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Sábado, 23 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


¿Qué haría Costa Rica ante un desastre ambiental como el que acaba de sufrir el Perú?

Alberto Salom Echeverría albertolsalom@gmail.com | Martes 25 enero, 2022


Las elecciones en Costa Rica hoy día están más impregnadas que nunca, del tema de cómo lograr afianzar una economía sostenible, para procurarnos un medio ambiente sano y contribuir así a enfrentar el cambio climático y el calentamiento global que padecemos.

Sin embargo, los costarricenses, en un alto porcentaje, no parecen estar todavía muy conscientes de los graves riesgos que corre la vida en el planeta, derivado principalmente de la explotación de los combustibles fósiles, hablamos del carbón mineral, el gas y el petróleo. Estos tres hidrocarburos de origen fósil, junto al gas metano (como lo he repetido hasta la saciedad en muchos de mis artículos anteriores), son los combustibles más contaminantes del globo terráqueo. Esta falta de consciencia existe, a pesar de que Costa Rica ha avanzado mucho en la agenda verde y ambientalista.

La posición de los diferentes candidatos y partidos políticos ante la eventual exploración y explotación de petróleo y gas:

Entre los partidos políticos que están en la contienda electoral, hay varios cuyos candidatos a la presidencia de la República y otros líderes, con argumentos falaces abogan por la explotación petrolera en Costa Rica y otros por la explotación y producción de gas. Entre ellos se encuentran: Fabricio Alvarado, Candidato de Nueva República, Rolando Araya, candidato de Costa Rica Justa, Federico Malavassi de Unión Liberal, Natalia Díaz de Unidos Podemos, Rouland Jiménez, del Movimiento Social Demócrata Costarricense, están de acuerdo en acometer la explotación petrolera, siempre y cuando -dicen Alvarado y Araya- se controlen los aspectos ambientales. Comentaremos más adelante sobre semejante contrasentido.

Todas estas personas candidatas están de acuerdo también con la explotación de gas natural, pues aseguran que es menos contaminante que el petróleo y supuestamente dejaría ganancias a Costa Rica. A ellos se les suman en esta pretensión: Lineth Saborío candidata del Partido Unidad Socialcristiana, argumentó que “…no descartaría a priori las posibilidades que el gas natural podría darle al país.” (Cfr. Entrevista en La República, 27 de junio 2021). Además, los actuales diputados del PUSC han sido muy beligerantes combatiendo en el plenario legislativo el proyecto de ley N. 22.819 conocido como: “Ley para avanzar en la eliminación del uso de combustibles fósiles en Costa Rica y declarar el territorio nacional libre de la exploración y explotación de petróleo y gas.” Actualmente se prohíbe en Costa Rica la exploración y explotación de petróleo y gas natural hasta el 2050, pero únicamente vía decreto.

Otros candidatos plantean su anuencia a que se abra la discusión sobre la exploración y explotación petrolera y de gas, sin haberse pronunciado tajantemente todavía, en contra de la posibilidad de explorar y explotar petróleo en nuestro país. Ellos son: Eduardo Cruichshank de Restauración Nacional, Christian Rivera, candidato de Alianza Demócrata Cristiana, Maricela Morales candidata de Unión Costarricense, Oscar Campos de candidato de Encuentro Nacional, Rodolfo Piza de Nuestro Pueblo, y Martín Chinchilla de Pueblo Unido. Este último posteriormente se pronunció en contra de la exploración y explotación de petróleo en Costa Rica.

Decididamente en contra de dicha exploración y explotación de combustibles fósiles, desde el inicio de la campaña política, se han pronunciado solamente los siguientes siete candidatos a la presidencia: José María Figueres, de Liberación Nacional, Welmer Ramos, del Partido Acción Ciudadana, Luis Alberto Cordero Arias del Movimiento Libertario, José María Villalta, del Frente Amplio, Rodolfo Hernández del Republicano Social Cristiano, Oscar López de Accesibilidad Sin Exclusión y Elí Feinzaig del Liberal Progresista.

Los candidatos que son proclives a la exploración y explotación petrolera sustentan su posición resumidamente en los siguientes argumentos:

El país está en un período de contracción económica y requiere recursos frescos para salir adelante. Argumentan que con ello se podrían financiar entre otras cosas investigación para apuntalar energías limpias y teóricamente canalizar recursos para combatir la pobreza. Veamos el engaño de semejantes supuestos.

