¡Qué hombrada!
Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 19 marzo, 2009
¡Qué hombrada!
Alvaro Madrigal
Triunfó el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y su candidato, Mauricio Funes, ha sido electo presidente de El Salvador. Esto, en cualquier otro país, sería una resultante propia del juego democrático. Pero en El Salvador, en su contexto político, económico y social, donde el Poder (con mayúscula) está secuestrado por una oligarquía reaccionaria en extremo, el resultado es toda una hombrada. Su plataforma política no es marxista ni sus herramientas de lucha son los fusiles; partido y candidato recibieron un mandato y van en procura de un cambio. Que no será de mera apariencia o de estilo. No lo permite el estado de cosas allí existente, legado de cuatro gobiernos continuos de ARENA y también de las reglas de juego impuestas y celosamente custodiadas por “los 14” desde muchos años atrás, de lo que han derivado desproporcionadas ventajas. ¿Aceptarán —ARENA y sus valedores— el cambio en las reglas de juego que se deriva de las urnas, requerido para combatir tanta injusticia social, exclusión y desigualdad? Ni Mauricio Funes ni el FMLN tienen la última palabra. Serán el grado de racionalidad y de resistencia al cambio con que se conduzca ARENA y sus valedores (donde el coronel Roberto D’Abuisson sigue siendo el paradigma de muchos) lo que decidirá la suerte del proceso democratizador de El Salvador y cuánta tensión y profundidad tendrá el necesario reemplazo de modelo económico y social.
El statu quo es una bomba de relojería en una sociedad que expulsa a sus hijos por falta de oportunidades: un tercio de la población ha emigrado y sus remesas por valor de $3.788 millones en 2008 (el 17,1% del PIB) son el sostén de la economía. ¡Vaya ironía! La quinta parte más rica capta la mitad del ingreso nacional y posee un ingreso 15 veces mayor que el correspondiente al 20% de la población más pobre. En 2006 el ingreso medio de los hogares fue de $247 pero el costo de los bienes y servicios requeridos para atender sus necesidades básicas superaba los $685. Según CEPAL un 47,5% de la población estaba en pobreza total y un 19% en pobreza extrema. Elevado déficit habitacional, índices de salud preocupantes (aún la gastroenteritis es azote y coadyuva a elevar la tasa de mortalidad infantil a 12,75 muertes por millar), desigual acceso a la justicia, una carga tributaria baja, la desequilibrante presencia del narcotráfico y las “maras” y una tasa de 67,8 homicidios por cada 100 mil habitantes que hace de El Salvador el país más violento... ¿son estos los “logros” del modelo implantado por ARENA en cuatro administraciones? ¿O son la justificación para que el 51,27% del electorado avale una nueva plataforma de gobierno que imponga el cambio, de fondo, no cosmético, independientemente de que se le mire como populismo o chavismo? Es que si estas cifras (que son tomadas del último Informe sobre el Estado de la Región) no cambian, aquello estallará y no habrá general Hernández Martínez capaz de impedirlo. Y producir el cambio, o al menos inducirlo, es el principal reto de Mauricio Funes y del FMLN.
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