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Domingo, 24 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Replica respetuosa al artículo “Una nota sobre los precios del arroz” del economista y expresidente Dr. Miguel Ángel Rodríguez

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Jueves 25 abril, 2024


Don Miguel Ángel, el 7 de julio del 2022, escribí una columna en el periódico de la Universidad Nacional titulada “Ruta del arroz atenta contra el productor nacional”; que claramente definía los motivos por los cuales; quiénes proponían la liberalización de precios de compra de granza nacional y de venta de arroz pilado al consumidor nacional, estaban herrados en su discurso de beneficio al consumidor. El argumento central de mi artículo refería al oligopsonio del mercado de granza nacional y el oligopolio de comercialización del arroz, dominado por 4 actores grandes consorcios que tienen más del 70 por ciento del mercado final al consumidor, incluyendo a la señora de Purral, venida a menos en el discurso de nuestro presidente.

Su argumento sobre los precios internacionales del arroz de Brasil y Uruguay no son del todo de recibo, si miramos los precios internacionales de la granza y del arroz pilado ingresado efectivamente al país y reportados por los propios importadores, en los embarques de los grandes importadores y de las industrias que han recibido arroz y granza en este período de la ruta del arroz. Si sus argumentos fuesen ciertos de, ¿cómo funcionan los mercados de granos?, los precios del arroz debieron haber bajado al consumidor final entre un 20 a un 25% en todas las categorías superiores a la categoría 90/10. Estos datos de importación de montos y precios están disponibles en el TICA y se pueden obtener directamente en CONARROZ, dónde se lleva el registro de los embarques que, además, deben pagar algunos impuestos base y canon de CONARROZ, aún existentes en el país.

No es tan simple como lo ha planteado en su artículo, que se olvida que los importadores de granza y arroz pilado han traído al país arroz a precios mucho más bajos de los reportados en su artículo, dado que el arroz no se compra hoy para vender mañana, se compra cuatro o cinco meses antes por la logística y se aprovechan los momentos de excedentes en Suramérica, por lo general después de mayo de cada año o se realizan contratos de mediano plazo, tal como bien lo hacen los importadores de pilado grandes. Por lo que lo válido para el ejercicio de precios debe de ser el reporte de las facturas de compra que las tiene el Ministerio de Hacienda, tanto para granza como para arroz pilado.

Lo cierto Don Miguel Ángel, es que el arroz pilado salió hasta un 40 por ciento más barato, combinando el efecto del tipo de cambio con el efecto disminución del arancel. Sin embargo, en promedio los precios bajaron menos de un 4% en el primer año y más bien han subido en el segundo año. La explicación no es atribuible a los precios internacionales que usted menciona, que son datos de referencia pero que no reflejan en cada momento en el tiempo el verdadero gasto de los importadores al importar el arroz y la granza.

Lo que sucedió realmente, es que la caída del gasto de importadores de granza y de arroz pilado pasó de manos, antes iba dirigido a compensar el precio regulado que evitaba las fluctuaciones del mercado mundial, dado al consumidor estabilidad de precio de venta de arroz pilado en el mercado nacional, creando una compensación que permitía un precio mínimo y la compra por parte de los industriales de la granza nacional, vital esquema que aseguraba que la granza nacional se vendiera a un precio razonable para mantener a cerca de 500 productores nacionales, sobre todo a los 300 micro, pequeño y mediano productor de zonas de menor desarrollo relativo. Entonces los aranceles no recibidos por el Ministerio de Hacienda que se distribuían entre productores y consumidores de arroz por la existencia del precio combinado con costos mixtos de granza nacional y granza importada, producto de la compra obligatoria de la granza nacional, que fue el criterio de asignación del desabasto. Con la ruta del arroz se ha desvirtuado el mecanismo de asignación y se han cambiado las cosas, entregando a los grandes importadores y comercializadores de arroz el arancel y el beneficio de la apreciación del colón.

La señora de Purral, que en su artículo se atribuye a los consumidores del primer decil de la distribución del ingreso, fueron absolutamente estafados por la ruta del arroz, pero aún peor, el hijo de la señora de Purral que atiende el comedor escolar de la escuela pública también. Dado que el precio de referencia pagado a cuatro de los agroindustriales afines al gobierno, cobraron hasta dos veces más caro el arroz a los comedores escolares, producto de contratos exclusivos con precios sin control, denunciado por este servidor a la Asamblea Legislativa y que fueron producto de las acciones del actual ministro de Agricultura, en ese entonces presidente del CNP. Al final del día, ni el arroz de la pulpería de Purral le salió más barato, ni mucho menos el pagado por el comité escolar de la escuela de su hijo.

