan en su caminata, comparando las romerías de estas ultimas décadas con las de mi juventud acompañando a papá.

La Negrita de los Ángeles nos une, nos enseña a amar y nos muestra el camino de la fraternidad acogiéndonos a todos bajo su maternal protección.

En estas horas en que nos agobian la criminalidad asesina y la violencia verbal pidamos a nuestra Negrita de los Ángeles que interceda ante su Divino Hijo para que haga brotar la paz y el amor en el corazón de todos los habitantes de esta amada patria.

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