¿Qué hacer con la Constitución Política?
Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 20 julio, 2016
Todos los derechos adquiridos y protegidos por la Constitución actual se tendrían que mantener; una reforma constitucional no puede quitar derechos a nadie que los posea actualmente
¿Qué hacer con la Constitución Política?
¿Vale la pena redactar y aprobar una nueva Constitución Política? ¡Definitivamente no! La primera razón de rechazar una iniciativa en ese sentido es su costo para el país. El proceso es largo, caro y lo que se produciría al final sería de poca utilidad, no obstante lo que opinan los autores del mismo. ¡Es mejor reformar la Constitución actual!
Si se quisiera crear una Constitución nueva, primero se tendría que realizar un referéndum aprobando la medida. Después, si esta resulta aprobada, habría que realizar una elección nacional para escoger a los constituyentes que trabajarían a sueldo elevado por lo menos durante año y medio redactando el documento. Redactado y aprobado por los diputados constituyentes, tendría que celebrarse otro referéndum para que el pueblo le diera su visto bueno.
Después vendría la elección de un gobierno nuevo que se regiría por la Constitución recién redactada.
Todo este proceso costaría billones de colones y durante su desarrollo la incertidumbre probablemente provocaría una merma económica, especialmente en la inversión en el país.
Lo más irónico es que no pudiera haber mucha diferencia entre el documento nuevo y la Constitución de 1949. Todos los derechos adquiridos y protegidos por la Constitución actual se tendrían que mantener; una reforma constitucional no puede quitar derechos a nadie que los posea actualmente. (Óscar Arias demostró esto cuando en 2000 logró eliminar la prohibición a la reelección aprobada en 1969).
Me parece que quienes recomiendan con cierta insistencia que se redacte una nueva Constitución aspiran a formar parte del grupo de diputados especiales que pasarían 18 meses gloriosos en debate párrafo por párrafo del documento “algo nuevo”. Discursos caracterizados por la pasión de los que los dictan, negociaciones secretas en bares y sodas, ojeras por las trasnochadas de estos “padres de la patria” que con devoción dejarían para la posteridad todo el fruto, posiblemente mediocre, de su sapiencia.
Es probable que más de uno pudiera recomendar mejorías en la Constitución Política actual. En lo personal creo que sería mejor elegir los diputados directamente y no por listas de partido; que se establezcan distritos electorales. En cada distrito una sola persona, la que gana la mayoría de los votos, es elegida para representar a los que residen en el distrito.
Pero es probable que los representantes de los partidos pequeños se opusieran a lo que propongo; muchos de sus diputados llegan por subcocientes usando el sistema D’Hondt que rige en Costa Rica. No se eliminarían los partidos pequeños con un sistema de distritos electorales pero es poco probable que hubiera una Asamblea Legislativa tan dispersa como la actual.
Otros argumentan que los cuatro años del periodo constitucional de un presidente es muy corto, que se debería aumentar a cinco o seis años. El argumento en contra de esta recomendación es que cuando es un buen gobierno —lo menos usual— cuatro años es muy poco tiempo, pero cuando es disfuncional, como la mayoría, parecen una eternidad los 48 meses que permanecen.
Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com
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