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COLUMNISTAS


Una Gran Alianza para un Gran Reinicio

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 27 septiembre, 2021


Este pasado 22 de setiembre en Nueva York, aprovechando su presencia en esa ciudad para la Asamblea General de Naciones Unidas, los Srs. Presidentes de República Dominicana don Luis Abinader, de Costa Rica don Carlos Alvarado y de Panamá don Laurentino Cortizo (orden de las firmas en el documento) suscribieron una importante declaración de política conjunta: Alianza para el Fortalecimiento de la Institucionalidad Democrática.

Parten de compartir enfoques y valores y reafirman su compromiso con el estado de derecho, la democracia y el respeto y la protección de los derechos humanos.

Acuerdan impulsar una “propuesta regional para relanzar los vínculos comerciales, demográficos y culturales entre nuestros países y los de la región.”

Copio los siguientes dos párrafos de esa declaración que contiene el modus operandi propuesto:

“Esta propuesta regional se sustenta en la necesidad de promover el crecimiento económico en el marco de la democracia, de los derechos humanos y los objetivos del desarrollo sostenible. Este marco nos lleva a la defensa de sociedades abiertas, el derecho internacional y un paradigma de desarrollo verde, justo y sostenible e inclusivo frente a los grandes retos estructurales de la humanidad, como lo es el actual problema migratorio.”

“Asimismo, nos lleva a respaldar una agenda que genere sinergias entre nuestros países y otros socios estratégicos en la región aprovechando el proceso de reconfiguración de las cadenas globales de abastecimiento”

Esta es sin duda una importante noticia para el futuro de nuestros países.

SICA vive un momento de postración. Varias naciones sufren serios problemas de gobernabilidad. Nicaragua vive bajo una descarada dictadura que se aproxima a celebrar un proceso electoral descalificando los partidos de oposición, encarcelando a los adversarios políticos y a dirigentes civiles y mediáticos, impidiendo la operación de medios de comunicación e imponiendo un régimen de terror que envía al exilio a miles de sus ciudadanos. El Salvador experimenta graves quebrantos a su estado de derecho. En Honduras y Guatemala se han eliminado los mecanismos internacionales que se habían establecido para paliar la corrupción, el narcotráfico se infiltra en las estructuras de poder y los gobiernos cada día ostentan menos legitimidad. La pobreza, el desempleo y la informalidad ya inmisericordes en gran parte de la región antes de la pandemia, se ha agigantado con la covid-19. El narcotráfico y la violencia desde hace muchos años azotan a los indefensos ciudadanos en algunos de los países que tienen las tasas de homicidios más altas del mundo. Huracanes e inundaciones embravecidos por el calentamiento global causan enormes daños entre las familias más pobres.

La crisis migratoria, las preocupaciones por el cambio climático, la necesidad de recuperar el crecimiento equilibrado de todas las naciones, los problemas del crimen organizado internacional y del narcotráfico, las condiciones de la geopolítica mundial hacen de este un buen momento para que se de una cooperación transformadora de EEUU, México, la Unión Europea e incluso de Japón y Corea para propiciar el desarrollo de Centro América y el Caribe.

Para ello el liderato de República Dominicana, Costa Rica y Panamá creo que es indispensable tal como lo he expuse en mi carta abierta al Presidente don Carlos Alvarado el pasado 24 de marzo y en mi columna “Honremos con valentía y con unidad el Bicentenario”.

Es hora de UNA GRAN ALIANZA PARA UN GRAN REINICIO.

Un gran programa de infraestructura que diera una nueva dimensión al Plan Puebla Panamá con una extensión a República Dominicana en energía, turismo y transporte marítimo podría generar los niveles de empleo de un crecimiento acelerado que retenga la población en sus países de origen, aliviando los problemas de inmigración desordenada a EEUU, México, Belice, República Dominicana, Costa Rica y Panamá.

La institucionalidad de SICA y SIECA revigorizadas haría más atractiva y políticamente aceptada la inversión de recursos de los países desarrollados en el área.

Ante el cambio de las reglas tributarias internacionales que OCDE y EEUU vienen analizando, la acción conjunta de los países de SICA podría garantizar que a todos se les aplique las normas más favorables que se vaya a establecer.

Un programa de estas dimensiones sería una palanca poderosa que promovería la democracia en Nicaragua, la buena gobernanza en el Triángulo Norte y el respeto al estado de derecho y a los derechos humanos en toda la región.

Este sería el mejor camino para adaptar esta frágil zona del mundo al calentamiento global, y para promover la fijación de carbono mediante el fortalecimiento de nuestra naturaleza.

Claro que vencer estas dificultades y lograr estos objetivos es muy difícil. Se requerirá de estudios académicos, de generación de políticas públicas internacionales cuidadosas de los gobiernos de los países de SICA y de los países cooperantes, la participación promotora e innovadora de los sectores privados y de las sociedades civiles, y la movilización de la opinión política y de la opinión pública en cada nación.

La Alianza para el Fortalecimiento de la Institucionalidad Democrática acordada por los señores Presidentes de República Dominicana, Costa Rica y Panamá puede ser un muy atinado inicio de esta extraordinaria aventura para el progreso de Centro América y el Caribe.

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