Sobrevivirá el periodismo
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 06 agosto, 2010


Sobrevivirá el periodismo
El futuro del periodismo es una caja de Pandora. Empezando porque en la actualidad hay más periodistas trabajando fuera de los medios intentando influir en los contenidos, que los pocos que quedan adentro para producirlos. De todas las profesiones, la del periodista parece ser la que ha evolucionado menos en términos de remuneración y empleo. Basta con compararla con ingenierías, administración, hasta el mismo saturado derecho.
Mientras los autoproclamados eruditos discuten en foros trasnochados sobre la profesionalización de la función, las universidades producen como fábricas más periodistas, sin precaver que simplemente no hay cabida en el ínfimo mercado laboral que queda y que luce estar condenado a reducirse.
La contracción se debe en parte a que la célebre posición de contrapoder que parecía ocupar la prensa en la sociedad ha dado paso a un acomodado contubernio con el oficialismo o en el otro extremo con el mercantilismo de la función periodística a través de un sensacionalismo marcado por la nota sangrienta, el forzado drama de la realidad o el ataque a la intimidad de las personas.
Es fácil para los críticos sentados en la gradería de sol de esta noble profesión ver la corrida y mirar en ella la banalización de los contenidos de los “medios de referencia”, mientras esconden su mano al no declarar que forman parte de una lista de detractores, quienes guardando una codiciada plaza dentro de la prensa, prefirieron cederla tras puestos más remunerados del lado de los que sí influyen contenidos y ahora, con mea culpa, intentan ver esta profesión con romanticismo.
Sin embargo, no creo que el mayor de los problemas en el futuro del periodismo sea esa generación. Me preocupan más el procedimiento de ideología, empleado como mecanismo de expresión falsa de la realidad, cuyo objeto es convertir lo particular en universal, hacer que los hechos luzcan naturales, establecer falsas analogías, enmascarar la neutralidad para dar inclinaciones especiales, establecer límites a los temas o discusiones, crear la sensación de que la historia conduce a “ese” momento y crear la mentira de que la explicación más simple es siempre la verdadera.
Tal vez el principal cuestionamiento que recae hoy sobre nosotros los periodistas es si somos intocables. Lejos de las discusiones estériles sobre profesionalismo, el periodismo se encuentra sometido en una intensa vigilia, donde la noticia y posiblemente las respuestas sobre su futuro no están tanto en lo que sucede fuera de los medios sino adentro.
Luis Alberto Muñoz
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