Una gran reforma educativa para el bien común
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Miércoles 24 enero, 2024
El país se ha deteriorado, esto no es una frase cliché o algo pasajero. Lamentablemente vivimos esencialmente de las glorias del pasado, las grandes decisiones, los grandes liderazgos y sobre todo, las reformas sociales, políticas y económicas que dieron vida a la sociedad del siglo XX, hoy, se nos están esfumando como la espuma. De todos los campos, el más preocupante es el de la educación. Ciertamente, los niños que atienden hoy la educación pública tienen menos posibilidades de ascenso social que una generación anterior y se ha venido repitiendo por casi tres décadas. El problema, lo empezamos a ver con más claridad en los últimos años y ha tocado fondo con la pandemia del covid19, nuestro sistema educativo es arcaico y ya no permite el ascenso social de otra época. La educación se ha desfazado a su tiempo y estamos llevando el barco a un destino desconocido.
Es hora de replantearnos el tema con toda seriedad, ya no se trata de si es mejor o peor la educación pública o privada, tampoco se trata de poner a competir en el mercado a unos y otros, como si la educación fuese una simple mercancía que se compra y vende en el mercado. Estamos ante una revolución digital de proporciones desconocidas y cuyos efectos trastocan la vida de todos en múltiples dimensiones. No podemos esperar a que tengamos el agua hasta la nariz, debemos ser capaces de comprender a tiempo la necesidad de cambio y urgentemente, atrevernos a dar los pasos necesarios para llevar la educación a otro nivel.
Los resultados de nuestros estudiantes son cada vez menos felices, encontramos grandes lagunas de aprendizaje en niños, jóvenes y adultos. Son cada vez menos efectivas las metodologías convencionales de enseñanza aprendizaje, pero estamos cada vez más poniendo el esfuerzo en el lugar incorrecto, la ruta de la educación nos lleva definitivamente al fracaso. Es por eso por lo que debemos plantear cambios radicales, estructurales, esenciales en nuestra forma de atender las necesidades educativas de nuestro pueblo, debemos trazar una ruta de cambio disruptiva que provoque grandes espacios de innovación social y que permita volver a poner la educación en el centro de la estrategia de ascenso social.
Vamos a requerir 5 grandes cambios en nuestra manera de ver la educación, el primero de ellos es una ruta hacía la descentralización del quehacer educativo. Si, sobre bases claras de transformación de nuestro quehacer, vamos a poner la educación en las manos de nuestras comunidades a nivel cantonal. Será el cantón y sus autoridades quienes trazarán la ruta de sus propios ciudadanos y quienes podrán, con una orientación común, llevar los cambios en el sistema educativo que requiere nuestro tiempo. Vamos a eliminar todas las estructuras intermedias del actual Ministerio de Educación y trasladar todos los recursos financieros a las autoridades municipales locales. La educación pasará a ser a partir de ahora y en adelante, un tema de atención local.
Para esta primera gran reforma se requieren 4 condiciones importantes, la primera de ellas, una renovación de la infraestructura física y tecnológica del sistema. Un segundo componente, una estrategia nacional de becas y apoyos para los niños en dificultades económicas. La tercera, una estrategia nacional de innovación educativa que propicie cambios sustanciales en los modelos pedagógicos acorde con las condiciones de cada población educativa. Para la educación superior y técnica, convocaremos a un gran congreso nacional de reformas a la educación superior, para articular, integrar y fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación con énfasis en las grandes transformaciones de la sociedad y de la economía de nuestro tiempo.
Esta columna es apenas el abrebocas para decirles que estaré publicando un primer grupo de 6 columnas de trabajo dónde se discuten los detalles de las propuestas y sobre todo, las condiciones financieras necesarias para hacerle frente a dichas reformas. Es sin duda necesario, enamorar a muchos costarricenses de esta estrategia social educativa que requiere de grandes aportes de todos los costarricenses, no podemos dejar caer el árbol que ha sustentado nuestro buen vivir, ha llegado la hora de una gran reforma educativa para el bien común.
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