Por el contrario, con la ruta del arroz las familias de más altos ingresos redujeron aún más el gasto en arroz, debido a que, por la discriminación de precios dentro del mercado nacional, el arroz 95/5 y 99/1 que es el que consumen los más ricos en el país, efectivamente bajó de precio en algunos rangos de hasta 30 por ciento. Efectivamente Don Miguel Ángel, las familias en promedio bajaron el gasto en arroz, pero fueron las familias de la parte más alta de la distribución del ingreso las que se beneficiaron con un gasto inferior en el consumo, producto de la caída de los precios en los arroces 95/5 y 99/1, presentaciones que son esencialmente para las familias de clase media alta y alta. Empero, lo contrario a lo promulgado por la propaganda de quienes avalan la libre importación de arroz, amparados en el discurso populista de Chaves y sus grupo de importadores financistas de la campaña, los precios del arroz para los pobres no bajaron.

Coincidimos en el argumento que el gobierno incumplió con las medidas de apoyo a los arroceros micro, pequeño y medianos, cuyas productividades son inferiores a 5 toneladas por hectárea. No se facilitó crédito, tecnología, riego y mucho menos se abrió el mercado de semillas que está dominado por dos grandes grupos. Lamentablemente se ha desmantelado la ciencia, tecnología e innovación en un sector que requiere nuevas variedades en secano y apuestas serias en materia de asistencia técnica a los productores pequeños y medianos. Una solución al respecto sería limitar los subsidios de compra utilizando la regla máxima de siembra de 200 hectáreas y aquellos grandes productores de arroz, cuyas productividades claramente están por encima de 5 o 6 toneladas por hectárea, no necesitan del subsidio de precio que propiciaría el mecanismo de precio combinado existente.

Debemos recordar que el mercado de cereales a nivel global es claramente un mercado de excedentes y que existen subsidios equivalentes que duplicarían el precio de sustentación costarricense, que agrega entre 4 y 5 mil colones por TM a los productores. Hemos de quedar claros que con la caída en el arancel se pierde la producción y encadenamientos locales, el empleo, el valor agregado de zonas rurales claramente deprimidas en Costa Rica y caldo de cultivo para la delincuencia y el narcotráfico.

Concuerdo con usted en el tema de competencia efectiva en sectores como el sector financiero, el sector de medicamentos, la industria láctea, la industria bovina y porcina, el azúcar, el cemento y las actividades de distribución de combustibles y gas, entre otros, tantos oligopolios que deben regularse para proteger al consumidor nacional y favorecer una asignación de la renta mejor. En eso coincidimos plenamente Don Miguel Ángel, el país es el más caro para vivir producto de las cadenas de comercialización exclusivas y de normas que protegen a los grandes grupos empresariales.

Respecto al criterio de la jueza que aprobó la medida cautelar, es muy discutible e interesante, dado que utiliza una presunción social como argumento legal, lo cuál es legítimo y ahora, la carga de la prueba está del lado del gobierno, que deberá probar que efectivamente el benefició no quedo distribuido en favor de importadores y de consumidores de ingreso alto. Es interesante para el mundo del derecho este tipo de decretos, que creo podrían valer también para otros mercados en un futuro, como el de la leche donde se cobra hasta un 40 por ciento más a los costarricenses por el mismo producto que se vende en otro país más barato, el de los medicamentos que se triplica el precio local a favor de unos cuantos distribuidores exclusivos o el mercado financiero dónde las tasas medias activas siguen altas a pesar de la caída de los costos del dinero. Sería interesante que este tipo de criterios legales permitieran hacer más justicia en el mercado y también favorecer la competitividad del país. Por ejemplo, ¿cuánto le deberían pagar los comercializadores de tabaco a la CCSS producto de los efectos negativos del uso del cigarrillo en el país?

Los datos en el gasto en arroz son relativamente fáciles de estimar teniendo la fuente de INEC sobre gasto en arroz por quintil de ingreso, la diferencia está en que el arroz consumido en los quintiles de abajo es 80/20. Creo que deberíamos tomarnos un café para explicarle la estrategia de discriminación de precios en el arroz, que explica en buena forma el porqué el INEC no ha podido capturar la caíde en el gasto medio familiar y que pone, al señor presidente con los pelos de punta. El gasto en arroz ha bajado por la caída de precio promedio, pero ha aumentado gracias al mayor consumo de arroces de gama alta, noventas y sobre todo 95/5 y 99/1, producto de la segmentación de venta del mercado.

