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"Prefiero ser huérfana" (la Patria)

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 11 marzo, 2010



Vericuetos
“Prefiero ser huérfana” (la Patria)

Algo extraño e inexplicable sucede en la Asamblea Legislativa. Estudiosos de fenómenos paranormales, virólogos, bacteriólogos, investigadores sociales y toda otra suerte de científicos deberían intentar descubrir la causa que impide a una muy calificada mayoría de señoras y señores diputados, conectarse con la realidad; es decir, aplicar todos sus sentidos, incluyendo por favor el sentido común, poner los pies en la tierra y escuchar el “clamor popular”.
Tal parece que por causas indescifrables, la virtud de la sensatez se pierde en el momento mismo en que se ingresa por primera vez al recinto parlamentario.
He oído decir que la causa del problema podría ser del mismo tipo que la sequía de campeonatos del Cartaginés, algo irremediable, una especie de maleficio colectivo o un muñeco enterrado bajo quién sabe cuál curul. También se me ha sugerido que una cadena de oración llamó la atención de Santa Lucía y que esa sería la causa de la ceguera colectiva (ciégalos, Santa Lucía). No se sabe si será el agua o el aceite con que se fríen las empanadas de la soda congresional.
Extrañísimo desentendimiento colectivo, insensibilidad para la que no se encuentra calificativo adecuado.
Dicen por ahí que se escucha en los pasillos del viejo edificio, el llanto desconsolado de quienes no pudieron viajar a China a celebrar la Semana Santa, justo un mes antes de dejar el cargo. ¡Qué ignominia, qué ingratitud! Con lo bien que caería un viajecito a la tierra de Confucio y con lo útil que sería para legislar en beneficio del pueblo en las poquiticas sesiones que les restan. “Hacer en un mes lo que no hicimos en cuatro años”. ¿Cómo se puede ser tan ingrato de dudar de la utilidad de semejante periplo? Qué desagradecidos los que pensamos que, ese viajecito ni siquiera debería haberse propuesto. Por elegancia, digo yo. Por prudencia, por vergüenza.
Y no se diga nada, que quien presidía el tour era nada menos que la distinguida viajera frecuente de los aviones del Estado; la misma que recurrió a la Sala Constitucional para frenar las acciones en su contra, en lugar de renunciar, como por supuesto esperábamos todos. Todos menos ella. Pena ajena colectiva.
Y qué me cuentan del diputado ese que se vio involucrado en un fatal accidente de tránsito, dicen que con traguitos, cosa que no me consta, y que ahora resulta ser uno de los votantes de la Ley de Tránsito. No era de esperar que renunciara a su cargo, aceptara la culpa y le diera la cara a la familia de las víctimas de, no uno sino dos, accidentes de tránsito? Chingo'e padre de la Patria.
Y el papelón que protagonizó esta semana el novísimo diputado debutante, alias El Breve, retando a los puños a un colega suyo invidente. ¿Qué me dicen de esta lección magistral de valentía y elegancia inigualable?
¿Por qué razón, estos ilustres Padres y Madres de la Patria no logran descifrar qué esperan los ciudadanos de ellos? ¿Qué extraña causa les desvincula de la realidad?
Tengo mucha fe en Dios y una enorme confianza de que los señores y señoras diputadas que elegimos en febrero y que se inaugurarán el Primero de Mayo serán mucho, pero mucho más sensibles y consecuentes que estos que se nos van, porque francamente, para definir esta Asamblea de ahora solo se necesita parafrasear al Longe Moco: “fue horrible, fue horrible”.

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