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COLUMNISTAS


¡Qué miedo pagar en cuotas!

Fabio Parreaguirre fparreaguirre@larepublica.net | Lunes 20 junio, 2016


¡Qué miedo pagar en cuotas!

“¿A cuántas cuotas?”, me dijo el vendedor de una tienda de ropa en Colombia la semana pasada, y en mi cabeza solo pasó la idea de que era un monto demasiado pequeño y un artículo que dejaría de ser útil bastante pronto como para comprarlo en cuotas.
Lo segundo que pensé fue: ¡Qué bien, los colombianos pagando todo a tasa cero; claro, activan el consumo y por ende el pago de impuestos, el crecimiento económico y todos puede ir a conseguir lo que quieran!
Luego entré en lógica y eso no podía ser así.
La verdad es que muchos colombianos —tal y como me lo comentaron varios vendedores en el Centro Comercial Andino— hacen esto, comprar en cuotas, aunque eso signifique comprar a crédito, un bien absurdo, del que terminarán pagando diez veces su valor; incluso, de seguro ya no será útil cuando terminen de pagarlo, pero bueno...
“Hasta por una billetera que costaba 110 mil pesos ($36 al tipo de cambio de hoy) la semana pasada, la llevan a 36 cuotas”, me dijo una vendedora en una buena tienda de cuero (¡Están solos! Los colombianos en moda, muchas marcas de calidad).
Yo pensé inmediatamente, ¡36 cuotas!, ¡Qué! No puede ser, no es tasa cero, son cuotas o minicuotas, como quiera verlo, en las que deberá pagar un interés. Claro, mucho menor al que paga en la tarjeta, pero al fin y al cabo, un extra.
¡Qué miedo pagar en cuotas! Lo comenté con los colegas de la redacción el viernes pasado, y uno de ellos, un gran sabio que tengo como compañero, el Gran Machaco, me dijo: “Es el costo de la oportunidad y acomodarse a lo que uno puede pagar”.
Por supuesto, dio en el punto, seguro que muchos de los colombianos hacen lo que los ticos hacemos, tarjetear a más no poder, endeudarnos a más no poder y luego al estar cerca del abismo buscar un acuerdo con alguna entidad bancaria que nos compre la deuda y luego vivimos felices porque tenemos nuevamente liquidez.
Eso es una bola de nieve, pero dicen que los que vivimos en países donde la nieve es un cuento de hadas, nos ponemos como tontos cuando vemos literalmente nevar.
La verdad es que no me gusta el frío —siguiendo con la metáfora—, prefiero vivir en el calor, la tranquilidad de tener mis tarjetas de crédito como medio de pago, y sí, de vez en cuando utilizar los beneficios de las cuotas para comprar algo útil y duradero.
Ahora bien, si se trata de “tasa cero” es otra cosa; estoy bien con eso, siempre y cuando no sea demasiado, como para quedarse sin liquidez todos los meses por pagar la cuota.
La verdad es que en Costa Rica no estamos muy lejos de Colombia con el tema de pagar en cuotas, en especial cuando vemos una oportunidad.
Los beneficios de las tarjetas son excelentes si las usamos de forma estratégica, pero si compramos una “billetera de $36” a tres años, a cuotas con intereses, por más pequeñas que sean, simplemente usted no sabe nada de nada.

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