Los argumentos de los políticos que quieren poner en riesgo al país al promover la producción de petróleo y gas natural:

Todos estos argumentos son falacias, o sea están montados sobre premisas falsas y por lo tanto devienen en un engaño a la ciudadanía. No habrá recursos frescos derivados de la exploración y explotación de petróleo. El tiempo que se requiere no es de corto plazo. Los pasos mínimos son los siguientes: 1. Costa Rica no cuenta con la infraestructura mínima, por lo que se necesita contratar una empresa extranjera para la exploración. 2. Se debe determinar si existen yacimientos de calidad. 3. El paso siguiente consistiría en llevar adelante la explotación del recurso suponiendo que exista petróleo y gas natural de calidad y en cantidad suficiente. 4. Finalmente vendría la etapa de la comercialización. Obviamente la mayor parte de la ganancia quedaría en manos de la empresa extranjera. Engañosamente también se argumenta que de las supuestas “ganancias”, que como vemos serán inexistentes, se canalizarían recursos para las investigaciones que propicien y apuntalen energías limpias. No existirán tales dividendos para Costa Rica. No es cierto que se haya descubierto petróleo de calidad en el país; se han encontrado apenas pozos que no se ha podido concluir que sean productivos y de calidad.

Por estas razones, dicen los biólogos, profesor Dr, Gerardo Ávalos Rodríguez y la profesora Dra. Cindy Fernández García de la escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica, es que: “…desarrollar y facilitar la exploración petrolera no solamente representa un anacronismo y un regreso al pasado, sino también una grave contradicción histórica. La humanidad debe moverse hacia la exploración y la consolidación de fuentes de energía sostenibles y limpias, que, si bien pueden tener consecuencias ambientales, estas no son tan impactantes como la extracción y el consumo de combustibles fósiles, ya que no van a causar una nueva crisis climática global.

Además, -continúan- la exploración y explotación petrolera requiere de toda una infraestructura que el país no posee, y que es necesaria para extraer el petróleo y procesarlo. Al no existir esta infraestructura es lógico que sean compañías extranjeras las que exploten estos recursos. Precisamente por ello, son estas compañías las que obtendrán las mayores ganancias. Este círculo vicioso lo hemos sufrido en muchas ocasiones y con otras materias primas; no repitamos los errores del pasado.

La exploración y explotación petrolera -terminan advirtiendo- no beneficiará al país en el mediano y largo plazo. Estos supuestos atajos para generar riqueza -puntualizan los investigadores de la Benemérita Institución- pasan una factura muy onerosa cuyos efectos son la generación de más pobreza, la destrucción de nuestros ecosistemas, y una mayor contaminación ambiental, además de que las ganancias terminan en cuentas extranjeras en algún paraíso fiscal a nombre de estas compañías.” (Cfr. https://www.ucr.ac.cr/noticias/2021/08/02/escuela-de-biologia-se-pronuncia-sobre-prohibir-explotacion-petrolera-en-costa-rica.html)

En conclusión: Con semejante propuesta de producción de petróleo y gas natural, no solo no se podrá combatir la pobreza, sino que, se ensanchará aún más la desigualdad social y probablemente abundará más corrupción en la cúpula económica y política de la sociedad coludida con el capital petrolero, es decir en vergonzosa alianza con el consorcio extranjero para perjudicar a la inmensa mayoría de la ciudadanía costarricense.

El país habrá cambiado el modelo de energías limpias, que ciertamente debemos mejorar, pero que tienen muy pocos países en el mundo, por otro modelo que a las claras no ha servido a los países subdesarrollados que lo tienen, como es el caso de México, Venezuela, Ecuador o Perú. En todos estos países, a pesar de que la explotación petrolera lleva ya muchos años en ellos, abunda la pobreza y la miseria extrema, se ha agigantado la desigualdad social, campea la corrupción de un modo tal que, aún los pocos gobiernos que han intentado confrontarla y abatirla, no lo han logrado.

Por añadidura, la exploración y explotación petrolera y de gas natural que al parecer tanto ambicionan algunos, implica para Costa Rica un cambio de modelo que implica sucumbir en el esfuerzo de más de 25 años orientado a desarrollar el modelo sustentado en energía limpias para procurar una economía verde que, evidentemente debemos mejorar. Como puede desprenderse de todo lo dicho, la supuesta “medicina” que conlleva el modelo extractivo de combustibles fósiles comporta riesgos y males mayores que empeorarán nuestra vida social, política, económica y engendrará un grave retroceso ecológico que está a la vista como acaece en estos días en el Perú.