Aún nos queda el debate por el fondo de la medida cautelar interpuesta y creo que tendremos mucho más que discutir sobre el tema. Los inventarios de arroz que están en las industrias y las bodegas de importación de los grandes importadores, afines al gobierno, así como los que vienen en los barcos ya comprados, serán los últimos baratos. Los precios no deberían de subir en los próximos tres o cuatro meses. Claro que los precios subirán para el arroz importado a futuro, pero resulta que el 80/20 podría inclusive bajar de precio, dada la forma en cómo las industrias procesan la granza nacional.

Mientras no se comprenda que no existe tal cosa como un mercado internacional libre de arroz, que tampoco es posible importar granza libremente, dado que existen solo dos grandes cadenas de distribución que visitan el país con navieras y comercializadores exclusivos. La verdad existe mucha diferencia entre el arroz con valor agregado nacional que la importación de arroz pilado. Pero creo que en eso de la filosofía del mercado no nos pondremos de acuerdo, Don Miguel Ángel, el mercado no funciona y asigna los recursos bien, cuando existen estos grandes oligopolios y excedentes globales en los mercados, tal vez, es hora de repensar la política pública, pero más sentido común y menos ideología de mercado.

Claro que el libro de texto dice que debería haber un precio menor si existiera competencia y los costos son más bajos, pero Don Miguel Ángel, entre lo dice el libre de texto y ¿cómo realmente funcionan los mercados de alimentos y particularmente, el del arroz? existe mucha diferencia. No tenemos un mercado competido, no existe un mercado de granza competido a nivel internacional y local, tampoco existe un regulador, Ministerio de Economía, competente en el tema. Así las cosas, la política de liberalización llamada ruta del arroz ha sido un rotundo fracaso para la señora de Purral, para los comedores escolares y en general, para los consumidores de los quintiles más bajos de la distribución del ingreso, es decir, para los pobres.

Ahora Don Miguel Ángel, lo que está proponiendo CONARROZ esta semana, de autorizar un desabasto de importación de arroz en granza a los industriales del arroz, sin existir el mecanismo de precio compensado y la obligatoriedad de compra de la granza nacional a un precio de referencia, sería un remedio peor que la enfermedad, sería entregar los aranceles a los industriales para engordar sus ganancias, generando más injusticia y otra vez, golpearía a las arcas del Estado sin beneficiar de forma directa al consumidor y al productor nacional.

Queda claro que el precio del pilado y de la granza bajará en el segundo semestre del año, sobre todo por la llegada de la cosecha de arroz en USA con nuevas variedades que atienden los requerimientos de calidad de los consumidores ticos y que pondrán competencia al pilado y la granza del Sur del continente, que seguramente llegará a niveles de 500 la tonelada de granza y de 650 el precio del pilado. Al final del día los productores que están sembrando arroz esperando un buen precio se quedarán con sus expectativas como un “alegrón de burro” y la importación y renta arrocera pasaría de manos, de los importadores afines al presidente a los grandes industriales, afines a los grandes industriales.

Una medida apropiada para el futuro en este mercado sería reacomodar el modelo de compra y precios compensados para que tengamos lo mejor de los mundos posibles. Al final del día, pareciera que la cuota de importación distribuida entre los industriales que compren granza local a productores de menos de 200 hectáreas, sería sin duda la solución económica y social más justa para los productores y para los consumidores, pero para eso se requiere más pragmatismo y sentido común, no creer en el mercado como si fuera un credo religioso y aprovecharse de ello, para tener sostenibilidad agraria, el empleo rural y una seguridad alimentaria lo más barata posible para el consumidor de menores ingresos. Tal vez esas ideas de mercados administrados con sentido común y pragmatismo nos den un mayor empleo, valor agregado y precios más justos.

Cajita blanca dirían algunos, Don Miguel Ángel, que seguro me referirían a que los grandes productores de Guanacaste, que no necesitan del subsidio ni el precio compensado para poder poner y vender su arroz, no permitirían que se limite a 200 hectáreas el subsidio del mecanismo de precios a través del desabasto. Sin embargo, creo que ha llegado la hora de hacer las cosas bien en lo público, aunque no se beneficie a los grandes que, además, no necesitan ese subsidio. Podemos tener más producción, más productores y más justicia para el campo y el ecosistema arrocero, podemos tener precios más estables y bajos para los consumidores. Ambas cosas son posibles si la renta arrocera se distribuye mejor y al final del día, todos ganamos.

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