Una recuperación desigual
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 01 marzo, 2021
El recién pasado 26 de febrero se dio una reunión virtual de los Ministros de Hacienda y los Presidentes de los Bancos Centrales del G20. Este es el conjunto de debate político y económico más poderoso del mundo, constituido por 19 naciones y la Unión Europea. Representa el 66% de la población de la Tierra y el 85% del PIB mundial.
Como es usual, el FMI preparó para esta reunión un informe sobre las principales características de la situación y perspectivas de la economía mundial (G-20 Surveillance Note) y su Directora-Gerente Kristalina Georgieva publicó un llamativo artículo con algunos de los puntos más sobresalientes de ese informe al que muy descriptivamente tituló “La Gran Divergencia: Una bifurcación en el camino de la Economía Global.”
Claro que el tema principal es la profundidad de la recesión causada por el COVID-19 y las características de la recuperación esperada para este y el siguiente año.
La Nota del FMI señala cuatro pautas para la acción nacional y multilateral en las circunstancias actuales: 1) Terminar con la pandemia. El más inmediato e importante reto para el mundo es que se acelere la producción de las vacunas y su distribución equitativa a los habitantes de todos los países, generar medicinas mejores para el tratamiento de las personas contagiadas y liberar el flujo de medicinas y equipos médicos entre naciones. Esto es esencial no solo por razones básicas de solidaridad humana sino incluso por el interés sanitario y económico de los países ricos que hasta el momento acaparan el uso de las vacunas y limitan la libre circulación de bienes necesarios para enfrentar el COVID-19. 2) Mantener las políticas de apoyo. Las políticas monetaria y fiscal deben ser mantenidas focalizándolas especialmente en la atención de la salud y de los pobres. 3) Asegurar una recuperación fuerte, verde e inclusiva. La inversión en infraestructura debe estimular el crecimiento y el empleo, dando preferencia a las inversiones favorables al ambiente y a la educación y la digitalización que favorezcan la inclusividad. 4) Detener y reversar la peligrosa divergencia entre países ricos y pobres. Muchas de las economías en desarrollo han sido especialmente golpeadas por la pandemia y no disfrutan de espacio fiscal para poder aminorar sus consecuencias.
Sobre esta última pauta referente a las naciones en desarrollo la Nota del FMI al G20 indica: “Requieren el apoyo de la comunidad internacional para evitar una gran pérdida en su avance en desarrollo, para asegurar el suministro alimenticio y de salud, y para invertir en infraestructura digital y resistente al cambio climático. Se requiere un apoyo financiero sin precedentes para algunas economías, incluyendo a las que enfrentan complejos problemas financieros... Para apoyar la recuperación global debe fortalecerse el sistema de comercio internacional basado en reglas, incluyendo la reforma de la Organización Mundial del Comercio”. Es conveniente la ejecución de las medidas de apoyo a las naciones pobres endeudadas que durante el año pasado aprobó el G20.
La Directora Gerente señala: “El FMI ha proyectado que el PIB mundial crecerá 5,5% este año y 4,2% en 2022. Pero será un ascenso largo e incierto. La mayor parte del mundo experimenta una vacunación lenta y dispareja en tanto se propagan nuevas mutaciones del virus, y la recuperación se presenta peligrosamente divergente entre países y regiones. El camino de la recuperación de la economía mundial está ante una i griega. La pregunta es: ¿tomarán los actores políticos las acciones requeridas para evitar esta Gran Divergencia? Tal como nuestra Nota a la reunión del G20 lo señala, es muy grande el riesgo de que en tanto las economías avanzadas y unas pocas emergentes puedan recuperarse rápidamente, la mayoría de los países en desarrollo languidezcan muchos años por delante. Esto haría peor la tragedia humana de la pandemia y el sufrimiento humano de las personas más vulnerables.”
La diferencia del costo de la pandemia para economías ricas y las demás es enorme. Mientras las economías avanzadas a fines de 2022 habrán perdido un 13% del ingreso per cápita que antes de la pandemia el FMI proyectaba que tendrían, los países pobres perderán un 18% y los emergentes y en desarrollo sin incluir China, entre los cuales se ubica Costa Rica, sufrirán una pérdida de 22%. Además, estos últimos dos grupos de naciones tiene menos recursos fiscales para paliar la recesión, y sufren un mucho mayor aumento del desempleo y de la pobreza. En el caso de Costa Rica la pérdida de ingreso per cápita proyectado será de un 8,4% y ya en 2020 el desempleo aumentó en 8 puntos porcentuales del PIB y la pobreza en 6. Nuestra pérdida de ingreso proyectada es menor a la de los países emergentes porque el crecimiento esperado -antes de la pandemia- ya era muy bajo.
Ante este panorama y en el caso de países altamente endeudados como el nuestro, son esenciales medidas de cooperación internacional continuadas durante los próximos dos años, que sean accesibles a todas las naciones que establezcan programas para enfrentar responsablemente sus debilidades económicas y financieras.
Entre las medidas de la cooperación internacional que el G20, sus naciones miembro y las instituciones financieras internacionales debieran considerar se encuentran: 1) un reparto extraordinario de Derechos Especiales de Giro que nos permitan reducir la deuda pública; 2) acceso masivo a crédito de instituciones financieras internacionales que permitan bajar la tasa de interés para el financiamiento que sea estrictamente necesario para favorecer la recuperación económica y la estabilidad financiera; y 3) un sistema de renegociación de la deuda externa en términos similares a los que el Plan Brady estableció después de la crisis de deuda latinoamericana.
Esta cooperación internacional vendría a facilitar la recuperación económica de los países en desarrollo, incluido el nuestro. Pero no está en nosotros asegurar que se dé, por lo que debemos continuar atendiendo las necesidades de consolidación fiscal y recuperación económica con el acuerdo con el FMI y por nuestros propios medios. Si se obtiene posteriormente esta cooperación internacional tanto mejor, y podríamos entonces usarla para acelerar el crecimiento equitativo principalmente en bien de las familias más necesitadas, sin renunciar a las medidas de consolidación fiscal en que estemos comprometidos.
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