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Un mal arbitraje, un buen incendio

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 30 mayo, 2013


¿Habrá llegado la hora de comisionar el arbitraje de los partidos definitorios de campeonatos en Costa Rica a jueces de otras federaciones?


De cal y de arena

Un mal arbitraje, un buen incendio

¿Llegó el Club Sport Cartaginés a la final del torneo de verano por efecto de un arbitraje desacertado del partido que le enfrentó al Deportivo Saprissa? ¿Medió la suma de errores del equipo arbitral en el resultado final del cotejo en que se midieron el Cartaginés y el Club Sport Herediano? Aunque no faltan las opiniones tachadas por el fanatismo —como suele suceder en estas cosas— las imágenes registradas por las cámaras de televisión más los análisis del grueso de los comentaristas deportivos son elocuente recusación del desempeño del desacertado arbitraje en uno y otro partido, algo que para infortunio de este popular deporte está convirtiéndose en atrofia de dañosos efectos.
Pareciera atinado salirle al paso a partir de una realidad que delata que los errores arbitrales están decidiendo y que el mal aunque viejo no hay que tenerlo como irremediable, a riesgo de que en cotejos que deciden un campeonato se dé una explosión entre barras.
Por lo pronto, queda en claro que este torneo de verano dejó tanto ganadores que dieron muestra de su pundonor deportivo como un gran perdedor: el arbitraje.
Desde la tribuna de quien toma el fútbol como atracción y no como pasión, escuchamos los llamamientos a idear un mecanismo idóneo para reparar ya no los errores de apreciación, sí sus efectos.
Todo se queda, sin embargo, en palabras. Subsiste la pregunta de si ello es posible en el fútbol. Quién sabe, debido a las características en que se produce la confrontación; por ejemplo, en el tenis la tecnología provee la reproducción de la jugada inmediatamente después de que ella se da y en el momento en que el partido se detiene.
En el fútbol sería caótico el recurso. En el beisbol el receptor puede apelar a la opinión de un segundo árbitro para decidir si el bateador presentó bate. En el balompié no se da esa instancia que supondría, por la misma dinámica de este deporte, su parálisis.
No queda más que —así está establecido— la intervención de los órganos superiores del “referato” no para enmendar lo decidido en el rectángulo así sea una descomunal chambonada, sí para sancionar disciplinariamente la ineptitud individual en resguardo del aprecio popular de este deporte. Lo cual pone de manifiesto cuán importante es introducir exigentes criterios de medición de la aptitud y eficiencia de los jueces de campo, incluyendo desde luego su integridad moral y su imparcialidad como virtud fundamental.
La polémica está viva, aquí y afuera de aquí. La UEFA atiende con especial esmero estas cuestiones y llama a arbitrar los partidos definitorios de copa a jueces de diferente nacionalidad a la de los equipos en contienda.
Escuchando a los comentaristas deportivos que hablan de los afectos y aversiones de los árbitros, ¿habrá llegado la hora de comisionar el arbitraje de los partidos definitorios de campeonatos en Costa Rica a jueces de otras federaciones? Hacerlo no garantizaría la pureza de la idoneidad pero sí, cuando menos, un aceptable grado de imparcialidad porque el nominado esté ajeno a tales afectos y aversiones.

Álvaro Madrigal

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