El desastre ambiental y ecológico en el Perú por el derrame de petróleo en sus costas. ¿Qué haríamos si en Costa Rica pasara algo así?:

El 15 de enero de este mismo año, se produjo la erupción de un Volcán submarino cerca de la pequeña isla de Tonga en el Océano Pacífico, tal como fue abundantemente informado por todos los medios de prensa. Tan solo para que nos formemos una idea el volcán está a una distancia de 8.700 kilómetros de distancia de la costa del estado de California en los Estados Unidos. Por lo tanto, muy distante también de las costas de Chile, Perú o Ecuador. Sin embargo, los efectos de esta erupción volcánica se sintieron a lo largo del extenso litoral pacífico del continente americano, desde Alaska, hasta Chile. El diario el país de España titula “La erupción de un volcán submarino cerca de Australia se siente en el pacífico mexicano.” Además, informó que el volcán Hunga-Tonga-Hunga-Ha´apai, sacudió Polinesia dejando varias zonas incomunicadas de la isla. México y Perú experimentaron un leve aumento de las mareas y Chile reportó un Tsunami menor en la isla de Pascua. En Hawái se produjeron inundaciones y en el Caribe se experimentaron pequeñas olas atípicas. Con estos datos deseo poner en su justa dimensión fenómenos naturales como la erupción del Volcán “Tonga” y los graves daños consiguientes, en especial el que tiene que ver con la afectación al medio ambiente.

Pues bien, como posiblemente la mayoría sabe, a causa de este fenómeno natural, el Perú declaró emergencia ambiental por el derrame de crudo en sus costas, vinculado con la erupción volcánica. La zona costera fue dañada por el derrame nada menos que de 6.000 barriles de petróleo. La información que deseamos reseñar del Ministerio del Ambiente consignó que el vertido fue derivado de un evento súbito de gran impacto sobre el ecosistema marino costero de alta diversidad biológica y con grave riesgo para la salud pública. El plan de acción de acuerdo con el protocolo quedó a cargo de la petrolera española Repsol, propietaria de la Terminal de la Refinería La Pampilla, ubicada en la provincia del Calao, limítrofe de la capital Lima.

El derrame se produjo el día 15 de enero, justo cuando un buque italiano se encontraba en el proceso de descarga; el buque cargaba nada menos que 965.000 barriles de petróleo. El oleaje derivado de la erupción volcánica provocó el derrame del crudo acarreando las secuelas ambientales a las que hemos hecho mención. Como ocurre siempre, la empresa Repsol no acepta responsabilidad en los daños a los ecosistemas de las playas peruanas hasta donde se extendió la mancha del crudo contaminante. Más de veinte playas del litoral pacífico peruano fueron afectadas por el desastre, dos reservas naturales sufrieron daños, graves problemas en la Isla Grande asidero de Piqueros, Pingüinos y Lobos de Mar.

Como ocurre con frecuencia, comienza a desatarse una lucha entre el gobierno peruano y Repsol, puesto que Perú exigió a la empresa el resarcimiento de todos los inmensos y onerosos daños provocados por el derrame. Por añadidura, lo que también es recurrente en estos casos, la empresa no contaba ni siquiera con un plan de contingencia para mitigar ese tipo de daños. Quizás debido a ello, los primeros comunicados de la empresa Repsol, procuraron aminorar el impacto ocasionado por el derrame del crudo en los ecosistemas costeros y marinos. Poco después, ante las evidencias demostradas del daño ecológico y ambiental, fue nada menos que la gerenta de Comunicaciones de Repsol, quien negó en una comparecencia en la radio, las responsabilidades de su representada. Hoy se sabe que, el área total afectada fue de 1.739.000 metros cuadrados, 360 millones de metros cuadrados solamente en la superficie marina, ante los seis mil barriles derramados, aves muertas, pescadores en los muelles sin trabajo y muchas otras personas civiles que habitan en esas costas vieron paralizadas sus fuentes de ingresos como consecuencia del siniestro. (Cfr. AFP: https://www.elsoldemexico.com.mx/mundo/peru-emite-declaratoria-de-emergencia-ambiental-por-derrame-de-petroleo-7767473.html)

¿Están dispuestos los empresarios, grandes, medianos y pequeños, las personas que trabajan en poblaciones aledañas a los sitios en los que eventualmente se explotarían los combustibles fósiles altamente contaminantes, quieren afrontar los múltiples riesgos de la explotación de los hidrocarburos los gobiernos locales y el gobierno nacional, a tener que afrontar situaciones como la descrita? ¿Creen ustedes que se pueda garantizar el control del nefasto impacto que produce la explotación de los hidrocarburos sobre el medio ambiente, como lo afirmaron los candidatos Rolando Araya y Fabricio Alvarado? Decida usted con su voto.



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