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Reflexiones: Agua, clima e inversión pública

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Viernes 22 marzo, 2019


Este viernes 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua, el recurso más importante para la vida del planeta, de los ecosistemas y, por supuesto, para la salud y la supervivencia del ser humano. En las últimas décadas hemos aprendido que es un recurso escaso y que su protección es vital para el desarrollo humano. Hoy sabemos más y conocemos mejor el ciclo hidrológico del agua; sabemos también que la protección de los mantos acuíferos, del ecosistema asociado y de las tecnologías para su uso racional nos permitiría sostenibilidad de dicho recurso. Sin embargo, más del 50% del agua producida no llega a su destino final como producto de la ineficiencia de nuestra función de gestión en las organizaciones que administran el recurso hídrico, pérdidas económicas y técnicas que terminan por drenar la oferta domiciliar, comercial e industrial del agua. A todo ello le sumamos una baja cultura de ahorro, dominada por el uso de tecnología obsoleta y un descuido creciente de las empresas administradoras del agua sobre los hábitos de uso de las familias. A este último tema, uso y gestión del agua en los hogares costarricenses, quiero dedicar el artículo de hoy.

En los primeros días de esta semana, presentamos en el Colegio de Periodistas, la encuesta de uso y gestión del agua domiciliar en Costa Rica, esfuerzo realizado en el marco del proyecto REINA Aguas, desde el Centro Internacional en Política Económica CINPE de la Universidad Nacional. Una encuesta a nivel nacional, con una bondad estadística de 95% y que entrevistó a 1516 personas por llamada telefónica en octubre y noviembre de 2018. La población encuestada consistió en 760 hombres y 756 mujeres, de los cuales 475 residen en San José, 324 en Alajuela, 183 en Heredia, 145 en Cartago, 121 en Guanacaste, 135 en Puntarenas y 133 en Limón. El promedio de personas que habitan el hogar es de 4 personas. La población entrevistada cuenta con vehículo propio en un 35,16% de los casos y no cuenta con vehículo propio en el 64,31%. Del total de los entrevistados, un 52,18 % trabaja, un 8,32% estudia, un 11,56% trabaja y estudia actualmente, un 9,71% ni trabaja ni estudia, un 11,76% se encuentra desempleado y el 7,07% es pensionado.

Los principales resultados de dicha encuesta son los siguientes:

1. Aunque el país es reconocido en el mundo por sus indicadores de cobertura de agua, la situación regional refleja rezagos importantes en las zonas costeras y alejadas del Valle Central. A nivel provincial Limón es el lugar donde se reportan mayores problemas de acceso a agua potable en el país (12,03% de la población encuestada).

2. Si bien tenemos una alta cobertura de la red de servicio de agua potable, tenemos serios problemas de calidad y disponibilidad del agua. El agua durante el verano falta en casi un tercio de la población costarricense. El rezago de la infraestructura y los cada vez más frecuentes eventos climáticos nos hacen un país muy vulnerable en sus recursos hídricos.

3. Hay amplios rangos de mejora en relación con la gestión del recurso para uso domiciliar. Las empresas peor evaluadas por los usuarios son las municipalidades y el AyA, mientras que las ASADAS y la ESPH tienen menos opiniones desfavorables. La calidad y disponibilidad del agua son elementos centrales para mejorar la gestión de cara al consumidor. A pesar de que un 34,72% de los usuarios de la ESPH manifiestan que el agua que se les brinda no es barata, esa es la empresa líder en satisfacción al cliente.

4. El costarricense dice estar bastante informado de la situación del ciclo hídrico y de los efectos del cambio climático, al igual que dice tener conciencia de las tecnologías para el ahorro del agua. Sin embargo, este resultado es contrario a la situación real de comportamiento en cuanto al uso del recurso y de las tecnologías para ahorrar agua en sus casas.

5. Si bien un importante número de entrevistados dice desconocer el monto que se paga por el servicio en su casa, buena parte de la muestra encuestada tiene disposición a pagar para atender la adaptación al cambio climático mediante una tarifa verde. Sin embargo, quieren tener certeza de que los recursos se utilizarán en la protección de cuencas, educación ambiental y tecnologías amigables con el ahorro.

Las razones que explican este comportamiento poco consecuente del costarricense respecto al agua que utilizamos en los hogares está asociado con elementos culturales que nos han hecho poco cuidadosos en materia del recurso, que, si bien tenemos la dicha de tener en abundancia, cada día es más urgente priorizar y ahorrar en su uso. El ahorro del agua debe ir más allá de campañas publicitarias y panfletos; debe ahondar en el cambio tecnológico tanto del lado de la oferta para reducir las fugas y la ineficiente gestión del agua, como del lado del consumidor para apoyar un ahorro doméstico del líquido, no solo para alivianar la carga del pago de la factura, sino para apoyar el uso racional sostenible del recurso hídrico.

El llamado a un uso inteligente del agua debe apoyarse en políticas públicas que permitan una inversión en adaptación ante el cambio climático, el desarrollo de nueva infraestructura debe ir de la mano de una planificación urbana e industrial que permita reducir la presión sobre las fuentes de agua. No debemos olvidar que lo que les hagamos hoy a nuestras fuentes de agua tendrá consecuencias sobre la sostenibilidad futura del recurso. Agua contaminada, de mala calidad o escasa son también causas de grandes problemas de salud pública; invertir en agua es invertir en vida. Es un seguro a favor de la calidad de vida del ser humano y, además, favorece un entorno apropiado para el turismo y la inversión.


Dr. Leiner Vargas Alfaro

www.leinervargas.com




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