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COLUMNISTAS


Participación laboral de las mujeres, justicia y recuperación económica

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 25 abril, 2022


La difícil situación fiscal de los últimos años generó un lento crecimiento económico, y luego nos empobrecimos por la pandemia y ahora por la invasión de Putin a Ucrania. El desempleo se ha mantenido elevado en los últimos años. Desde finales de 2010 la serie Encuesta Continua de Empleo del INEC se mantuvo fluctuando alrededor de un muy elevado 10% de desempleo, y en 2018 con la incertidumbre de la situación fiscal y sus posibles consecuencias empezó a aumentar. Antes de la pandemia en el trimestre terminado en febrero de 2020 ya estaba en 12,2%. A pesar de que se usan modelos estadísticos diferentes para su cálculo nos puede servir de orientación señalar que en la crisis tan grave de inicios de la década de los ochenta el desempleo a lo que llegó fue a 10%.

Con la pandemia la tasa de desempleo llegó hasta 24,4% para después bajar, pero en el trimestre terminado en febrero de este año todavía está en 13,3%, y la cantidad de gente ocupada es menor en 120.268 personas a las que trabajaban en febrero de 2020. El faltante de empleos para llegar a su nivel anterior a la pandemia es aún mayor, pues la población ha crecido y con la tasa de participación de hace dos años se requeriría generar 66.087 empleos adicionales a esos 120.268.

La pérdida de puestos de trabajo generada en estos dos años es significativamente mayor para las mujeres, lo que se une a la baja tasa de participación laboral que entre nosotros ellas tienen.

Además, esa tasa de participación a mermado su crecimiento. En 2003 era de 38,5% y para 2013 había ascendido a 50,8%, pero después disminuyó y apenas recuperó ese valor de diciembre de 2013 en diciembre de 2019 antes de la pandemia, cuando apenas volvimos a solo un 50,8% de las mujeres entre 15 y 64 años incorporadas a la fuerza laboral pagada (cifras del INEC). Esa tasa de participación de las mujeres costarricenses en 2019 es similar a la de América Latina y el Caribe a pesar de tener nosotros un ingreso por habitante significativamente mayor. Igual resultado se da si nos comparamos con países de ingresos medios altos. Con relación a OCDE nuestra tasa de participación laboral femenina es muy inferior. La última cifra disponible para el trimestre que termina en febrero de este año es de solo 48,1%, similar a las de hace 10 años.

Además de los pocos empleos que actualmente genera la economía nacional y de la baja participación laboral femenina, el Centro Centroamericano de Población de la UCR nos alerta que el censo de habitantes, que finalmente se efectuará este año, posiblemente arroje un número de habitantes significativamente menor al que se esperaba. Eso resulta -entre otras razones- por una caída en los nacimientos mayor a la que se había proyectado y por menor ingreso migratorio. En 2020 y en 2021 se aceleró inesperadamente la caída en la tasa de fertilidad que ya venía bajando desde los años sesenta, y que desde 2004 estuvo por debajo de la tasa de reposición (la que asegura que en el futuro la población total no disminuirá). La proporción de la población que podrá emplearse en el futuro será menor a la que antes se esperaba y en el futuro más bien disminuirá.

Esto nos permite algunas ventajas inmediatas como por ejemplo tener una cantidad menor de estudiantes, lo que facilita mejorar la calidad en primaria y aumentar con mayor facilidad la cobertura en educación secundaria y terciaria. A la vez nos causa el problema de una menor fuerza laboral lo que dificulta, por ejemplo, financiar la seguridad social. Claro que ello se podría compensar con una mayor participación Laboral de las mujeres.

Frente a estos cambios es oportuno fortalecer las políticas públicas que permitirían aumentar la tasa de participación laboral femenina.

Primero. - Facilitar el cuido de los niños por terceros, mediante arreglos para que los padres paguen por ese servicio o que lo hagan las empresas brindando facilidades para que atiendan los niños de trabajadoras y trabajadores, o mediante prestaciones gubernamentales. En nuestro país desde el gobierno de don Rafael Angel Calderón se estableció el sistema de Hogares Comunitarios mediante el cual un grupo de familias pagan a una madre del vecindario para que cuide de sus hijitos mientras sus padres trabajan, sea durante toda la jornada, sea cuando salen de los cursos lectivos de los primeros años escolares. Este es un sistema de generación de empleo (las madres comunitarias) y de facilitación del trabajo fuera del hogar de las madres que envían al Hogar comunitario a los hijos. Frente a las limitaciones presupuestarias que impone la regla fiscal vale la pena revivir este sistema de ayuda mutua. En lo posible es muy conveniente expandir los servicios brindados por el gobierno mediante los CEN- CINAI y la Red de Cuido.

Segundo. -Promover la educación de los hombres para que asumamos una mayor cuota en las tareas hogareñas, para así poder liberar a las mujeres a tener menos costo en asumir trabajos fuera del hogar. Esto se puede realizar mediante campañas en el sistema educativo, pero mayormente mediante campañas publicitarias ejemplarizando la dedicación a esas tareas de figuras masculinas (deportistas, artistas, comentaristas, políticos). Entre nosotros todavía es muy bajo el tiempo que los padres dedican a las tareas de crianza, cocina, y otras tareas domésticas.

Tercero. -Establecer normas laborales que disminuyan a las mujeres el costo de oportunidad de laborar fuera de su hogar y promoviendo tareas que se puedan desempeñar desde sus casas gracias a la conectividad y a trabajos a destajo. Para lo primero son muy importantes las licencias de trabajo con pago antes y después de los partos.

Cuarto. -Flexibilizando los mercados laborales. Cada vez más las mujeres no necesitan escoger como una definición para toda su vida si trabajar o quedarse en el hogar para atender a sus hijos. Se ha tornado en una decisión que va cambiando con el transcurso de la vida familiar. La mujer pospone el nacimiento de sus hijos para iniciar una relación laboral. La puede interrumpir durante un tiempo cuando sus hijos están muy pequeños, y retornar a las tareas de trabajo fuera del hogar un tiempo después. También cada vez más se compatibiliza el poder trabajar y crear a los hijos simultáneamente, con la colaboración del padre y de las facilidades profesionales para su cuido. Pero estos cambios requieren mercados laborales flexibles.

Las transformaciones demográficas que estamos viviendo nos deben encausar para dar vida a este tipo de políticas públicas que son muy convenientes para generar empleo, aumentar la producción nacional y generar justicia social y mayores oportunidades para las mujeres.

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