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¡Sucia! ¡Perra!

Natiuska Traña natiuskatp@gmail.com | Miércoles 06 junio, 2018


¡Sucia! ¡Perra!

Comencemos con un café chorreado y solidaricémonos con el tema de que a todos nos han roto el corazón. Dicen que las bebidas calientes lo reconfortan a uno y, bueno, qué mejor para eso que un buen café.

El pasado 25 de mayo, fue el concierto de los Ángeles Azules, muchos se presentaron a dicha cita y es que a los costarricenses les gusta la cumbia. Esta banda mexicana tiene una trayectoria de aproximadamente 30 años y sus canciones han sido objeto de “covers” interpretados por bandas locales en nuestro país.

Si alguno se ha sentado alguna vez a escuchar la letra (yo hice la tarea para escribir la columna) nos refiere a una situación de un corazón roto, donde el caballero se ve compelido a tener que olvidar a la mujer que ve en todo lo que vive, pues sigue amándola y el sentimiento ya no es correspondido. ¿Les suena familiar? Pues sí, a más de uno nos ha pasado que queríamos seguir queriendo pero el otro no. Y más que una oda de despecho, tiene una lírica de amor incondicional y de sentimientos mezclados que se rehúsan a aceptar el olvido de la persona amada. Aclaro, aunque no me gusta la cumbia —lo acepto— no tiene nada de malo esta letra. Sin embargo, la banda treintañera se topó con la “genialidad” del estribillo tico de “sucia” y “perra” al final de cada coro. Asunto que provocó la molestia de la banda ante la “polada” de muchos frente a uno de sus mayores éxitos.

¡Bravo! Les explico, la canción original no tiene nada de insultos, como les decía más que de eso, se trata de amor, ni siquiera es de despecho; pero la audiencia se encargó de evidenciar en medio concierto la doble moral y la manifiesta misoginia costarricense, pues aquí se le dice “sucia y perra” a una mujer en una canción como decir: ¡Pura Vida!

¿Cómo es posible que un país que se jacta de pacífico, igualitario, respetuoso de los derechos de los demás y hasta de la voluntad de Dios, se exprese de esa manera de las mujeres? Y es que no es solo de las mujeres, sino de las minorías. Pareciera que unos son más ciudadanos que otros y que la chota sirve para justificar insultos.

Por un lado estamos embelesados por Keylor Navas, como fiel embajador y representante de todos los ticos, un hombre humilde, trabajador, comprometido, esforzado y “Pura Vida”, pero por el otro lado tiramos las piedras y escondemos las manos con una solidaridad disfrazada que esconde las diferencias sociales, de género y el pésimo ejemplo que se les da a las futuras generaciones.

Estamos en el siglo XXI y lo que menos evoluciona son los valores; no hay un respeto hacia las personas que son distintas, las agresiones están a la orden del día y todo se olvida con los partidos de la Selección Nacional. La responsabilidad no es de las escuelas, el respeto se enseña en casa, pero pareciera que el “porta a mí” llegó para quedarse y se ha trasladado a todos los ámbitos sociales.

Ya lo dijo claramente don Isaac Felipe Azofeifa, describiendo a los ticos: “Campesinos, en fin, con un miedo esencial a la aventura de las ideas y a la aventura del progreso”. Y ante a esta realidad que se mantiene vigente debemos dejar de ser indiferentes, que la vulgaridad, la chota y la misoginia no nos quiten la capacidad de criticar y cuestionar estos “mamarrachos” culturales nada sobresalientes, no sea parte de esos que prefieren la posición cómoda de ignorarlo y seguir con la corriente.

Y para cerrar, el “cantante” nacional que promovió esa pachucada no solo debería ser Ajeno, mejor aún, debería ser Olvidado para siempre.

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